Si la pintura es el arte del color y de las líneas y la música es el arte del sonido, podemos decir entonces que en el campo de la literatura la poesía es el arte de la palabra. Se le llama poesía al ordenamiento del lenguaje, que puede ser en verso o en prosa, mediante el cual la palabra construye un ritmo y una melodía constituyéndose como forma artística a través de la cual se pueden expresar sentimientos, afectos, pensamientos, ideas, sueños, percepciones.
De acuerdo con Johannes Pfeiffer en su libro La poesía los elementos que configuran verbalmente la poesía son ritmo, melodía, imagen, metáfora, ánimo y estilo. Ritmo y melodía remiten al aspecto audible de la poesía; imagen y metáfora remite a su dimensión conceptual; y ánimo y estilo remite a la articulación vital de la poesía entre la forma y el contenido.
La poesía también se caracteriza por proponer una serie de significados originales que surgen de la capacidad del poeta para innovar con el lenguaje mediante asociaciones de distintos aspectos de la realidad que no son los comunes. Es muy citada la definición de Isidore Ducasse, un poeta referente del surrealismo y de otros movimientos vanguardistas, más conocido como el Conde de Lautreamont quien, en la segunda mitad del siglo XIX, define la poesía como el encuentro fortuito entre una máquina de coser y un paraguas en una mesa de disección. Podemos sumar a esta definición la del poeta francés Stephan Mallarmé quien en su ensayo “Magia” dice: “Entre los antiguos ritos y el sortilegio que la poesía será siempre, existe un secreto parentesco; por lo tanto, escribir poesía significa evocar, en una oscuridad expresamente buscada, el objeto no nombrado por medio de palabras alusivas, jamás directas; supone una tentativa cercana a la creación, únicamente puesta en juego por el encantador de letras que es el poeta”.
Por lo general, estas asociaciones mediante las cuales la poesía vincula aspectos disímiles de la realidad se producen a través de figuras literarias. Las figuras pueden ser de dicción, como las aliteraciones, por ejemplo; de construcción, como el hipérbaton; o de pensamiento, como la metáfora. La conjunción de estas figuras le dan forma al poema. El poema es una composición literaria de carácter poético que puede ser escrita en verso o en prosa.
Sin embargo es necesario advertir que la poesía, como juego de correspondencias simbólicas, sensoriales, existenciales, que rompen con la lógica y con la analogía formal, cromática, sensorial y estructural, no se limita a adornar rítmica o analógicamente con metáforas, símbolos o juegos de palabras la escritura, sino que, a través del uso de las figuras literarias, y de las posibilidades lingüísticas en la construcción del ritmo y de la melodía pretende convertirse en un instrumento por medio del cual el poeta busca, entre otras cosas, crear imágenes, nombrar afecciones, compartir sentimientos, distribuir saberes, exponer ideas, ilustrar pensamientos o revelar sueños. Los poemas pueden, además, pertenecer a alguno de los diferentes géneros de la poesía por lo que un poema puede ser épico, lírico, dramático, bucólico, entre otros.
En la Antigüedad clásica el tipo de poema que primó fue el poema épico, como La Iliada o La Odisea. La poesía épica se caracteriza por ser un género compuesto por poemas de grandes extensiones en donde se narran hazañas, aventuras y actos heroicos protagonizados en gran parte por un personaje central que es el héroe. Este género se sostuvo hasta la modernidad. Grandes poemas épicos medievales son La Chanson de Roland (1170), Beowlf (siglo VIII-XII), El cantar de los Nibelungos (1200) y El cantar del Mío Cid (1207).
La poesía lírica de la Antigüedad, por su parte, consistía en un grupo de poemas que se cantaban acompañados por la lira, de ahí su nombre. En estos poemas ya no se cantarán hechos heroicos, como en la poesía épica, sino que se trata de una poesía que remite al mundo íntimo del poeta. La poesía lírica es aquella que refleja la subjetividad del sujeto poético. Tampoco va a ser ya una poesía de larga extensión como sí lo era la poesía épica, sino que se trata de una poesía que se caracteriza por su brevedad.
Ahora bien, de acuerdo a Javier del Prado en su libro Teoría y práctica de la función poética “la poesía occidental desde mediados del siglo XIX, tiende de manera casi constante hacia la recuperación del espacio enigmático y profético que tenía en la antigüedad”. La lírica moderna, es decir, aquella que va desde Baudelaire, a mediados del siglo XIX, hasta mitad del siglo XX, de acuerdo con Hugo Friederich, es una poesía donde el poema aspira a ser una entidad que se basta a sí misma. En el libro Estructura de la lírica moderna, Friederich apunta que “con Baudelaire empieza la despersonalización de la lírica moderna, por lo menos en el sentido de que la palabra lírica ya no surge de la unidad de poesía y persona empírica, como lo habían pretendido los románticos, en contraste con la lírica de muchos siglos anteriores”. Y más adelante agrega: “el poema moderno se refiere a realidades -ya de las cosas, ya del hombre-, no las trata de un modo descriptivo, con el calor de una visión o de una sensación familiar, sino que las traspone al mundo de lo insólito, deformándolas y convirtiéndolas en algo extraño a nosotros”. Poemas como los que componen el libro Las flores del mal (1857) de Charles Baudelaire, Iluminaciones (1886) de Arthur Rimbaud y Prosas profanas (1896) de Rubén Darío son ejemplos notables de la más alta poesía lírica moderna.
Con las nuevas realidades de la civilización técnica en el siglo XX, la poesía agregó a sus temas elementos como el teléfono, la radio, los aviones y las máquinas, que suponían a comienzos de siglo toda una novedad que amplificó las posibilidades técnicas de la expresión poética. A propósito de esto Friederich señala que escribir poesía se convierte en un trabajo mecánico de precisión. Esto sugiere que frente a la pregunta ¿Qué es la poesía? el acto de escribir (y/o recitar) poesía le define en buena medida. E.H. Gombrich también ve así la definición del «Arte»; comenta que el arte es lo que el artista hace, el arte es la acción de crear obras que pretenden pertenecer al rubro de lo artístico.
Poetas de distintas lenguas como Guillaume Apollinaire en Francia, T.S. Elliot en Estados Unidos e Inglaterra, Federico García Lorca en España, Oliverio Girondo en Argentina o César Vallejo en Perú incorporan en sus poemas elementos propios del desarrollo del mundo moderno a la vez que indagan y experimentan en búsquedas formales propias de las vanguardias. De esta manera, la poesía vanguardista del siglo XX irrumpe en las técnicas expresivas tanto como en los temas y contenidos. Esta tendencia se va extender, con todos los matices propios de las lenguas y estilos, a lo largo del siglo XX a través de poetas como Paul Valery, Ezra Pound, Saint John Persé, Rainer María Rilke, André Breton, Cesare Pavese, Paul Claudel, Dylan Thomas, René Char, Edward Estlin Cummings, Wallace Stevens, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Marina Tsvietáieva o Vladimir Mayakovsky, por nombrar algunos de los más representativos de Europa.
En América Latina la poesía del siglo XX tuvo múltiples facetas, estilos, derivas y expresiones. Autores como Pablo Neruda con su Residencia en la tierra (1933) o su Canto general (1950), Gabriela Mistral con Desolación (1922) y Tala (1946), José Lezama Lima con Muerte de Narciso (1937), Xavier Villaurrutia con Nostalgia de la muerte (1938), Jorge Luis Borges con El hacedor (1960) y La cifra (1980), Nicanor Parra con Poemas y antipoemas (1954), Octavio Paz con Libertad bajo palabra (1957) y Topoemas (1971), Idea Vilariño con Nocturnos (1955) y No (1980), Gonzalo Rojas con La miseria del hombre (1948) y Contra la muerte (1964), María Mercedes Carranza con El canto de las moscas (1987), José Emilio Pacheco con Tarde o temprano (1958-2000) son algunos de los más representativos de la poesía latinoamericana del siglo XX.
Con los desarrollos digitales del siglo XXI las nuevas tecnologías fueron incorporadas a la poesía. La investigadora Claudia Kozak en su libro Tecnopoéticas argentinas. Archivo blando de arte y tecnología utiliza el término “tecnopoéticas” para referirse al cruce entre tecnologías digitales y poesía. Al hablar de tecnopoesía dice Kozak que “se trata de una poesía que se aleja del objeto libro y del aislamiento de la palabra, para trabajar en el deslinde de los lenguajes (…) Obras, proyectos, no-obras, ideas, personas y programas artísticos, en fin, poéticas, que de variadas maneras –incluso en formas políticas a veces irreconciliables– asumen en cada momento el entorno técnico del que son parte y actúan en consecuencia”.
Un antecedente de esto es la videopoesía donde como dice María Andrea Giovine en su artículo “Videopoesía o el arte de la palabra en movimiento”, “las computadoras se emplean como elementos de configuración y también como instrumentos de edición de imágenes y textos. Los videopoemas se realizan usando cámaras de video o programas de computadora como Movie Maker o Adobe Premier, entre otros. La gran mayoría de los videopoemas incluyen audio (ya sea voz, música o ambas) y todos emplean como soporte la pantalla de una computadora o de una televisión”. Dentro de este tipo de poesía que pasa del papel al byte se encuentran diferentes subgéneros como la ciberpoesía, la poesía spam, la net poetry, la poesía digital programada, entre otras.
Bibliografía y recursos:
- PFEIFFER, Johannes (2000) La poesía. México: Fondo de Cultura Económica.
- DEL PRADO, Javier (1993) Teoría y práctica de la función poética. Madrid: Cátedra.
- FRIEDRICH, Hugo (1959) Estructura de la lírica moderna. Barcelona: Seix Barral.
- KOZAK, Claudia (2013) Tecnopoéticas argentinas. Archivo blando de arte y tecnología. Buenos Aires: Caja Negra Editora.
- Leer en este enlace reseñas sobre poemas y libros de poesía.