Reseña de Hija de la ira

5
(1)

Estamos ante una novela en la que se pueden apreciar elementos característicos del thriller, abundantes rasgos del relato policial y numerosos componentes de la novela negra en perfecta simbiosis que constituyen lo que hoy se considera literariamente novela criminal. A ello se suma el hecho de que está narrada con la precisión de una crónica, las concreciones temporal y espacial en que se suceden los hechos, señaladas en cada capítulo, muestran una cualidad más para considerarla como un modelo de ese tipo de relatos.

Hija de la ira
Autores: Ana Rojas y Pablo Escribano.
Editorial: NdeNovela (sello editorial de Planeta, S. A.).
Primera edición: mayo 2025
Páginas: 338.

Introducirse en Hija de la ira es embarcarse en una historia a través de un viaje veloz, de una aventura conmovedora, cuya acción trepidante encuentra acomodo en una trama policial desarrollada en un contexto que muestra uno de los ambientes más sórdidos de la sociedad actual. Es un relato de hoy, representativo de un universo particular perfectamente reconocible en el mundo presente por los temas que lo revelan y retratan, identificadores de este subgénero literario, como son la ausencia de sentimientos, de afectividad, en la mayoría de sus personajes frente a la abundante presencia de una abominable violencia ejecutada en diferentes ámbitos y de diferentes maneras, desde el maltrato familiar más cruel, o los desgraciados asesinatos sin escrúpulos (incluido el animal) hasta el ensañamiento sicológico más perverso; además del chantaje y la venganza como normas de comportamiento propios de ambientes mafiosos con el objetivo de ‘ajustar cuentas’ entre delincuentes que se rigen por la ley omertá; el narcotráfico más canalla y no únicamente para trapichear como medio de subsistencia; el conflictivo y sensible mundo de la migración al que pertenecen la protagonista y algunos personajes secundarios, más otros asuntos menores con menor incidencia en la trama y en el argumento. Asentados en un entorno de depravación y criminalidad típicos de los bajos fondos, aparecen expuestos con naturalidad por el punto de vista con que se presentan (narradores omniscientes).

Los personajes responden al esquema clásico de este tipo de novelas: policías que persiguen a criminales asesinos, malhechores que actúan al margen de la ley. Corresponden a estereotipos peculiares de estos modelos de vida, aunque se aprecian personalidades y comportamientos originales en ambos ‘bandos’, en unos casos derivados del ‘papel’ que representan y en otros por los rasgos innatos de algunos de ellos. Todos son seres que llegan al lector, posiblemente no generen empatías por ser quiénes son y cómo actúan, pero sí los vemos como personas que, sin saberlo, podríamos tener a nuestro lado en cualquier lugar y momento. Sobre Oriana, el personaje principal, se desarrolla y gira toda la trama, es su propia vida la que se narra, la de una joven hecha a sí misma procedente de un ambiente familiar desgraciado del que se encuentra fatalmente desarraigada y del que huye para librarse de él; sin embargo, un destino incierto la persigue sin piedad con un fin desconocido por ella. Y nos plantea el siguiente dilema, ¿Oriana es víctima o heroína ? Sin duda constituye el misterio principal, una incógnita que el lector deberá desvelar y reconocer.

En el desarrollo de la trama son esenciales los recursos discursivos que utilizan porque contribuyen poderosamente a seguir las pesquisas que conducen a conocer el desenlace, Hija de la ira muestra características muy rotundas para lograr ese objetivo. Sobresalen una superior presencia de lo narrativo sobre lo descriptivo; la abundancia de diálogos breves, propios de los interrogatorios policiales y de quienes están fuera de la ley, sin apenas reflexiones, en los que predomina la espontaneidad; el empleo casi exclusivo del presente de indicativo que aporta realismo a los hechos, los hace más auténticos y los acerca al lector; el uso generalizado de frases cortas (con predominio de oraciones simples) y no solo en los diálogos; un léxico coloquial, desinhibido, directo y vehemente en ocasiones, muy representativo de ese mundo. A ello hay que sumar la importancia del ritmo en el desarrollo de la acción para crear la tensión propia de esta clase de relatos, su intensidad estimula la intriga y acentúa el suspense para conducir la trama de sorpresa en sorpresa hasta el remate final, una de las cualidades más sobresalientes de la novela.

La conexión de la literatura y el cine ha sido una realidad desde que se inventó el cinematógrafo, los cientos o miles de textos literarios llevados a la pantalla han sido innumerables desde aquel momento, en el caso de esta especie de novelas las versiones cinematográficas han sido inmensas. Hija de la ira guarda una visible relación con el séptimo arte; a ello contribuyen la mayoría de la características analizadas en párrafos anteriores referentes al tema, la trama y a los recursos discursivos, a las que se añaden otras tres básicas para consolidar esa relación: la primera es la división de la estructura externa en capítulos que podrían ser otras tantas secuencias cinematográficas en los que, con cierta frecuencia, aparecen episodios en flashback, una técnica narrativa felizmente compartida por el cine y la literatura; el segundo, la música, cada uno de los 31 capítulos tiene asignado una canción que se escucha a través de un código QR para ofrecer una recreación sonora, la música de la película; y la tercera, los mapas de los lugares en los que se desarrolla la acción, espacios geográficos situados en una comarca muy conocida de la provincia de Burgos que la dotan de una mayor verosimilitud. Indudablemente, todo el conjunto la convierten en una novela cinematográfica.

Escrita por dos personas al alimón, dos compañeros de profesión, docentes, no se aprecia en ella bicefalia, por el contrario se percibe una coordinada unidad temática y de estilo en la creación de una intriga que impacta continuamente, capaz de mantener el suspense como motor de la acción para ir resolviendo los enigmas que se presentan. En esa labor han sido decisivos una serie de elementos que, en unos casos alternativamente y en otros mediante oposición, han servido para ir desarrollando la trama, cito los más evidentes: incertidumbres y dudas frente a certezas, sospechas frente a convicciones, recelos frente a confianza, fracasos frente a anhelos, frustraciones frente a esperanzas, desazón frente a serenidad, desconsuelo frente a complacencia, engaño frente a ingenuidad y odio frente a candidez. Siempre transmitido con naturalidad y rigor, sin sutilezas, con solidez y precisión, narrado con una enorme fidelidad en la que no queda espacio para la fantasía ni para la ciencia ficción, con una inmensa fuerza que emerge del realismo de la historia; una novela que posee todo el ardor y emoción de este tipo de relatos que con tanto éxito se cultivan hoy y atraen a miles de lectores. Y sin olvidar que en el trasfondo de la trama aflora un reconocible mensaje sobre las consecuencias de la perversión y depravación en determinadas relaciones humanas, especialmente entre las familiares, expuesto con mucha claridad para enseñar que en la vida no hay casualidades.

¿Cómo te ha parecido este contenido?

¡Haz clic en las estrellas para puntuar!

Promedio de puntuación 5 / 5. Recuento de votos: 1

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este contenido.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.