Una aproximación a la  hechicería en Aura de Carlos Fuentes

Aura - Novela de Carlos Fuentes
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En las siguientes líneas se trazará una aproximación a los actos y elementos simbólicos propios de la hechicería en la narrativa Aura (1962) del escritor mexicano Carlos Fuentes (1928 – 2012). El análisis se centrará, específicamente, en las imágenes de elementos tangibles que construyen lo simbólico de la hechicería, la psicología de los personajes y los aspectos  estructurales  de la obra. 

En Aura el argumento se desarrolla en una casa colonial, de estilo barroco, ubicada en el centro de la ciudad de México; un lugar abandonado y solitario, propio de las películas de suspenso y terror, de donde emanan creencias que envuelven las acciones en un misterio que atrapa al lector. 

Desde el comienzo de la obra se palpa la premonición y el misterio «LEES ESE ANUNCIO …» Un anuncio del periódico que parece estar escrito para Felipe Montero, joven y solitario historiador, protagonista principal de la obra; la segunda persona del singular (tú) y las acciones en presente indicativo: «recoge»,  da la idea de una voz que orienta la acción y pone en movimiento a Felipe a esa casa.

En el umbral de la casa asoma las primeras imágenes simbólicas de hechicería: colores grisáceos y verdosos, olores a raíces podridas, muros de  madera oscura, labrada al estilo gótico e imágenes religiosas. Al entrar, Felipe percibe otro mundo, otro espacio, otro tiempo, y con indiferencia deja la ciudad atrás con su humo, ruido y congestionamiento de tráfico.

En esta casa vive Consuelo, una anciana de edad avanzada, y su sobrina, una joven bella y misteriosa llamada Aura. El joven historiador será contratado por la anciana para completar las memorias de su esposo, el general Llorente, de origen francés, muerto seis décadas atrás.  De aquí en adelante, de manera gradual, los actos de hechicería comenzarán alrededor de Felipe.

El primer acto de hechicería tiene lugar cuando Felipe duda en aceptar la idea de quedarse a vivir en la casa mientras realiza la labor de historiador. En ese momento, como por arte de magia, la imagen de Aura aparece:  «… podrás ver esos ojos de mar que fluyen, se hacen espumas, vuelven a la calma verde …que son unos hermosos ojos verdes idénticos a todos los hermosos ojos verdes que has conocido o podrás conocer …» (p.26). Esos ojos verdes dominan a Felipe, él se deja cautivar, sin oponer resistencia,  y esto lo lleva  a cambiar de decisión, «-Si, Voy a vivir con ustedes.»

Dentro de la casa reina la  humedad, la sombra, la oscuridad,  un perfume adormecedor  y otros  elementos de hechicería que se van manifestando: imágenes de santos «las lágrimas de la Dolorosa, … las vísceras conservadas en frascos de alcohol«. Estos ritos  y elementos resumen ciertas características que las brujas y hechiceras practican en las reuniones satánicas. Bohórquez B. (2015) subraya que » …  la hechicería, mezcla la superstición y superchería con representaciones propias de la religión católica». 

De la misma manera, el ambiente de hechizo se va tejiendo alrededor de Felipe y a medida que avanza la trama puede observar a Consuelo de rodillas, en un acto frenético de trance espiritual, gatos encadenados que se queman, Aura en la cocina degollando un macho cabrío y su ropa bañada en sangre, ratones por todos los rincones de la casa, estos últimos dan la idea de que los gatos son para ser ofrecidos en sacrificios y no para cazar ratones. Y siempre al lado de Consuelo, su coneja, Saga, ella  se mueve a su paso, Saga: ¿mujer, continuidad de vida o qué?

En este espacio cerrado Consuelo utiliza sus dotes de hechicera para evocar espíritus y ambientar el espacio, prepara la mesa con platos llamativos y  pócimas  colocados en las comidas que ingiere Felipe. Todo esto causa en él sueños y pesadillas eróticas que le hacen experimentar sensaciones extrañas  y  culminan con la unión erótica de Felipe y Aura.

Al principio Felipe cree que Aura es una prisionera de la anciana y quiere rescatarla, cuál doncella de los cuentos de hadas, pero finalmente reconoce que  la imagen de Aura es solo una proyección de la anciana. Los movimientos simultáneos que efectúan ambas mujeres proyectan la fusión de la realidad con elementos fantásticos, dando una idea al lector de ambigua similitud.  

Consuelo ha logrado doblegar la voluntad de Felipe, la transfiguración en Aura le permite retener la juventud, permanecer en el pasado y continuar con la historia … ya es demasiado tarde para Felipe;  al leer los manuscritos del general Llorente se embebe de su espíritu, se deja seducir por su discurso y acepta su identidad para convertirse en el otro, en su gloria y en su triunfo. Felipe, la fotografía es él en el espejo. «… te tocas los pómulos, los ojos, la nariz, como si temieras que una mano invisible te hubiese arrancado la máscara que has llevado durante veintisiete años: … un cuarto de siglo han cubierto tu verdadera faz, …» (p. 93).

Aura no tiene vida propia, independiente de Consuelo, resultan ser rostros de una misma figura, escenificación de movimientos, pistas falsas en un proceso de transfiguración «… cuando están juntas, hacen exactamente lo mismo: se abrazan, sonríen, comen, hablan …» (p. 82). Queda claro cuál enamorada está Consuelo de su juventud y belleza, al no aceptar su identidad y situación física. Aura y Consuelo, una misma persona, en esa búsqueda de la juventud y deseos de recuperar el pasado.  

El lector no se percata de inmediato de la duplicidad de personajes, sino más tarde por los movimientos y signos de las dos mujeres. En tal sentido, Delgado, García y otros (2006) concuerdan en señalar: «Según la estética de la recepción, el lector es el escenario donde el texto se proyecta, a su manera y también a la manera del texto» (p. 184). En efecto, el texto solo toma vida cuando ocurre la concretización por parte del lector, que debe ir hilvanando la historia para darle sentido porque se pierde la realidad de la fantasía.

La voz narrativa en Aura en segunda persona nos relata los actos de hechicería que conllevan a la transfiguración de los personajes de la historia, donde se tejen elementos recurrentes en la narrativa de Fuentes; realidad mexicana, envuelta en creencias, mitos, rituales tradicionales, fantasía, arquetipos de la  historia, mezclados con elementos propios del realismo mágico.

El tiempo funciona como elemento de tensión para poner a prueba la capacidad del lector. Hay un cambio en el tiempo, en el contraste de la ciudad y la casona, vieja, barroca; números de la casa viejos y nuevos; también se observa un cambio en el tiempo cuando Felipe descubre su vida en el pasado, al creerse Llorente. Después el tiempo se detiene,  «No volverás a tocar ese reloj … » queda atrapado en el presente y el futuro: «-Volverá, Felipe, lo traeremos juntos. Deja que recupere fuerzas y la haré regresar …».

En cuanto a la estructura la novela, se divide en cinco capítulos y la descripción y narración de los hechos es  lineal; sin embargo, se percibe una fragmentación cuando Felipe lee los manuscritos con detalles del pasado.

Se puede concluir que Aura representa una narrativa realista mágica que plantea la simbología fragmentada de la realidad en una mezcla perfecta de fantasía, hechicería,  religión y muy especialmente se connota la pérdida de identidad de los personajes; originado, por un lado, a la no aceptación al envejecimiento como una condición de vida y por el otro apoyado por  los deseos varoniles.  Así, en Aura la hechicería constituye el arma que mueve el tiempo y subyuga la mente; y poco a poco lo real se va rompiendo en lo fantástico en ese espacio cerrado de la casa donde se mueven estos cuatro personajes que refuerzan el papel de la hechicería.

También se puede inferir por contraste u oposición que la realidad se pierde porque mientras nuestro protagonista Felipe (joven) se enmascara para cubrir sus vacíos internos, anhelos o necesidades que probablemente subyacen reprimidos en su subconsciente  y lo llevan a  tomar la identidad del otro; Consuelo (anciana) poseedora del conocimiento de manipulación varonil  aprovecha su sagacidad, hechicería,  y poder para dominar y seducir a Felipe (fuerte / débil).

Como reflexión final sobre la novela, a pesar de su carácter fantástico, es posible reconocer la voluntad e inteligencia de una anciana de más de cien años que tuvo la voluntad y el coraje de luchar por sus motivos y deseos para recuperar su pasado feliz. Esto contrasta con el mensaje que el autor dejó plasmado en sus discursos y narrativas, con sus sueños de ver un país mejor, transformado y progresista, con la voluntad y la inteligencia de todos, pero  sin perder la identidad. Es un buen ejemplo de auto reflexión sobre el proceso de construcción de una nación y la invitación a conocer el pasado, aprender de él, sin regresar a él para no cometer los mismos errores en el presente.

Referencias 

Bohórquez B. Emma, (2015), El pensamiento mágico : Un diálogo desde la novela latinoamericana. Universidad Tecnológica de Pereira, Facultad de Bellas Artes y Humanidades. . [Archivo PDF] https:// repositorio.utp.edu.co.

Delgado, Ángel; García, Donaldo  y Truneanu, Valentina. La estética de la recepción en la historia interminable.  Revista de Artes y Humanidades.  Universidad Católica Cecilio Acosta. 17, 182 -192.

Fuentes,  Carlos  (1999 3era. Edición ). Aura. Caracas – Venezuela.  Editorial Buchvacao.

Ordiz, Francisco J. (2003). Mito e identidad en la obra de Carlos Fuentes. I Jornadas: Literatura, Crítica y Medios perspectivas 2003. Biblioteca Digital de la Universidad Católica Argentina. [Archivo PDF ] https://repositorio.utp.edu.arg.

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Autor: Deysi Manzanillo

Profesora en biología, lengua y literatura, con especialización en la enseñanza de la lengua. Nativa y residente de Venezuela. Amante de la lectura.

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