La Octava Plaga, una novela de lo extraño-policiaco: Bernardo Esquinca

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En torno a la vida del escritor francés Guy de Maupassant (1850-1893) existen muchas historias, comenzando por el lugar exacto de su nacimiento —una hipótesis apunta a Fécamp y otra más a Tourville-sur-Arques—, lo cual no resta el mérito literario que admiramos sus lectores, hasta los síntomas de demencia que fue adquiriendo hasta declarar “tengo miedo de mí mismo”. También fue cronista de periódicos como Le Figaro o la revista Gil Blas, pero suele conocérsele más como maestro de terror, tan importante como Edgar Allan Poe (Estados Unidos, 1809-1849). El Horla es un referente que relacionamos inmediatamente con el escritor francés, quizá porque es el que ofrece un halo de zozobra entre líneas presentando un ser informe que vocifera: “¡El Horla… ha llegado!” Percibirlo es lo que nos asusta. Al dejar el libro y regresar a la “realidad” sentimos que aquella presencia que nos chupa la energía está en algún sitio esperando por nosotros.

Reseña de la Octava Plaga
La Octava Plaga, una novela de lo extraño-policiaco: Bernardo Esquinca. Reseña escrita por Roberto Feregrino

A partir de entonces muchas generaciones de lectores y escritores han abrevado de estos textos para generar su propia obra y otorgarle un cariz acorde a su tiempo y circunstancias. Stephen King (Estados Unidos, 1947), John Connolly (Irlanda, 1968) y Bernardo Esquinca (Guadalajara, 1972), son la prueba de que el terror y lo extraño causan sensaciones de asombro en los lectores, sin importar cuál sea la época en la que nos hallemos. A Bernardo Esquinca se le ha definido como escritor de weird fiction, debido a que conduce al lector a un mundo totalmente extraño —ajeno y propio al mismo tiempo—, presentando posibilidades caóticas en una realidad distorsionada. Esquinca estudió Ciencias de la Comunicación en el ITESO, en Guadalajara, se ha dedicado al periodismo y en la narrativa ha logrado instaurarse como un “escritor hecho y derecho”, como lo ha mencionado el crítico Vicente Francisco Torres (México, 1953).

La octava plaga (2011), primera parte de la saga, a la que le siguen: Toda la sangre (2013), Carne de ataúd (2016) e Inframundo (2018), nos muestra un mundo donde los insectos se rebelan contra la humanidad. Naturalmente hay alusión bíblica, recordemos que el Dios vengativo en el Éxodo mandó toda su furia contra Egipto por medio de diez plagas.

La novela comienza con el descubrimiento de un insecto brillante, Esteban Taboada, entomólogo, poco a poco va siendo seducido por ese fulgor y cae hipnotizado hasta el delirio. Esto lo manifiesta mediante informes a los que nos va dando acceso la narración. A la par de esto, un periodista Cultural de nombre Casasola, deberá comenzar como reportero de Nota Roja debido al recorte de personal que sufre la sección. Detrás de este suceso hay una crítica muy fuerte del autor a todo el sistema cultural de nuestro país y cómo se distribuye en unas cuantas mafias que copan la industria entre premios, publicaciones y sobrada lambisconería a los poderosos “literarios”.

La vida de este personaje, pues, se desmorona: se divorció de Olga y debe lidiar con verla en la redacción del periódico donde trabajan ambos y ella es pretendida por Subereza, un tipo insoportable. El trabajo en la Nota Roja le demanda más tiempo, pues debe estar en el lugar preciso para tener la nota fresca igual que los cuerpos de las víctimas.

Otro elemento que le agrega rareza a la novela, es el Hombre detrás de las cortinas, que se le aparece por las noches a Casasola tan sólo para recordarle que “la única función de los sueños es recordarnos que el mundo real es igualmente incomprensible”. El periodista no es tan normal a pesar de parecerlo y, sin embargo, logramos una empatía con él, mediante las pinceladas que nos da la narración. La Nota Roja lo lleva a ser investigador siguiendo la pista a una mujer que han denominado “la asesina de los moteles”, necesita saber por qué su ex esposa comienza a actuar extraño; conoce al Griego, un fotoperiodista que funge como su secuaz en todas estas andanzas detectivescas. La novela de Esquinca, ahora reeditada por Almadia, es ágil, se vale de los recursos policiacos tradicionales —insertando notas sensacionalistas de periódicos “amarillistas”—, memorias de los personajes, escenarios de la Ciudad de México, persecuciones y rarezas varias que provocan que no paremos de leer.

Es cierto que la biografía de Esquinca es extensa como la de Maupassant, sin embargo, ella sola no explica la vida de un escritor, para entenderlo hay que navegar en sus relatos. Si queremos saber por qué Olga comienza a actuar extraño y quiénes son los compañeros de Casasola en esta aventura, debemos abrir la puerta de La octava plaga.

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