Todas las almas de Javier Marías, historia de una perturbación

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Javier Marías fue realmente profesor de literatura en Oxford, pero sería un exceso afirmar que su novela “Todas las almas” sea autobiográfica. Esta novela trata las vivencias de un profesor español en la Universidad de Oxford, pero casi nada en el relato tiene que ver con el hecho de impartir clases. Más bien, tiene que ver con la situación de un extranjero que aterriza en un mundo de sólidas costumbres que, si bien entiende, no le son propias. Pero los rasgos culturales que describe en el mundo de Oxford, como las grandilocuentes High Tables a las que asistió y describió casi con pluma de etnógrafo, tampoco son el centro de la narración. En algún momento el narrador dice “Fue aquella noche cuando me di cuenta que mi estancia en la ciudad de Oxford, sería seguramente, cuando terminara, la historia de una perturbación”, lo cual me sorprendió. No una perturbación extraordinaria, sino una perturbación de la cotidianidad. De hecho, el narrador cuenta estas vivencias recordando lo que vivió en aquel pasado, en aquel entonces. Esta es la primera novela de Javier Marías que he leído y he pensado que es una obra sobre la vida cotidiana y el amor. No es un relato de aventuras (bueno, casi), ni es novela negra, ni hay grandes secretos para revelar o casos que solucionar. Es una novela sobre la cotidianidad de un hombre al que le gusta, a primera vista, una colega en una de esas High tables, una profesora llamada Clare Bayes, esposa de Edward Bayes. La aventura que tiene lugar en Todas las almas, si así puede llamarse, es que él y ella se hacen amantes. El adulterio no tiene una gran relevancia moral en el curso de la novela, pero si los sentimientos que brotan, y brotan, gracias a esta cercanía.

Todas las almas
Javier Marías
Anagrama.
Barcelona. 1996
242 páginas.
La primera edición es de 1989. Al final de la novela está firmado con la fecha Diciembre 1988.

La palabra perturbación viene del latín «perturbatio» que quiere decir quitar el orden, o cambiar la lógica, cambiar lo normal («turbare»= desordenar, alterar). Razón que tiene todo el sentido con lo que se cuenta en esta obra. Así lo he percibido, como la perturbación de la cotidianidad, de la normalidad. Merece la pena citar otra vez esa frase, pero con todo su contexto:

“Fue aquella noche cuando me di cuenta de que mi estancia en la ciudad de Oxford sería seguramente, cuando terminara, la historia de una perturbación; y de que cuanto allí se iniciara o aconteciera estaría tocado por esa perturbación global y condenado, por tanto, a no ser nada en el conjunto de mi vida, que no está perturbada: a disiparse y quedar olvidado como lo que las novelas cuentan o como casi todos los sueños. Por eso ahora estoy haciendo este esfuerzo de memoria y este esfuerzo de escritura, porque de otro modo sé que acabaría borrándolo todo.” (1996: 69).

Lo que me ha despertado admiración y gusto por esta novela es la manera de narrar, la forma en que se expresa el narrador, desde lo cual uno supone el estilo propio del escritor, la manera de ser  “escrita” del creador, el cómo de la obra. Esta forma de escribir me llega, me entra el mensaje, entiendo las sutilezas, los detalles de su comunicación. Y también la maestría con la que reflexiona, o más bien, la forma en que simplemente piensa sobre estas experiencias, estos cuadros cotidianos. No con intenciones filosóficas, sino como un sujeto cualquiera, pero con una habilidad de observación fina. Pone al lector en un ángulo de percepción, el del narrador, que tiene un color, o una sensibilidad, especial, muy propia de Javier Marías. Estaría bien saber lo que otros lectores opinan o cómo entienden o sienten la manera en que Javier Marías escribió, su estilo y trato con la lengua. También subrayo la manera de componer la novela en capítulos sin título, o más bien apartados, pausas que influyen el ritmo de lectura, positivamente en mi parte. Cada capítulo o apartado tiene un poco más de 10 páginas. Esto mismo lo hace en la novela Corazón tan blanco.

En la novela se tratan diversos temas durante ese día a día que es la cotidianidad. En verdad, no es que sucedan grandes tramas a lo largo de la novela (excepto tal vez una sorpresa al final). Uno de esos temas y actividades cotidianas es la que tiene el profesor español en Oxford al visitar librerías en busca de obras de John Gawsworth, cuyo verdadero nombre era Terence Ian Fitton Armstrong. En la antología de cuentos de terror titulada “Cuentos únicos” Javier Marías incluye un cuento de John Gawsworth titulado “Cómo ocurrió” (1934). Es muy interesante que la novela incluya una fotografía de John Gawsworth cuando estaba joven y otra fotografía de una máscara de yeso de su cara cuando estaba mayor ¿Por qué incluir estas imágenes? Es una manera de darle relevancia a ese aspecto en la novela

No obstante, la perturbación del protagonista, el profesor español del que nunca se menciona su nombre, tiene un marcado acento afectivo. Diría que el hilo conductor de la novela es la relación que él tiene con Clare Bayes, una relación de hotel, un amorío secreto, no visible para el resto del mundo. Todo esto lo narra el protagonista desde el futuro, recordando esa antigua perturbación, cuando ya está casado con Luisa y tiene un hijo recién nacido (en la celebrada novela Corazón tan blanco, la esposa del narrador también se llama Luisa).

También hay que decir que en la novela Oxford es un lugar especial, raro, “subnormal” de alguna forma, y todo Oxford y todos los de Oxford están perturbados porque no están en la “normalidad”, en el mundo normal. La novela lo dice así:

“Que mi estancia en esa ciudad fuera a ser una perturbación no tenía en cierto sentido nada de particular, en la medida en que todos los que viven allí están perturbados o son unos perturbados. Pues no están en el mundo, y eso ya es bastante para que, cuando salen a él (por ejemplo a Londres), les falte el aire, los oídos les zumben, pierdan el sentido del equilibrio, den traspiés y tengan que volver apresuradamente a la ciudad que los posibilita y guarda: allí ni siquiera están en el tiempo. Pero yo sí solía estar en el tiempo (en Madrid, por ejemplo), y por consiguiente mi perturbación, según descubrí aquella noche, tenía que ser de otra índole, quizá contraria a la que era norma” (1996: 70).

Ciertamente Oxford es un submundo en Todas las almas. Todo en ella despertaba la percepción del personaje, bajo la influencia de ser un extranjero solo:

“Era otro soltero más de la ciudad de Oxford, otro continuador de la vieja tradición clerical de aquel sitio inmutable e inhóspito y conservado en almíbar, como ya he dicho que dijo uno de mis predecesores. (Como yo, otro perturbado.) Era un alma muerta.” (1996: 181).

Cuando su estadía de dos años en Oxford está a punto de terminar, él y Clare Bayes van a Brighton. Se revela entonces cuán enamorado está de ella y le propone incluso hacer una vida en Madrid. En este punto álgido la historia da un rumbo inesperado. Clare no cree en la viabilidad de los amantes y lo explica, relevándole los eventos más intensos de su infancia: aquella vez cuando Clare tenía solo 3 años y su madre tuvo que irse, echada de casa por su padre, embarazada de pocos meses, con su amante, cuando ellos vivían en la India. Sin duda un episodio que determinó la vida y personalidad del personaje Clare Bayes en la novela. Clare ve a su madre arrojarse al río Jumna cuando cruzaba junto a su amante por el puente de las vías del tren… El amante de su madre se llamaba Terry Armstrong, muy posiblemente el mismísimo John Gawsworth, aquel escritor casi desconocido que terminó en la pobreza, de mendigo, como el narrador afirma temer terminar sus propios días. En este episodio culmen de la novela se lee una escritura fluida, vivencial, un poco existencialista.

¿Por qué se llama “Todas las almas”?

En realidad no lo sé, pero en la novela se nombra esto: “All souls” (Todas las almas) era una de las High tables a las que probó asistir con la esperanza de encontrar otra vez a Clare Bayes entre los anfitriones. Por otra parte, al final de la novela menciona a Will, el conserje de la universidad, un hombre mayor que, tal vez por una condición mental, vivía en varias épocas, hablaba de sus recuerdos y otras décadas como si aún fuera ese año; la novela se refiere a él como “un viajero en el tiempo” y en la última página afirma que después de haberse ido de Ofxord Will aún vive, “para él no me he ido, y para él todas las almas están vivas” (1996: 242).

La novela también es una historia sobre el tiempo transcurrido y su relación con la memoria. Seguir viendo el pasado como afirma ser el propósito de la narración en Todas las almas. De hecho, en el pasado que se hace presente en la memoria, presente otra vez, viven esas almas. En Todas las almas también se encuentran otros temas recurrentes en la obra de Javier Marías como son «la traducción» y «traductores que trabajan en el servicio secreto».

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