Reseña de Los girasoles ciegos

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Llegó la guerra.
Y con la guerra el frío, con el frío el hambre, y con el hambre más guerra. No llega solo el fracaso de la república, llegan los fracasos personales, los derrumbes emocionales, y las derrotas en el caos individual. Los girasoles ciegos es un relato que fluye estancado en el tiempo, en la dureza de la guerra, en fusilamientos sangrientos, casas cochambrosas enterradas en el frío, y cuatro paredes que escondían el pensamiento de los hombres.

Reseña del libro Los girasoles ciegos
Los girasoles ciegos es la única obra literaria del escritor español Alberto Méndez. Es un libro de 4 relatos publicado por Anagrama. Ganador de 4 premios literarios.

Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez, está formado por cuatro relatos trenzados que, a medida que vamos devorando el libro, van tejiendo en nosotros una red capaz de aislarnos del mundo, siendo el libro el que finalmente nos devore a nosotros, y nos sumerja en plena guerra civil española, conviviendo con las penurias de la sociedad del momento, aislados en una cárcel donde cada día iban desapareciendo nuestros compañeros de celda y llegando caras nuevas, en una casa llena de vida donde reina la muerte, y en trincheras donde recuperamos la vida.

Si el corazón pensara dejaría de latir, Manuscrito encontrado en el olvido, El idioma de los muertos y Los girasoles ciegos son las cuatro derrotas, una para cada persona y una por cada año de la guerra, que reflejan la dureza de esos “tiempos difíciles” que atufaban a miedo, miedo del que vivía escondido en un armario fingiendo su propia muerte para lograr esquivarla, miedo del que despierta con el cráneo dividido como la España del momento, entre una montaña de cadáveres, miedo de la mujer acosada, de quien pendía de la iglesia, de los niños en el colegio desviando preguntas sin respuesta, miedo a la mala vida, o mejor dicho, a la propia vida.

Y además del grito de la muerte que se apodera de este relato tan literario, siempre está presente el silencio de las cosas que callamos, y de lo que nunca se dijo, intentando refugiarnos en una urna transparente, donde la verdad asoma.

“El silencio es un espacio, una oquedad donde nos refugiamos pero en el que no estamos nunca a salvo. El silencio no se termina, se rompe; su cualidad fundamental es la fragilidad y el epitelio sutil que lo circunda es transparente: deja pasar todas las miradas.”

Al final, tanto en la guerra como en la vida, podemos aplicar ese final tan conocido, que ya guardo en la memoria junto al principio del Quijote, o las diez primeras líneas de Lolita: “Seré uno más en el rebaño, porque en el futuro viviré como uno más entre los girasoles ciegos.

 

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