El experimento neogranadino, capítulo 3 de: Colombia una nación a pesar de sí misma

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El siguiente texto es una reseña comentada de El experimento neogranadino, el capítulo número 3 del conocido libro del historiador David Bushnell: Colombia una nación a pesar de sí misma.

Otro importante historiador, Charles Bergquist, autor del libro Café y conflicto en Colombia, se ha referido a este libro como una obra detallada, a la vez amena y profesional, sobre el fallido proyecto de la Nueva Granada y la construcción del Estado Nación colombiano.

Después de la Batalla de Boyacá

Luego de la batalla de Boyacá el congreso de Angostura proclamó la unión de toda la Nueva Granada, un territorio enorme que pretendía ser un contrapeso de Estados Unidos, pero en Suramérica. En buena medida, ese era el experimento neogranadino. En esa exuberante Nueva Granada ya podía observar una unión de facto entre dos pueblos hermanos: Venezuela y Colombia. Esta unión estaba subrayada por la forma en que se dio la independencia, es decir un ejército colombo venezolano que aceptó el mando de Simón Bolivar (el cual también combatió para Perú y Bolivia, e indirectamente para Ecuador).

Se estableció entonces un gobierno nacional para la Gran Colombia con Bolívar en la presidencia y administraciones separadas para la Nueva Granada y Venezuela, con un vicepresidente correspondiente para cada parte (Santander era el vicepresidente neogranadino): se logró una estabilidad relativa hasta 1826, gracias principalmente a los triunfos militares alcanzados en mayo de 1822 en Ecuador y en 1824 en Perú, y también al reconocimiento diplomático de los Estados Unidos de América. Pero los problemas estructurales no esperarían mucho más. El libro de Gabriel García Márquez, El General en su laberinto, expresa el malestar y la división de la Gran Colombia en una interesante narración sobre las últimas semanas de vida de El libertador Simón Bolívar.

El congreso de Cúcuta fue elegido en 1819 con la participación del voto del Ejercito Patriota, pero tanto Caracas como Ecuador no estuvieron muy presentes porque allí todavía había legiones realistas dominantes; en este congreso salió a relucir un debate ya empezado que, ahora, pensando en una extensión de territorio más amplia, se preguntaba fuertemente si debería haber solo una administración centralista o un forma de gobierno federal.

El congreso optó por un gobierno centralista (puesto a prueba 10 años), influenciado por los diputados venezolanos apoyando hipotéticamente a Bolívar; incluso los jóvenes liberales (que estaban al lado de Francisco de Paula Santander) apoyaron el centralismo por el interés político de obtener empleos importantes.

De esta forma, la constitución conformada en la ciudad de Cúcuta definió que tanto el presidente como el congreso deberían ser elegidos con votos: el alfabetismo no era una condición ciudadana para votar hasta 1840. Pero los primeros gobernantes se eligieron sin la cláusula electoral por el congreso.

Por otro lado, las reformas del congreso se enfocaron en ampliar la libertad individual en lo tocante a asuntos políticos, económicos y religiosos; se promulgó la libertad de vientres (ley de manumisión, la cual servía entre otras para incluir jóvenes al ejercito), se liquidaron los resguardos, se eliminó la alcabala y el tributo de los indios, pero estos últimos fueron declarados ciudadanos, lo cual les hacia pagar otros impuestos; el sistema de aduanas se simplificó y el sistema arancelario promovió los ingresos locales. También se liquidaron los monasterios pequeños, los cuales se usaron como espacios para fundar escuelas, y se abolió la inquisición.

Las acciones del congreso, en conclusión, se acercaron al liberalismo decimonónico y fueron muy similares a las del resto de Latinoamérica. De esta manera la administración de Santander era de corte liberal: renovación de estructuras legales e institucionales. Por ejemplo, se institucionalizaron lecturas sobre Jeremy Bentham; por otro lado, apoyó claramente el patronato, lo cual no era muy liberal, pero es que una autonomía clerical expresaba un peligro político.

Esta fue una época de cierto éxito, expresado en los triunfos militares; también se dio el primer congreso interamericano que solo ratificó cooperaciones mutuas, y se definieron una serie de inversiones (para dragar el río Guatavita o para la navegación del río Magdalena, las cuales no fueron ciertamente un éxito); los británicos introdujeron la venta de cerveza y proselitismo protestante donando biblias.

La deuda con los británicos y la desunión

Asimismo, en 1824 La Gran Colombia contrajo con los británicos una deuda de 30 millones de dólares, utilizados para pagar la guerra, reponer capital invertido a particulares (con lo cual aumentaron las importaciones de bienes domésticos) y para comprar dos fragatas nunca utilizadas. Esta deuda se volvió impagable, además de muchas cosas, porque el nuevo gobierno sostenía más gastos de los que el virreinato sostenía. Este problema financiero se sumó al descontento religioso producto de las políticas de Santander. Muy temprano, el experimento neogranadino tenía grietas.

El descontento venezolano fue el principio de la desunión; vandalismo al interior y descontento porque se alegaba que Santander no hubiera nombrado suficientes venezolanos para cargos públicos. Había un rechazo general hacia Bogotá. José Antonio Páez detonó los incidentes al ser él un poder venezolano en ausencia de Bolívar; había sido acusado por abuso, pero fue perdonado por Bolívar.

El caso de Ecuador se resume con que no había representación suya en el congreso. Había problemas, por ejemplo, reducir las barreras comerciales beneficiaba a Venezuela (que era exportador) y perjudicaba a Ecuador que poseía la manufactura doméstica más desarrollada. Ecuador unió su descontento con el de Páez hacia Bogotá.

Las cosas no iban bien y Bolívar acusó a Santander de su manejo a prisa de las reformas liberales. Bolívar tomó entonces un rumbo casi dictatorial. Se realizó una prematura revisión de la carta constitucional de Cúcuta en Ocaña 1828; pero esto fracasó. En junio de 1828 la asamblea de notables le concedió poderes dictatoriales a Bolívar quien como primera medida revisó las reformas liberales escritas en 1821. Invirtió o revertió dichas reformas; por ejemplo, restauró la alcabala, abolió la vicepresidencia, prohibió los textos de Bentham y reabrió los monasterios; la iglesia estaba de su lado.

Todo esto motivó a los liberales a intentar asesinar a Bolívar para terminar la dictadura, pero aunque no lo lograron, Bolívar se vio obligado solicitar un pasaporte y viajar al exterior. No obstante, solo llegó hasta Santa Marta, donde finalmente murió.

En el Cauca, Obando se levantó y su estrategia territorial hizo que Bolívar le perdonara. Perú también exigió cambios e intentó tomarse Guayaquil pero el ejército colombiano lo frenó. En 1829 Páez encabezó un movimiento separatista que terminó en la separación total; entre muchas cosas, las reformas de Bolívar no habían favorecido a Caracas. Las distintas constituciones no lograron crear una cohesión social ni política ni económica para la pensada Gran Colombia; los ánimos separatistas estaban latentes desde el principio, por lo cual fue imposible que el “sueño bolivariano” perdurara. El experimento neogranadino había fracasado.

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Autor: El come libros

De la familia Liber Devoratoribus, un come libros promedio que necesita ingerir diariamente una cuota de letras para subsistir. Ese alimento lo digiere, transforma y entrega en forma de reseñas y análisis de libros.

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