Café y Conflicto en Colombia 1886-1910, un libro de Charles Bergquist

reseña del libro Café y conflicto en Colombia
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El libro de Charles BergquistCafé y Conflicto en Colombia (1886-1910)” explica el primer boom exportador del Café en Colombia, su efecto económico y su conflictivo contexto social. Charles Bergquist es un historiador, experto en estudios latinoamericanos, que ha estudiado a fondo la conformación del Estado moderno colombiano y de otros países latinoamericanos. Esta reseña está realizada después de leer esta edición: Bergquist Charles, “Café y Conflicto en Colombia (1886-1910)”, El Áncora editores, Bogotá, 1999.

Adjudicación de tierras para el café y transporte del grano

El movimiento de la Regeneración en el último tercio del siglo XIX en Colombia era un proyecto del grupo conservador nacionalista que buscaba cambiar la constitución federalista del año 1863, la cual había definido al país como Estados Unidos de Colombia. Su mayor triunfo fue la constitución de 1886, protagonizada por Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro, gracias al cual el país dejó atrás su modelo federal y de corte liberal. Desde entonces el país adoptó el nombre de República de Colombia.

Escudo de La Regeneración en la Colombia del siglo XIX, según los opositores políticos.

Pues bien. Este giro político estuvo acompañado por un nuevo ciclo de exportaciones caracterizado por la producción de café y el alza de sus precios en la década de los años ochenta del siglo XIX. Para mediados de los años noventa el café ya constituía el principal producto de exportación y los ingresos que el país recibía de su venta en el extranjero representaban la mayor fuente de riqueza.

Santander fue el primer departamento que inició la expansión cafetera, pero los departamentos de Antioquia, Cundinamarca y Tolima fueron igualmente importantes. El por entonces llamado Estado de Santander fue bajando progresivamente su participación debido a los altos costos de transporte y a la calidad relativamente inferior del café. Para los otros departamentos tampoco fue muy sencillo el transporte del grano, pero tenían la ventaja de tener acceso al río Magdalena como ruta de transporte. Aunque se bajaba el café a lomo de mula principalmente, hacia 1890 la construcción de algunos ferrocarriles redujo los costos de transporte.

Para ese entonces, la construcción de esas líneas de ferrocarril, el transporte y el incremento en la producción del café era considerado un gran proyecto que permitía a Colombia una mejor participación en los mercados globales.

El boom del café colombiano a finales del siglo XIX vio sus limitaciones con la caída drástica de los precios internacionales entre 1896 y 1899

La expansión del cultivo estuvo en manos de hacendados y de pequeños productores que arrendaban parcelas o se ubicaban en tierras baldías. Dada esta situación, en los años noventa del siglo XIX el Estado adjudicó miles de hectáreas al cultivo del producto. Pero la adjudicación de estas tierras trajo problemas entre pequeños y grandes productores; estos pleitos eran fruto del uso desigual del territorio en razón a la calidad y cantidad de las tierras, y en la mayoría de los casos se resolvían a favor de los grandes propietarios.

Café y conflicto: el mercado del café como trasfondo del conflicto político

El mercado de exportación estaba dominado por grandes casas comerciales de Nueva York y de Londres principalmente, aunque desde ese entonces algunas casas ya pertenecían a capitalistas colombianos. Los pequeños productores vendían el producto en tiendas locales que a su vez revendían el café y que además servían como distribuidoras de importaciones. Actualmente, Nueva York sigue siendo el principal destino de negocios, y los pequeños agricultores aún venden a tiendas locales, pero también a grandes multinacionales que adquieren el grano in situ, por ejemplo, Nespresso.

La producción de café necesitaba de mano de obra estacional debido a que el cultivo se daba por estaciones; por lo tanto, conseguir fuerza de trabajo era una prioridad que se cumplía con el arrendamiento de parcelas. La mayor parte de la inversión estaba destinada a cubrir los costos laborales. Sin embargo, en la mayoría de los casos los contratos laborales favorecían a los intereses de los empleadores.

El auge cafetero se reflejó en la modernización de Bogotá, haciendo ver con mucha claridad la distancia entre clases sociales; mientras la clase alta se vanagloriaba de sus cada vez más suntuosas y europeizadas formas de vida y recreación, el resto de la población vivía en una ciudad de calles polvorientas y de un cuestionable estado de salubridad pública.

Pero el auge del café vería sus limitaciones con la caída drástica de los precios internacionales entre 1896 y 1899. Este estrés socioeconómico acompaña el contexto de la historia política de la Regeneración, la cual desembocó en la Guerra de los mil días, que enfrentaba a las facciones conservadoras y liberales del país.

La dinámica comercial del café determinó en gran medida la política reformista de los liberales y la separación y oposición conjunta de los políticos del partido conservador nacionalista. La oposición política del partido conservador consistió primordialmente en la cuestión de los derechos civiles y de la representación política para la oposición; y en lo económico, el problema estaba en la implantación del papel moneda no redimible hecha por Nuñez y defendida cabalmente por Miguel Antonio Caro. Esto último fortalecía al Gobierno y lo liberaba de una excesiva dependencia de los impuestos aduaneros y de los empréstitos nacionales y extranjeros; pero el régimen del papel moneda golpeó a los comerciantes exportadores y a los poseedores de capital, por lo cual ellos junto con los liberales y los conservadores disidentes rechazaron la política conservadora.

El gobierno no quería oposición y la regulación de la publicación de prensa expresó esto. La intolerancia del gobierno de la regeneración irritó aún más a la oposición, y adicionalmente las continuas emisiones de papel moneda conducían a los banqueros y comerciantes a oponerse a la política regeneradora cada vez que ellos veían amenazados sus intereses. Miguel Samper fue uno de los principales opositores del proteccionismo, diciendo que este tipo de finanzas no permitían el desarrollo de la doctrina liberal del laissez-faire.

Liberalismo económico, impuestos a la exportación del café y una guerra inevitable

El resultado del papel moneda no redimible fue una escasez de capital para desarrollar la agricultura y la industria. Las elecciones del 91 separaron aún más los partidos y los grupos conservadores se polarizaron. Miguel Antonio Caro ganó esas elecciones y sus políticas serían respondidas con una oposición cada vez más segura.

Con los liberales Aquileo Parra (un hombre de negocios que había empezado vendiendo bocadillos de guayaba) y Santiago Pérez se tomaron las primeras medidas de reorganizar la oposición; con el periódico El Relator se iban diseminando ideas de reforma. La crítica al gobierno de Caro se centraba en el debate acerca del sistema monetario y los monopolios fiscales que Caro había establecido. Esto ayudaba al Gobierno a tener más ingresos.

Rafael Uribe Uribe también fue uno de los opositores acérrimos y el único liberal en el congreso; para 1896 él se comprometió declarando abiertamente la necesidad de reforma, cunado en ese año los precios del café comenzaron a caer y afectaron las divisas e ingresos del Estado. Los grupos vinculados a la economía de exportación culpaban al gobierno de la caída económica y se disponían a cambiar los sistemas fiscales y políticos de la regeneración. Entre el 96 y el 98 fracasaron los intentos pacíficos de reformar la regeneración por medios electorales y legislativos. Estos fracasos respondían en buena parte a las profundas diferencias ideológicas y económicas que entre los grupos políticos existían.

La filosofía liberal y sus acompañantes se vieron más comprometidos cuando en plena crisis el impuesto a la exportación del café era defendido por el gobierno central. Pero los recursos fiscales del gobierno fueron mermando y el sostenimiento del estatus quo fue caótico. El desastre político estaba al borde. Los intentos por sopesar la falta de recursos por parte del gobierno regenerador solo incentivaron más los ánimos de reforma en un momento en el que la crisis, como Uribe Uribe lo señalaba, comprometía la existencia misma de la industria cafetera. Un ejemplo del mal manejo fiscal del que los opositores se quejaban era que los malos planes ferroviarios resultaron en una red fragmentada y en el pago de millonarias indemnizaciones, por lo que no se intentó pagar la deuda externa. Los partidos manejaban cada uno sus sectores y el enfrentamiento era inevitable.

El partido liberal demandó fuertemente que el gobierno estaba generando enemigos por doquier, de hecho, ni siquiera había podido pagar los salarios públicos. Los productores de café, principalmente los pequeños y medianos se vieron en bancarrota con la crisis cafetera, la cual fue acentuada en parte porque le mercado mundial se había ensanchado con otros grandes productores como Brasil, aumentando la competencia en los mercados.

Para el 1898, los planes de revolución estaban ya sugeridos. Pero esto acarrearía muchos problemas porque en esta situación de crisis, la fragmentación social se pronunciaba y una expresión clara era que los partidos políticos representaban cada uno intereses distintos. Las elecciones del 1897 terminaron con la elección de Sanclemente y Marroquín, quienes eran fieles aliados y títeres de todo el aparato político de la regeneración. Este hecho mostró el fracaso de un cambio por la vía pacífica y trajo la división en el partido liberal, entre los miembros del olimpo radical que continuaban pugnando por una solución pacífica y los liberales belicosos, que eran más jóvenes y veían como única salida la toma del poder por vía armada.

Mientras tanto los ingresos de las aduanas eran cada vez más bajos y la expansión de los monopolios no alcanzaba a compensar los costos. En este sentido, el senado aprobó diez millones de pesos para Marroquín, a cambio de una serie de reformas. Para 1899 el partido liberal derivó hacia la guerra, cuando las diferencias ideológicas tanto como sociológicas estaban exacerbadas. En este año estalla la guerra y la economía cafetera se ve impresionantemente amenazada, los precios seguían bajando. La conmoción social era grande y las poblaciones se unían a la revuelta. Dada la crisis fiscal el gobierno estaba inundado de telegramas comunicando incesantes quejas; Santander fue el departamento más fuertemente atacado por la crisis.

La guerra civil fue un hecho y al principio fue tomada como una consecuencia inevitable y algunos personajes de la clase alta no se veían muy descontentos. Para una nación azotada desde su independencia por constantes guerras civiles, esta guerra empezó tomando una dirección muy formal, muy llena de legislaciones, la cual fue calificada cono guerra de caballeros en la cual se trataban los unos a otros con todo un repertorio de permisos, principalmente haciendo referencia a que se debía hacer una regulación de las reglas de la guerra. Esto estaba enmarcado en el discurso de progreso y civilización que ya caracterizaba sobremanera al pensamiento anglosajón, de quien los latinoamericanos pretendían ser sus emuladores.

Pero esto solo duró los primeros seis meses y después la guerra explotó hasta durar más de dos años, lo cual llevó a la muerte a quizás cien mil hombres y puso en peligro los mismos fundamentos de la vida colombiana.

El ejército de esta guerra fue para cada caso correspondiente a las relaciones con sus patrones. Eran disponibles los medios para racionalizar la guerra porque tanto en los voluntarios-vasallos de clase baja con sus dirigentes de clase alta existía una identificación relativamente amplia con uno de los dos partidos políticos tradicionales y a la extensa penetración de la cuestión religiosa, lo cual fue y sigue siendo una característica de la cultura colombiana.

Con la victoria de Palonegro, los nacionalistas le dieron un gran golpe a los liberales y estos últimos dependieron casi exclusivamente de tácticas de guerrilla, la cual se concentró en el terreno montañoso del interior de la república.

Finalmente la táctica de las guerrillas se “salió” de las manos y esta no solo empeoró los efectos de la crisis cafetera sino que estimuló al gobierno a buscar formas de financiación como emisiones masivas de papel moneda. Tanto el comercio como la producción quedaron muy desorganizados y las guerrillas cada vez más independientes de los grandes grupos políticos, contribuyeron a elevar al poder a los “elementos más intransigentes y antirreformistas del partido conservador”. Por último, la guerra exacerbó los efectos de la crisis cafetera.

Para el final de la lucha se aplastó el desafío planteado durante la confrontación a los diferentes intereses de clase, pero en últimas dejó sin resolver los principales problemas económicos y políticos que habían generado las más grandes divisiones en la clase alta colombiana.

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Autor: El come libros

De la familia Liber Devoratoribus, un come libros promedio que necesita ingerir diariamente una cuota de letras para subsistir. Ese alimento lo digiere, transforma y entrega en forma de reseñas y análisis de libros.

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