He vuelto a leer Llamadas Telefónicas del escritor Roberto Bolaño después de 8 años. Un libro de 14 cuentos y 3 partes: Llamadas telefónicas, Detectives y Vida de Anne Moore. Estas partes son historias sobre escritores que anhelan o que se estrellan con el reconocimiento, historias sobre casos sin resolver e historias sobre mujeres. Son relatos de la vida cotidiana, no son fantásticos, no terminan en un punto final y son relatos con finales abiertos, relativamente. Esto los hace nada predecibles y con cierto misterio subyacente… Algunos lectores esperan que en el cuento se resuelvan todas las cosas, pero aquí no sucede esto. La primera vez que leí el libro me costó apreciarlo, pero esta re-lectura me ha revelado una nueva riqueza literaria. {He leído la edición de Anagrama, Barcelona, de 2010}.
Algunos dicen que esta recopilación de cuentos es otra manera de ordenar 2666. Sin duda, hay conexiones entre una obra y otra. El cuento Sensini lo he releído muchas veces más y no digo mucho de él porque ya hay una reseña en Lectura Abierta. Llamadas Telefónicas es un libro que recibí como regalo de una amiga lectora de Europa del Este que tenía al Castellano como tercera lengua. Me gustaría preguntarle por qué le gusta Bolaño especialmente.
Estos relatos de Bolaño expresan relaciones humanas en las cuales está el teléfono, como en el cuento que lleva el mismo título de la publicación o en el relato Una aventura literaria. El teléfono sobresale por minutos: por teléfono se hablan, se gritan, se consuelan, hacen acuerdos, se preparan para el siguiente encuentro. Aunque esto es sutil y no son cuentos sobre el teléfono, la presencia de este medio no es en vano y hace pensar en las ideas expuestas en El medio es el masaje. En muchos otros libros también se asoma este papel del teléfono.
Llamadas telefónicas e historias sobre escritores
Sensini, Henri Simone Leprince, Enrique Martin y Una aventura literaria son relatos sobre momentos en la vida de escritores que difícilmente se ganan la vida. Roberto Bolaño escribe sobre cierto sentido fatalista-económico del oficio del escritor. Pero no fatalista en el sentido del sufrimiento, sino de la literatura como un oficio de difíciles dividendos. Se reconocerá siempre en estos cuentos el dilema del trabajo de la escritura. Pero no solamente, en los cuentos de Bolaño se reflexiona sobre la calidad literaria, la subjetividad de esta calidad y sobre qué es la literatura.
En el primer cuento, Sensini, por ejemplo, habla sobre un joven que aplica a un concurso literario porque no tenía otra opción de aspiración económica. El segundo cuento, Henri Simone Leprince, habla sobre un escritor fracasado, o menor, que hace de recadero para la resistencia en el París de la 2da Guerra Mundial. Se dice aquí algo que podría ser desalentador para los escritores sin éxito: “[…] ha comprobado y aceptado que los buenos escritores necesitan a los malos escritores, aunque sea sólo como lectores o escuderos” (Ver página 35).
En los dos siguientes cuentos, Enrique Martín y Una aventura literaria, también hay escritores. Alguno más fracasado que el otro, como Enrique, cuasi amigo de Arturo Belano, quien reflexiona: “[…] cuando lo miré su rostro exhibía una sonrisa que quería decir soy adulto, he comprendido que para disfrutar del arte no hace falta hacer el ridículo, no hace falta escribir ni arrastrarse” (pág. 41).
En Una aventura literaria también hay un escritor pobre llamado B (usar las letras recuerda a Kafka). B escribe una novela donde retrata irónicamente a A, otro escritor, pero exitoso. Se obsesiona en conocerlo, lo llama por teléfono, hasta que logra su cometido. Entra a su casa, se saludan y el cuento termina ahí.
Son cuentos abiertos que apenas muestran un periplo, un episodio, no lo cuentan todo, no se resuelve ningún misterio, son como un iceberg, como dijera Hemingway, se ve solo una parte de algo que es mucho más grande y que no se puede ver en su totalidad (lo dice en la contracubierta del libro).
Detectives y Vida de Anne Moore
En estos relatos hay características literarias muy interesantes, por ejemplo en William Burns, una historia narrada en primera persona y que es un párrafo de 9 páginas. También el cuento Joanna Silvestri, la actriz porno, que también es un párrafo de 15 páginas. La primera vez que leí estos cuentos me costó más trabajo conectar con ellos por la dificultad de lectura que implicaba. Recuerda a Por el camino de Swann de Marcel Proust.
Estas historias son sobre personajes disímiles como un chileno exhiliado en Rusia, un sevillano capturado por las SS, un hombre de Sonora que está todos los días sentado en un parque, una mujer bella que después de ser segundo puesto en un concurso de belleza nunca supera este momento, una actriz porno que relata su viaje a Los Ángeles o la vida de Anne Moore.
De todos los relatos de la segunda y tercera parte de Llamadas telefónicas, me causó especial impresión el cuento Compañeros de celda. Un relato sobre un hombre y una mujer, Sofía, que estuvieron presos el mismo año, pero en diferentes países, Chile y España. Es una historia gris que transcurre en Barcelona, un relato de polvos grises con una chica lóbrega y fría que genera una sospecha enorme en el lector. Hay un misterio impronunciable en este relato y al final el lector cree que llegará un asesinato, pero más allá del cliché, la historia termina con algo muy ordinario, salen a comer pizza.
Leer a Bolaño enseña cierta libertad en el relato, estos cuentos invitan a escribir sobre lo que uno quiera y a transformar la vida propia en literatura. Se sabe que hay conexiones entre los lugares de vida de Bolaño, México, Chile, Barcelona, Girona, Rusia, y los lugares de sus personajes.
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