Reseña de «Los aventureros» de Robin Wood

Reseña de la serie Los Aventureros de Robin Wood
4.7
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«¿Qué es la aventura? Es muy difícil de explicar. Aventura es una hermosa y vaga palabra que puede significar muchas cosas sin ninguna hilación de una con la otra. Aventura es algo femenino e indescifrable y no trataremos aquí de descifrarlo. No. Solo relataremos la historia de tres hombres que fueron sus apasionados amantes» Con esta frase reflexiva y a modo de preámbulo, el escritor paraguayo Robin Wood nos introducía a mediados de la década de los 70s en el primer episodio de «Los aventureros», una serie de aventuras de 158 capítulos, que formaría parte del álbum «El Tony» de la ya extinta editorial argentina Columba, donde desfilarían una larga lista de personajes mundialmente famosos como Dago, Nippur y Gilgamesh entre muchos otros.

Fue mirando las películas francesas «Les aventuriers» (1967, un film de Robert Enrico) y «Adieu l’ami» (1968, un film de Jean Herman), que Wood se sintió inspirado a crear una serie de tebeos cuyo pilar fundamental era los lazos de amistad inquebrantables de un grupo de amigos que se verían una y otra vez envueltos en un sinfín de situaciones donde afloran el valor, los nervios de acero, el ingenio y por sobre todo el sentimiento de contar con brazos amigos para afrontar lo imposible.

Desde mi punto de vista «Los aventureros» logró reunir un conjunto de elementos solo comparables con las películas de Tarantino y dentro del género que se denomina «cine bizarro» aunque con una dosis mucho más alta de acción y aventura que la hacen difícil de encasillar. Los protagonistas se conocen en una «Ciudad luz» (París) que viene de sobreponerse de la terrible inundación de 1909/1910 y de allí comienzan sus viajes y experiencias que van desde las paradisíacas islas de la Polinesia al desierto egipcio y de la aristócrata Europa sumida en guerras a la piratería en los mares del mundo, y con la magia que solo la tríada Wood – Fernández y Villagrán logran imprimirle sin caer en la repetición ni en la monotonía.

La historia nos lleva a comienzos de 1910, donde nos presenta a tres personas con orígenes culturales y sociales muy diferentes. En un remoto y desértico pueblo de México un bribón y pistolero local está a punto de ser fusilado contra un paredón por un grupo de militares que conforman una pequeña guarnición. El condenado se llama Miguel Luján. Con un rostro curtido por el calor de su tierra y con ojos achinados que reflejan la mirada de un hombre acostumbrado a mirar el horizonte, permanece de pie esperando que los verdugos se decidan a disparar. La condena puede evitarse y el precio a pagar es simple: solo debe decirles a sus victimarios dónde se halla el oro que su amigo Carranza ha escondido. Ante la negativa de Miguel, los fusiles disparan. Pero el mexicano es tan astuto como ágil y con un solo movimiento se lanza al suelo esquivando la ráfaga y antes de que los soldados puedan prepararse para el remate se decide a hablar.

Miguel los conduce al medio del desierto donde Carranza enterró el tesoro. Es obligado por el capitán de la guarnición a escavar hasta encontrarlo. Horas más tarde Miguel desentierra un cofre, pero de allí no saca oro sino una pistola Máuser con la que abre fuego contra sus captores. Solo uno de los soldados logra escapar de los disparos y aunque Miguel siente que de momento está libre, sabe que solo es cuestión de tiempo para que otros soldados lo busquen para matarlo. Su único camino es el exilio y para ello, se introduce con rumbo desconocido a un barco carguero que lo llevará a París.

La historia nos lleva ahora a Europa del Este, a una Polonia conflictuada por la creciente invasión de los rusos donde Alexander Pawloski, el último príncipe de su estirpe, tras una frustrada rebelión que lideró con la esperanza de poder liberar a su tierra natal de sus intrusos, esperaba pacientemente bebiendo su última botella de champagne a que un grupo de bolcheviques irrumpieran en su castillo para ejecutarlo.

El monarca lleva puesto el uniforme que esperaba ver oficializado alguna vez en su ejército. Su cabello es rubio, corto y su expresión seria, soberbia y a la vez reflexiva.

Brinda en solitario una vez más por Polonia y tras ello finalmente los rusos irrumpen en su morada. El monarca acepta su destino esperando morir por la tierra por la que siente orgullo. Pero no es una muerte martirizante o heroica la que el grupo de bolcheviques piensan darle. Ellos sienten que despojarlo de sus tierras y de su honor es algo aún peor que matarlo. Y así, sin más, abandonan al destierro en la frontera con Austria, a un ex monarca que en el medio de la noche y sobre un camino blanco de nieve parte a pie apoyándose en su bastón. Una vieja herida de guerra le reporta a veces algo de dificultad al caminar, pero su orgullo aún está más vulnerado. Al amanecer llega hasta la cabaña de un campesino que le vende a Alex una buena ración de queso, pan y unos suecos de madera a cambio de sus botas de montar. Ahora debe llegar hasta Francia de alguna manera y pedir allí asilo político.

Mientras tanto, en un taller mecánico de Inglaterra, un robusto ex militar de mandíbula cuadrada, rostro afeitado y cabello enrulado peinado con jopo, trata de reparar el vehículo de un petulante ricachón llamado Lord Rivers. El ex militar optó por lo que tal vez considera como una incipiente y creciente industria y un mejor aún negocio, el de los automóviles. Su nombre es Mike Nolan y mientras trabaja, la novia de su adinerado cliente no deja de exibir bajo su corta falda unas torneadas piernas. Es un macabro juego de seducción que va camino a terminar muy mal. Ella le advierte a Rivers acerca de la mirada del trabajador, y Rivers no aguantando la insolencia del mecánico, opta por abofetear a Mike Nolan. Sin embargo el poder del lord solo reside en su dinero y no en su físico y con un solo golpe de Nolan caerá abatido junto con la advertencia de que no vuelva a provocar a un hombre grande como Nolan.

Mike es un hombre formado en un ambiente hostil, donde la preparación para el combate en una posible guerra lo ha llevado a adquirir una personalidad ruda de hombre de hielo, pero a la vez posee códigos y valores inigualables. No obstante Mike siente que los días siguientes alguien ha estado persiguiéndole. Es solo una incómoda y punzante sensación. Pero al llegar una noche a su taller encuentra allí a un grupo de bravucones comandados por un ofendido Rivers que espera cobrarse revancha contra el mecánico. Tras una ardua lucha, Nolan pone a flote sus conocimientos de boxeo a puño limpio y aunque es herido, logra dejar fuera de combate a los matone y al mismo Rivers, tras lo cual comprende que con el dinero que le queda, debe marcharse de su amada Inglaterra cruzando el Canal de la Mancha en barco hacia París, no sin prometerse que nunca volverá a mirar la piernas de otra mujer, algo que desde luego no cumple apenas ve a una dama solitaria en cubierta.

Tras este capítulo piloto se produce el «Encuentro en París» de los tres protagonistas. Es un 24 de Diciembre de 1910. Miguel se la pasa pidiendo limosnas por las calles haciéndose pasar por «ciego o tuerto». A pocas cuadras de allí, Alexander sale de un lujoso hotel en el que trabaja como anfitrión de bienvenida de los huéspedes a cambio de un sueldo, el alquiler de un departamento de poca monta y las propinas que pueda recibir. Al finalizar su jornada sale caminando y se topa en la calle con Miguel. Le dá una propina y comienzan a hablar. El mexicano se sorprende de que Alex sepa varios idiomas, que sea un ex monarca y que sintiéndose solo le ofrezca a él, un extraño mendigo la llave de su departamento para pasar la Navidad con él. Miguel acepta el ofrecimiento, pero mientras va camino al departamento se topa con un «gringo» al que planea asaltar para tener algo de dinero. Él le dice no tener un centavo. Ambos comienzan a dialogar y se dan cuenta que de alguna manera tienen mucho en común a pesar de sus orígenes diferentes.

El diálogo se interrumpe cuando los dos presencian una emboscada que un grupo de gángsters le hace al carruaje en el que viaja un ministro francés y su familia con la idea de asesinarlos. Mike logra desarmar a uno de ellos y Miguel acaba con el resto. Tra ello, en muestras de agradecimiento por haberles salvado la vida a él y su familia, el ministro recompensa a Miguel y a Mike con una suntuosa comida y ropa nueva con la que sorprenden a Alexander a su llegada. No lo saben pero ese es el comienzo de una inquebrantable amistad.

Al día siguiente un funcionario contrata el servicio de los tres como guardaespaldas y parten en tren rumbo a Viena. Aquí comienza a revelarse la fórmula de la serie donde el grupo de amigos suele trabajar o bien como guardaespaldas de alguna personalidad de peso o bien como rescatistas de alguna persona secuestrada a la que deben rescatar. Es así como comienzan los viajes alrededor del mundo acorde la fama de los servicios de los aventureros va creciendo.

El destino los lleva a quedar varados en una isla del Pacífico Sur y establecidos en la Polinesia un tiempo, adquieren luego dos veleros con los que se encargarán de recorrer el mundo viviendo todo tipo de experiencias mientras transportan mercaderías a cambio de una buena paga. En el camino conocen a Storm, apodada «la niña duende», una joven rubia con la cara poblada de pecas, con un look ligeramente neohippie, que anda siempre descalza, de muy mal carácter, marimacho y difícil de tratar. Pero a la vez, la valentía de la joven y su habilidad tanto en la lucha cuerpo a cuerpo como en el manejo de los revólveres, hacen que ella se convierta en una heroína de peso dentro de la serie.

Storm, personaje de la serie Los aventureros
Storm, personaje femenino de la serie Los aventureros

El personaje de Storm rápidamente se convirtió en el favorito del público al punto de llegar a opacar los roles protagónicos masculinos del trío original, quedando estos claramente secundados en capítulos como «El poeta» o «Un baile para Storm». Quizás por ese motivo, el guionista Robin Wood decidió darle a Storm una muerte heroica, donde luego de rescatar nuevamente a sus amigos de una emboscada llevada a cabo por parte de un grupo de agresivos aborígenes polinesios aliados de un traficante de perlas, Storm cae abatida de varios disparos muriendo más tarde a bordo de un segundo velero recién adquirido al que sus amigos bautizan con el nombre de la muchacha. Storm es incinerada junto con el antiguo velero «Afrodita» en una especie de funeral vikingo.

Este recurso argumental permitió que la historia se centrase nuevamente en los tres amigos, que ahora compartirían sus aventuras a lo largo y a lo ancho de una Europa sumida en el conflicto bélico de la Primera Guerra Mundial, donde tratan primeramente de evitar sin éxito en asesinato del archiduque de Austria, Francisco Fernando, y luego, ya desencadenada la guerra, Mike regresa temporalmente a Inglaterra para tratar de alistarse en el ejército en el que sirvió siendo más joven donde ahora es rechazado. La serie aquí adquiere características de novela histórica por varios capítulos.

Para ese entonces la editorial Columba había recibido un gran número de cartas de lectores en protesta de la muerte de Storm. Robin Wood continuaría con la serie hasta el episodio # 75 y luego, a su propio pedido, se hace cargo de los guiones el escritor Armando Fernández, firmando a veces por el pseudónimo de «Raúl Montalván». El dibujante, Enrique Villagrán, le pide entonces a Arando Fernández, que «reviva» de alguna manera a la antigua compañera de aventuras Storm y Fernández le dá un giro a la historia algo peculiar.

Capítulo "Final de Fuego" en el que muere Storm
Capítulo «Final de Fuego» en el que muere Storm

De regreso a Hawaii, los aventureros creen haberse vuelto locos al ver entre la gente de los muelles a Storm. Luego se ven en aprietos entre un grupo de gángsters de los que salen airosos gracias a la cooperación precisamente de Storm, que les explica que ni murió sino que logró recuperarse, saltar del barco en llamas y llegar a tierra donde curó sus heridas. El grupo festeja su regreso pero Alex comienza tiempo luego a sospechar y descubren que la nueva heroína no es en verdad Storm sino otra vagabunda de los muelles de Hawaii que por alguna rareza del destino guarda una similitud inexplicable con Storm y que una banda de rufianes la estaba utilizando para engañar al tío de Storm en la obtención de un mapa de un tesoro.

La nueva joven demuestra una absoluta lealtad por sus nuevos amigos y ellos la bautizan «Star». A diferencia de su antecesora, Star evoluciona como personaje, llegando incluso a formar pareja con el ex monarca polaco, no sin antes recordarle que «tu eres un tipo de cultura y linaje y yo una pobre diabla de mal carácter». Star permanecería con el grupo hasta el final de la serie, en el capítulo # 158 que por cierto tendría un final abierto donde el grupo parte en el velero «Storm» por el mar de la China a seguir viviendo aventuras.

La concepción de los personajes resultó una gran novedad para el momento en que la serie se creó. Robin Wood y especialmente Enrique Villagrán, dibujante de trayectoria internacional, que aparecía en los tebeos bajo el apellido materno de «Gómez Sierra», tomaron como base para la creación de los rostros de los personajes de Miguel, Alexander y Mike a reconocidos actores del cine de la época que habían potagonizado juntos varias películas: Charles Bronson (tanto afeitado como con bigote) , Alain Delón con el cabello rubio y a Burt Láncaster en los 50s respectivamente.

La cuarta protagonista Storm, que luego evolucionaría hacia Star tiene una historia algo peculiar. Al comienzo quizás no tuvo una fuente inspiracional directa pero hacia el final de la serie, su rostro fue adquiriendo algunos detalles estéticos para asemejarse más a Silvina Ruiz, una de las asistentes y secretaria de aquel entonces en el estudio donde se producía la tira.

Cronológicamente, la Storm de Columba, es una de las primeras heroínas creadas en Argentina, luego de Rima, la muchacha de la selva de Guillermo Hudson en la novela «Green Mansions» que fuera llevada al tebeo por DC en los 70s.

También otros personajes de roles más secundarios se basaron visualmente en personalidades famosas de aquel entonces, apareciendo retratados Catherine Deneuve, Bruce Lee y Leigh Taylor-Young entre otros. Asimismo, la serie reunió sin proponérselo, varios elementos que caracterizarían a las posteriores películas de Quentín Tarantino como son las escenas de violencia, luchas cuerpo a cuerpo, artes marciales, gore y hasta dosis de erotismo, esto la convierte en una serie de tebeos altamente recomendable para adolescentes y adultos, que gusten del cine bizarro y las películas de acción.

La serie Los aventureros es una historieta clásica dentro de la editorial Columba. Si bien no estuvo en la primera línea de las más leídas de la editorial frente a otras como Gilgamesh, Dago o Nippur, tiene una gran cantidad de seguidores y la riqueza de la estética de los personajes, inspirados en la fisonomía de personas reales, junto con la base histórica y el ambiente geográfico donde se desarrolla la serie, la convierten en un producto único a nivel local.

Robin Wood volcó su espíritu de aventurero y viajero incansable en cada uno de los guiones que escribió. Muchos argumentos con descripciones detalladas del período histórico en el que se desenvuelve la serie (1910 – 1920) o de los lugares del mundo en los que se centra la acción, ponen de manifiesto los conocimientos de historia y geogrefía de su guionista originario, producto de haber sido la lectura a temprana edad y sus permanentes viajes ya de adulto, sus principales fuente de entretenimiento y pasión.

Enrique «Gómez Sierra» Villagrán fue un dibujante de condiciones excepcionales dentro del dibujo realista de la figura humana, confiriéndoles a sus personajes características facilmente reconocibles y asociables donde se destacaban la creación de heroínas con una serie de clichés típicos de su estilo artístico, como un carácter rudo y altamente vanguardistas que no mostraban temor ante ningún hombre, (aunque a la vez podían caer profundamente enamoradas de estos) y que podían pasar en una misma historia de ser temibles a convertirse en damiselas en apuros o a tener reacciones claramente salvajes dependiendo de la situación.

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Autor: Ernie Pilos

Escritor aficionado y crítico de comics.

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