Yo soy Malala, breve reseña

Yo soy Malala - Novela autobiográfica
4.8
(41)

Yo soy Malala, novela autobiográfica de Malala Yousafzai (1997) con la periodista Christina Lamb. Ha nacido una niña. Es el título del primer capítulo: «Cuando nací, los habitantes de nuestra aldea se compadecieron de mi padre y nadie felicitó a mi madre. … Era una niña en una tierra donde se disparan rifles al aire para celebrar la llegada de un hijo varón, … » (2013 : 21). Estas acciones culturales nos sitúan en un contexto geográfico, social y cultural que no son comunes en occidente, aunque, presentes en algunos países del Medio Oriente, en este caso Pakistán.

En Yo soy Malala nos adentramos a los hechos históricos de una cultura, de religión, de política y de las luchas emprendidas por Malala y su padre, Ziauddin para defender y reivindicar los derechos de las niñas a la educación en Pakistán. Hechos que marcaron la vida de Malala y la de su familia, incluyendo el atentado contra su vida.

Yo soy Malala
con Christina Lamb
Alianza Editorial, S.A., Madrid, 2013
356 páginas
Traducción de Julia Fernández, 2013

A lo largo de la novela, la joven Malala Yousafzai nos va mostrando con un lenguaje sencillo, primero a su amado pueblo Swat, ubicado cerca de Islamabad, capital de Pakistán. En este ámbito nos cuenta de su árbol genealógico, su cultura, sus tradiciones y de los códigos de conducta de sus habitantes. Seguidamente, nos relata el inicio de Islam y de cómo los talibanes impusieron su política de terror en Swat; las guerras internas libradas entre ellos y las fuerzas gubernamentales para reestablecer el orden y la paz. Finaliza con el atentado en contra de su inmunidad por defender el derecho a la educación, la gravedad de su salud, su recuperación y los logros posteriores desde el destierro.

Desde muy niña, Malala mostró inclinación por la lectura, la escritura y la oratoria. Quizá su padre Ziauddin, dueño de una escuela, fue su mejor inspiración. Él soñaba con tener una escuela y toda su voluntad y lucha se orientó a ese objetivo; pese a las amenazas por parte de los grupos adversos a las instituciones que aceptaban el ingreso de niñas. A propósito de su padre, es admirable su tenacidad y orientación al logro al desafiar su cultura y luchar por sus ideales. Él decía: «-La ignorancia permitía que los políticos engañaran a la gente y que los malos administradores fueran reelegidos. Creía que la escolarización debía ser para todos, ricos y pobres, niños y niñas» (2013 : 52).

En la historia se subraya que al llegar los Talibanes al valle comenzaron los cambios: al principio para ganarse el corazón de la población, más tarde para envolverlos en sus intenciones y modificar sus vidas a través de la interpretación de las leyes espirituales. De esta forma, dirigieron su atención a atacar: la televisión, los cines y las peluquerías para evitar el afeitado de los hombres. Además, a las mujeres se les prohibió andar solas, descubrirse el rostro y principalmente pusieron énfasis en eliminar la escolarización de las niñas y destruir las escuelas. Un estudioso mulsuman argumentó frente al padre de Malala: «- Represento a los buenos musulmanes y todos pensamos que su escuela de niñas es haram y una blasfemia. Tiene que cerrarla. Las niñas no deben ir a la escuela -» (2016: 107).

Así, los talibanes endurecen su poder y represión contra los derechos de las mujeres y de la población en general. Con los consecuentes enfrentamientos armados entre ellos y el gobierno. Esto causó muerte, destrucción y desplazamiento de los habitantes del valle. Al mismo tiempo, Malala y su padre iniciaron una defensa pacífica en contra de la prohibición a la escolarización de las niñas. A la edad de once años, Malala escribía como especie de diario, el cual publicaba en línea usando el pseudónimo de Gul Makai. Allí, escribía sus pensamientos y anécdotas sobre la educación y la escuela. Ella y su padre también daban entrevistas y conferencias. Estas acciones les permitieron darse a conocer a nivel local e internacional. Para 2011, Malala recibió el Premio Nacional de la Paz. En 2012 recibió un disparo y casi muere. Se recuperó por completo en Inglaterra, donde continuó sus estudios y vive en la actualidad.

Uno de los aspectos interesantes que me llamó la atención en esta historia es la parte espiritual que manifiestan tener. En este sentido, Malala, a lo largo del texto, enfatiza su fe en Dios, el respeto por él y a las leyes inscritas en el libro sagrado «Corán», que es fuente de oración y guía para el comportamiento. Sin embargo, muchos interpretan las leyes del Corán a su conveniencia, con prácticas contrarias a los mandamientos en él y desde la exégesis patriarcal, matan, manipulan y mantienen a un pueblo sumido en la pobreza, la ignorancia y el terrorrismo en el nombre de un Poder Supremo.

En Yo soy Malala se encierra un mensaje de vida, de intención al logro, que conmueve y reafirma el ímpetu humano cuando se es justo y con principios inamovibles para luchar por los ideales. Puntualizo unas de las palabras memorables que Malala ha pronunciado en este libro: «Un niño, un maestro, un libro y un lápiz pueden cambiar al mundo.» (2016: 338). Claramente, se señala en estas palabras la integración del hombre en su evolución humana social para el desarrollo normal de los pueblos. Me parece interesante esta novela para acercarse a esa cultura, probablemente desconocida para muchos de nosotros en esta parte del mundo. Espero que la disfruten tanto como yo.

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Autor: Deysi Manzanillo

Profesora en biología, lengua y literatura, con especialización en la enseñanza de la lengua. Nativa y residente de Venezuela. Amante de la lectura.

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