Viaje a Nueva Granada: Charles Saffray 1861

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La Nueva Granada que conoció el médico francés Charles Saffray en 1861 era un país recién independizado y lleno de posibilidades, del cual la actual República de Colombia poco recuerda. Su libro Viaje a Nueva Granada es alucinante, inquietante e impactante. Lo encontré por casualidad en una biblioteca de Barcelona cuando una tarde cualquiera leía las noticias de Colombia en Internet. Después de leer el libro y animarme a hacer esta reseña, he pensado que muchas cosas no han cambiado desde ese año 1861 para Colombia.

Charles Saffray desembarcó en Santa Marta y le pareció una ciudad pobre, exótica y desordenada. Desde ese momento sus comentarios sobre la ciudades, el atraso productivo y la falta de caminos fueron totalmente lo contrario de la exaltación que hizo de la flora, la fauna y los recursos naturales.  

Cartagena de Indias tampoco le sorprendió, por el contrario se lamentó al ver a qué había sido reducida la ciudad que otrora fuera el principal puerto de América. En algunas ciudades de Antioquia o del Valle del Cauca le gustó lo pintoresco de su estilo pero solamente consideró a Bogotá como una verdadera metrópoli. Afirmó que la administración pública «deja mucho que desear bajo el punto de vista de la aptitud, y con frecuencia de la honradez… el favoritismo y los intereses personales son las únicas ruedas que ponen en movimiento la máquina» (pag. 265). PERO sentencia que por lo demás, aquella Nueva Granada tenía todo para ser próspera: dos océanos, grandes ríos, climas saludables, un suelo fértil donde nacen espotáneamente y pueden cultivarse todas las familias vegetales: «El árbol del cacao, el añil, el algodonero y la vainilla crecen en estado silvestre. Las maderas más buscadas… los bálsamos, las resinas y el caucho abundan…. el oro, el platino, el plomo, el cobre, los pórfidos, los mármoles, las areniscas, la hulla, la sal y las piedras preciosas… Lo que le falta a la Nueva Granada son las vías de comunicación» (pag 256).

La naturaleza durante el viaje a Nueva Granada en 1861

Sin lugar a duda lo que más emocionó a Saffray fue la fertilidad de la tierra, el cielo, la luz del trópico, la diversidad animal y vegetal de ese nuevo mundo.

Le sorprendió el guayabo, el maíz, la banana, la quinina, la Tagua (Phytelephas macrocarpaa la cual le prometió una enriquecedora industria, los innumerables caimanes del Río Grande la Magdalena (a los que ve convertidos en obras de marroquinería), el color azul de la mariposa Morpho cypris lo fascinó y el tamaño de la «reina de las langostas» (acridium dux) lo dejó atónito. Las serpientes, los jaguares y aves de todo tipo no fueron indiferentes para él.

Saffray también tenía estaba atento a la etnobotánica. Tuvo la oportunidad de conocer de primera mano la preparación del Curare hecho de Strychnos toxicaria y variaciones en las cuales se incluía veneno de serpiente. También escuchó acerca de los usos mágicos atribuidos a la Tonga (datura sanguinea), la cual permitía encontrar objetos perdidos a través de un sueño revelatorio.

Algunas costumbres en la Nueva Granada de 1861

Los hábitos y costumbres de los neogranadinos también lo sorprendieron. Subraya con gran curiosidad que las mujeres en Cartagena y en Cuba adornaban su cabello con un escarabajo lumiscente, el Cucuyo (Lampyris Cocuyo). Observó que los indios de Santa Marta «aún» usaban hoja de coca y la comerciaban. Él mismo aisló el alcaloide e hizo pruebas en animales para conocer su efecto. Culturalmente hablando, describe someramente a los afrodescendientes y transmite no pocos prejuicios raciales: habla del «negro» como una especie de ser perezoso, conformista, leal, servil y al mismo tiempo aventurero y salvaje. En la alucinante descripción de la caza del caimán demuestra sus prejuicios:

Cuando el sol está en el cenit y abrasa la atmósfera… esta es la hora en que el negro, avanzando con ese perezoso paso que le es característico , baja hacía el río para sumergirse en las tibias ondas, que no pueden refrescar sus miembros. Apenas le divisa el Caimán, pone en movimiento, lenta y pesadamente, su disforme masa, y arrastrándose sobre la arena, se introduce en su elemento favorito con la esperanza de apoderarse de una presa. Si el negro no está armado, evita la persecución del monstruo, porque estos dos seres son tan perezosos, momentos antes, adquieren de pronto una asombrosa agilidad, el uno por hallarse en el elemento más conforme a su naturaleza; el otro obedeciendo al instinto de la propia conservación. Pero si el negro lleva afilado su cuchillo, espera a su adversario, que avanza hacia él en línea recta; el hombre se sumerge, da una vuelta rápidamente y aparece de nuevo en la superficie, en el mismo punto de donde partió el reptil. Estos no son más que los preludios de la lucha: repitiendo la misma maniobra varias veces, el negro acaba por atontar al monstruo, le fatiga, observa sus movimientos, y se prepara al ataque. Pero ¿Qué herida podrá inferir en aquel cuerpo escamoso, sobre el cual se aplastan o resbalan las balas de una carabina? El hombre sabe que hay un punto débil en la coraza de su enemigo, y que descargando el golpe por debajo de la espaldilla, puede causar una herida mortal. Por esto hace cuanto es posible para aturdir a su enemigo, ejecutando rápidos movimientos y evoluciones imprevistas; después permanece casi inmóvil, cual si estuviera cansado de la lucha y deja que el animal recobre ánimo.

Cuando más ardiente es su persecución, y en el momento en que el monstruo, cerca ya, abre sus enormes mandíbulas, se sumerge de nuevo y vuelve a subir de pronto, cuando el anfibio, llevado al ímpetu, pasa por encima de la cabeza del negro. Entonces le descarga un golpe con mano segura; el agua se enrojece al rededor del hombre y el animal; y he aquí el momento en que la lucha ofrece un carácter más encarnizado y terrible, pues el caimán herido, furioso por el dolor, se lanza contra su antagonista, le acosa de cerca, le sigue en sus rápidos giros, se sumerge, vuelve a salir a la superficie; y conociendo que llega su última hora, quiere por lo menos vengarse. Sin embargo las fuerzas del saurio se agotan; poco a poco adquiere su cuerpo cierta rigidez; el hombre aprovecha uno de esos instantes para descargarle una nueva cuchillada; y bien pronto arrastra la corriente el cadáver inmundo, mientras que el negro, tranquilo e indiferente, cual si no hubiere hecho nada, se vuelve a sentar a la sombra de sus bananos. Cuando un caimán está cebado, como dicen en el país, es decir, cuando tiene la costumbre de acechar en las inmediaciones de una cabaña, el propietario de esta procura desembarazarse del enemigo por un medio que exige tanta sangre fría como valor. Coge un pedazo de madera dura de unos treinta centímetros de largo por ocho o nueve de grueso; le aguza en ambas extremidades, y deja alrededor de la parte afilada un reborde de algunos centímetros. Apenas divisa al monstruo, rastrea suavemente en dirección a él, coge el madero puntiagudo con la mano derecha, se apoya sobre las rodillas y la mano izquierda, y alarga su brazo derecho al reptil cual si le ofreciese una presa. El caimán abra la boca, vuelve a cerrarla con fuerza, y al sentir sus mandíbulas clavadas se lanza presuroso al río. Pero el hombre no lo suelta por eso, se deja llevar por el reptil; una vez en el agua, este último no osa remontar la superficie, y tarda poco en morir asfixiado(página 58 y 59).

Del Bambuco que vio en los arrabales de Cartagena y varias ciudades de Antioquia dice que era una mezcla de tradiciones coreográficas del Chibcha y el Negro Congo. Saffray conoció con detalle Antioquia y de ella dijo que «todo cuanto se pudiera soñar en este mundo, lo ofrece aquí la naturaleza a manos llenas» (Pag 106).

152 años han pasado desde que Saffray visitara la Confederación Granadina, la cual pasaría a ser Estados Unidos de Colombia en 1863 debido a la guerra civil entre liberales y conservadores protagonizada por el General Liberal Tomás Cipriano de Mosquera, y aún hay cosas que persisten. Colombia sigue siendo una tierra de oportunidades terriblemente organizada, y donde antes la riqueza estaba desaprovechada, ahora está sometida a la avaricia y corrupción de unas cuantas pocas manos.

Algunas anotaciones complementarias:

– El pedagógico relato de Saffray provoca la reflexión y me hubiera encantado leerlo hace muchos años cuando aún estaba en el colegio. Así hubiera podido comprender mejor qué tipo de Estado es la actual Colombia y cuáles de sus problemas han sido permanentes y cuáles son recientes. Y sobre todo lo cuestionable, principalmente de la administración pública, hubiera exaltado el paraiso natural que aún es.

– Saffray comenta que en Quito un indio le contó a Sebastian de Belalcázar que «llegaba de un país situado al norte, conocido con el nombre de Cundi Rumarca. <<Hay en mi país un lago sagrado que llaman Guatavita, a donde van todos los años el jefe y los sacerdotes… después de la ofrenda ordinaria, el jefe se despoja de sus hábitos, para que le froten con trementina de frailejou; le cubren el cuerpo de polvo de oro, y haciendo entonces una invocación al sol, se baña en el lago«.

– El libro Viaje a Nueva Granada es el único en el que he encontrado el sistema de numeración muisca o chibcha: « los chibchas contaban primeramente por los dedos de la mano, Ata, Bosa, Mica, Muyhica, Hisca, Ta, Cuhuepeua, Suhuza, Aca, Ubchihica; si pasaba de este número añadían la palabra pie, Quihicha, y decían: Quihica Ata, Quihicha Bosa. El número veinte se expresaba por la palabra Gueta, que también significaba casa, y luego contaban por veintenas» (pag. 221).

Anexo:

Para escribir esta reseña leí: Saffray Charles, Viaje a Nueva Granada, Anjana Ediciones, Madrid 1983

El libro se puede consultar en esta pagina del Banco de la República – Colombia: http://www.banrepcultural.org/sites/default/files/87700/brblaa1049988.pdf

También se puede escuchar un audio-dramatizado del libro realizado en la Biblioteca Nacional de Colombia en este enlace: http://bibliotecanacional.gov.co/es-co/colecciones/biblioteca-digital/mapoteca/Documents/7050_viajesfamososconeldoctorsafray_pte1.mp3

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Autor: Julián Bueno

Escribir reseñas y análisis de libros es una manera de volver a ellos a través de nuestros apuntes. En Lectura-abierta.com todo el mundo está invitado a publicar sus experiencias de lectura. Soy antropólogo y consultor digital, me interesan los contenidos en internet, la literatura, la filosofía y el arte.

9 opiniones en “Viaje a Nueva Granada: Charles Saffray 1861”

  1. cordial saludo me gustaria saber si conoce el nombre del autor de los grabados que acompañan las narraciones de Charles Saffray o si el mismo fue el ilustrador, la necesito para utilizar la imagen y dar el respectivo reconocimiento.
    mil gracias
    Luisa Luna

    1. Estimada Luisa, gracias por el comentario! La verdad es que es difícil saber el autor de las ilustraciones… yo citaría el libro. Se nota que todas las ilustraciones tienen un mismo estilo. Es posible que fuera el mismo Saffray quien las ilustrara o tal vez alguno de sus acompañantes o ayudantes. Otra posibilidad es que las ilustraciones fueran hechas mucho después por los editores de la publicación que menciono.
      He añadido un enlace al libro en PDF en una página del Banco de la República de Colombia. Saludos!

  2. Saludos
    Muy buenos apuntes en torno a la figura del Dr. Saffray y sus visiones sobre la Nueva Granada. En relacion con la pregunta acerca del autor de los grabados que contiene el libro, su autor fue un renombrado iilustrador frances de nombre Edouard Riou, quien ilustro incluso algunas de las obras de Julio Verne. Para mi trabajo de tesis doctoral, estoy rastreando igualmente a otro ilustrador frances de apellido Neuville, cuyo nombre igualmente aparece en muchas de las pinturas y grabados que sobre la fauna, flora y habitantes de la Nueva Granada se hicieron durante el siglo XIX.

      1. Hola Julian! Gracias por indicar algunas fuentes para los interesados en rastrear la vida de Riou. De hecho hay un libro citado en las referencias: Edouart Riou, dessinateur: entre le tour du monde et Jules Verne. 1860-1900, el autor es Guy Gauthier. (solo existe version en frances). Wikipedia tambien ofrece algunos datos sobre Alphonse Marie de Neuville, quien junto a Riou disenaron las imagenes de los obras de Julio Verne, asi como miles de imagenes que aparecen en los libros de viaje compilados en le tour du monde.
        En relacion con su pregunta sobre mi tesis doctoral, es un estudio comparativo acerca de las visiones de los viajeros europeos sobre de la region del Caribe Colombiano y sus habitantes y sobre las Islas Canarias durante el siglo XVIII y XIX. El universo que construian esas imagenes son una parte central de este estudio, por ello rastreo a los artistas grabadores de las mismas.
        saludos cordiales!

    1. Hola Cristina! gracias por el comentario!
      no conocía estos audios! no parecen muy recientes. La verdad es que ignoro de dónde vienen. Tal vez fue un trabajo de radio-dramatización realizado por la biblioteca nacional. Tendrías que preguntar en la biblioteca nacional. Incluiré un enlace a estos audios en la página. Gracias, un saludo!!!

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