Vida de una Geisha: la verdadera historia de Mineko Iwasaki en colaboración con Rande Brown

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Mineko Iwasaki es una mujer que se dedicaba a las artes estéticas en Kioto, Japón, y fue una de las mejores geishas de su época, es un personaje célebre por su retiro como “geiko” a los 29 años. Su verdadero nombre es Masako Tanaka y es muy conocida en el mundo, principalmente en países de occidente, por la novela Memorias de una geisha del autor Artur Golden, quien violó su acuerdo de confidencialidad citándola en los agradecimientos del libro, y tergiversando la información suministrada por ella, lo cual desembocó en un gran escándalo para Iwasaki y el mundo de la geishas.

Posteriormente, Mineko recibió bastantes críticas y amenazas por violar la tradición del silencio de las geishas. Debido a esto ella se atrevió a exponer los secretos de esta particular actividad por medio del libro autobiográfico: Vida de una geisha, la verdadera historia, en colaboración con Rande Brown.

Vida de una Geisha. Reseña del libro
Portada del libro «Vida de una Geisha. La verdadera historia»

Desarrollo:

El término geisha significa artista, no obstante, las geishas se llaman a sí mismas geikos que significa mujer del arte. Las geikos viven en las okiyas donde se las sumerge en el mundo artístico (algunas obligadas por la situaciones económica familiar y otras por voluntad propia), las preparan con un riguroso programa para ser bailarinas, concertistas de piano o cantantes de ópera occidental. Allí viven entre cinco y siete años, después de ese momento, se independizan, a excepción de la atotori, quien es la que hereda la okiya y debe apoyar a las futuras geikos, a pesar de que las geikos se independizan deben mantener las relaciones comerciales y laborales con la okiya.

Una de las geiko más importantes fue Masako Tanaka, quien nació en Gion Kobu, inició su vida como geisha en la okiya Iwasaki a los 5 años, desde entonces lleva el nombre artístico de Mineko Iwasaki, su apellido fue en honor a la okiya que pertenecía, mientras que su nombre le fue asignado por la jefa de las mujeres, es decir la atotori, quien la crío y le enseñó las artes y tradiciones de las geishas. Mineko fue una de aquellas geikos que no querían serlo, sin embargo su familia se vio abocada a venderla por la situación económica que tenía y ella pasó por un proceso de adaptación desde los 3 a los 5 años en la okiya, hasta que finalmente, aceptó ser parte de la okiya Iwasaki. En los años que tuvo dicha transición la atotori de la okiya vio en ella una gran responsabilidad rara en niñas de su edad, por tal motivo, a la edad de diez años, cuando fue adoptada legalmente, la atotori decide que ella debe quedar como heredera y sucesora del negocio, es decir se convierte en la nueva atotori.

A Mineko Iwasaki siempre le gustó el baile y la danza, así que desde los 6 años en la okiya comenzó su formación artística y se convirtió en una de sus más grandes pasiones, lo que le ayudaba a seguir adelante en el complicado mundo de la geishas, transformándose así en una de las mejores maikos de Kioto: mujer de la danza. Debutó como maiko a la edad de quince años. Siempre fue una mujer de personalidad introvertida y poco sociable aunque su profesión, como geiko, le exigía lo contrario. Sin embargo, en su cabeza siempre estuvo presente la idea de ser una de las mejores maiko, lo cual logró gracias a su estricta rutina de prácticas de danza que alternaba con otras actividades y compromisos. Su día empezaba desde las 3 am y terminaba a las 11 pm, nunca desayunaba pues consideraba que perdía tiempo, jamás se quejó de sus extenuantes prácticas pero esta decisión le pasó factura con el tiempo.

Desde ese momento, se da cuenta de la compleja vida de las geikos, por lo que procura impulsar reformas educativas, independencia económica y derechos laborales para las mujeres; aunque nunca menciona la manera en que trató de romper con las tradiciones impuestas a las geikos, que desde su punto de vista, ya eran muy arcaicas para la época. Lo primero que hizo fue independizarse y dejar de vivir en la okiya, no obstante, seguía dependiendo económicamente de ella; se pude inferir que desde el momento en que de “independiza” y deja de vivir en la okiya, Mineko enfrenta grandes dificultades en su diario vivir tales como no conocer la moneda, no saber cocinar, no haber comprado en una tienda los suministros básicos y tampoco limpiar su apartamento.

Esta nueva etapa de su vida le enseñó que la vida de geiko era muy distinta a la vida de una persona fuera de la okiya. Se dio cuenta de la importancia de organizar su tiempo y sus deberes tanto así que aprendió a manejar sus finanzas y con ello ahorrar mucho dinero. Su propósito era no depender de la okiya y retirarse de su vida como geiko para así tener paz en el resto de sus días. Su plan fue construir una casa al lado de la okiya para auto sostenerse y no incumplir sus deberes como geisha.

Después de todo esto, Mineko se retira de su vida artística como geiko y decide cerrar la okiya en el apogeo de su fama a la edad de 29 años. En este momento de cambios ella conoce a un pintor y restaurador con quien empieza a salir gracias a una persona que los une sirviendo de intermediaria. Mineko se casa con este hombre al cabo de un mes y de esta relación nace su hija a quien años después le narró su historia y quien la motivo a escribir acerca de la misma.

El libro Vida de una geisha nos cuenta una nueva y diferente versión sobre las geishas desde la perspectiva de una de las más famosas de su época Mineko Iwasaki, allí se evidencia la complejidad de la vida de las geikos y las tradiciones japonesas de la época desde su testimonio particular. Así que nos amplía el panorama de este mundo, hasta hora, poco conocido. Mineko narra lo que implica ser una mujer en el Japón antiguo y lo difícil que es romper con las tradiciones de su cultura, en aspectos como la educación de las mujeres, la explotación laboral y la economía, lo le permite pensar, reflexionar y cuestionarse acerca de su rol en la sociedad. Esto se evidencia en la educación que tuvieron las geikos era enfocada específicamente hacia las artes y no a otras disciplinas o ciencias esto debido a que en el tradiciones de la época las mujeres eran instruidas en el entretenimiento y esa era su único fin. Por otro lado en la parte laboral se observa como desde muy niñas eran obligadas a ejercer sus oficio del arte y la okiya recibía remuneración por ello y las niñas nunca veían el dinero. Igualmente era tal el grado de desconocimiento de las finanzas de la okiya que funcionaba económicamente distinto a cualquier otro negocio, donde se cubrían las necesidades básicas de todas, mas no se pensaba en su sueldo como artistas.

Para concluir es importante anotar que este libro resalta lo fascinante pero difícil que es vivir como mujer dentro del mundo de la geishas y así mismo lo arduo que es desligarse de estas tradiciones enmarcadas en una sociedad machista.

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