Contra un ignorante que compraba muchos libros de Luciano de Samósata

Reseña Contra un ignorante que compraba muchos libros
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Luciano (125-185 d. C.), natural de la antigua ciudad de Samósata en la ya inexistente provincia romana de Siria, fue un erudito en retórica perteneciente a la Segunda Sofística y uno de los precursores de los actuales géneros literarios humorístico y ficticio. De entre sus obras destacan su “Diálogo a los muertos”, que caricaturiza a los dioses homéricos, e “Historias verdaderas”, un conjunto de narraciones que incluyen el primer relato de un viaje a la Luna, pero sin lugar a dudas, despunta sobre las demás su breve escrito titulado “Contra un ignorante que compraba muchos libros” (siglo II d. C.), un texto agudo y divertido que lanza una crítica mordaz, incisiva, punzante y jocosa contra las falsas apariencias y la bajeza moral de aquellas personas generalmente ricas pero incultas y viciosas que compran y acumulan libros sin entender nada de ellos con el único afán de proyectar una buena imagen de sí mismas a los demás.

Luciano comienza dicha obra interpelando de la manera más directa posible a un supuesto lector que no es otro que aquel contra quien va dirigido el escrito, es decir, un ignorante que compra muchos libros: “Lo cierto es que consigues lo contrario de lo que te propones. Te imaginas que comprando afanosamente los mejores libros pasarás por un hombre culto; pero lo que sucede es todo lo contrario, y con ello no haces más que poner de relieve tu ignorancia. Y lo que es más: ni siquiera compras los mejores libros, sino que cualquier recomendación basta para decidir tu elección, y con ello te conviertes en un regalo para los libreros sin escrúpulos y en un tesoro para esta clase de chamarileros” (Luciano, 2013, p.17-18).

Son comunes los sarcasmos de Luciano contra el ignorante que compra muchos libros al que hace destinatario de su obra: “¿Cuándo lees? ¿Durante el día? Nadie te ha visto hacerlo nunca” (Luciano, 2013, p. 63). No obstante, el romano acompaña estos sarcasmos con una multitud de proverbios de tinte cómico, muchos de ellos todavía en uso en pleno siglo XXI: “Aunque la mona se vista de seda, dice el proverbio, mona se queda” (Luciano, 2013, p.23) o “como dice el proverbio: Es más fácil esconder cinco elefantes bajo el brazo que un solo afeminado” (Luciano, 2013, p.57-58).

Sin embargo, la lucha de Luciano contra aquellos ignorantes que compran muchos libros va más allá de la mera crítica pues utilizará contra ellos el humor más saleroso posible con tal de ridiculizarlos, incluso si hay que recurrir a la picardía del divertimento físico/sexual sobre sus cuerpos: “Tus actos son tan del dominio público que hasta los ciegos y los sordos los conocen. Pues sólo con que dijeras una palabra, sólo con que te desnudaras en los baños —o mejor, si te parece, no te desnudes tú—” (Luciano, 2013, p.56). Solo le falta decir que “suficiente tenemos ya con ver como te regodeas en tu ignorancia intentado hacernos creer que se trata de sabiduría”.

Luciano no se esconde en ningún momento, es un polemista de raza que ataca de la manera más frontal y personal imaginables: “Y qué vergüenza debes de pasar cuando alguien, al verte con un libro en la mano —y siempre llevas alguno— te pregunta de qué orador, historiador o poeta es. Como sabes el título, puedes responder a esto. Pero luego, si la conversación se alarga, como suele ocurrir en estos casos, y se censuran o se ensalzan ciertos pasajes, te quedas perplejo; no sabes qué decir. ¿No rezas entonces para que se te trague la tierra, ya que, como Belerofonte, llevas el libro que te condena?” (Luciano, 2013, p.47).

Ya advirtió Guillermo Carceres de Luciano de Samósata que el “blanco de sus sátiras son los intelectuales baratos, los predicadores hipócritas, los pedantes y los oradores pomposos, así como en general todos los formalismos vacíos y las tradiciones insensatas” (Carceres, 1991, p.585). Allá donde vea un ignorante que compre muchos libros con el único de afán de proyectar una imagen de algo que no existe, a saber, la de un hombre culto e instruido, y por tanto, que juegue con algo tan importante como es el conocimiento, Luciano atacará sin piedad y lo hará desde el humor, porque no hay nada que duela más que ser el objeto de risa de los demás: “Nada me impide divertirme un poco contigo, puesto que te gusta tanto que se burlen de ti” (Luciano, 2013, p.62).

A lo largo de la obra predominan por doquier y de manera humorística los ataques a los ignorantes que compran libros en abundancia pero también se presenta una advertencia de vital importancia: Luciano nos previene de que “si los libros producen efectos semejantes [ignorantes que compran muchos libros], hay que huir de ellos lo más lejos posibles” (Luciano, 2013, p.46). ¿Acaso habríamos de fiarnos de alguien que se rodea de libros de historia que nunca llega a leer únicamente en aras de transmitir un áurea de sabiduría para que nos contase los errores que la humanidad cometió en el pasado? ¿Estaríamos a salvo de alguien que hace los mismo pero con libros de derecho penal para que nos defendiera en un juicio o libros de ciencia política para que dirigiese nuestro país?

A pesar del regocijo y carcajadas que pueden suscitar las palabras de Luciano, este esconde un profundo pesimismo de fondo pues, aunque sin perder una oportunidad para utilizar un último proverbio que suscite una última sonrisa, sabe que sus “palabras son completamente inútiles y que, como dice el proverbio, es como si pretendiera blanquear a un etíope. Seguirás comprando libros, no los usarás para nada, y serás el hazmerreír de los hombres instruidos que no sólo aprecian un libro por su belleza exterior y su magnificiencia, sino por su estilo y por el sentido de su contenido” (Luciano , 2013, p. 65).

Si alguien ama verdaderamente los libros, ese no es otro que Luciano de Samósata, quien no puede permitir, sea por honradez o por decencia, que los libros, objetos cuyo deber radica en hacer mejor a sus lectores trasmitiéndoles la sabiduría que se halla en sus contenidos, sean utilizados y acaparados por esos ignorantes que los compran en exceso y que ni siquiera los leen en aras de tener un mayor prestigio social u ocultar su ignorancia. El pequeño escrito de Luciano es devastador, indiscutiblemente y, sobre todo, desgraciadamente actual.

Bibliografía utilizada para escribir esta reseña:

Carceres, Guillermo (1991): Enciclopedia de la literatura Garzanti. Ediciones B, Barcelona.

Luciano de Samósata (2013): Contra un ignorante que compraba muchos libros. Centellas, Barcelona.

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