El primer siglo después de Béatrice es una novela inteligente del autor libanés Amin Maalouf , escrita con una dosis elegante de crítica política y cataclismo mundial. Por unta parte, enseña claramente que para escribir una buena ficción donde el planeta pende de un hilo (tema tan explotado por la industria del entretenimiento americana), no hace falta recurrir a alienígenas, ni a misterios, ni a zombies, ni a «efectos especiales». Por otra parte, Amin Maalouf hace con esta obra una crítica política, muy acertada, a la falla horizontal global, a la oposición norte/sur, orden/caos, blanco/moreno, en la que el desarrollo del mundo moderno se ha erigido.
Recibí este libro como regalo de cumpleaños. Le agradezco a mi amiga Audrey por obsequiarme tan intrigante lectura. {El libro fue publicado originalmente en francés en 1992 (Le Premier siècle après Béatrice). Para esta reseña leí la 4ta edición en castellano de 2014, por Alianza Editorial}
Argumento central en El primer siglo después de Béatrice
El argumento central de la novela El primer siglo después de Béatrice es inquietante: el uso casi secreto de una sustancia que propiciaba el nacimiento de varones y no de mujeres, respondía a una tradición reproductiva de prestigio machista extendida en diferentes partes del mundo (subdesarrollado).
En países como Egipto o India el nacimiento de hijos varones era celebrado en detrimento del nacimiento de mujeres. Incluso en clínicas de India se recomendaban píldoras abortivas si la mujer esperaba una niña. Para el gran infortunio de la humanidad los componentes de esta sustancia, conocida tradicionalmente como «las habas del escarabajo», son sintetizados por el Doctor Foubolt en un fármaco que fácilmente logra entrar en el mercado mundial pese a las advertencias de propiciar un fenómeno de «natalidad discriminatoria».
El título de la novela: ¿por qué el primer siglo después de Béatrice?
Se llama » El Primer Siglo después de Béatrice » en referencia al siglo XXI, cuando los efectos devastadores de esta natalidad discriminatoria dividieron aún más el planeta entre «los del norte» y «los del sur». El número de nacimientos de mujeres se redujo catastróficamente debido a esta sustancia, disparando una nueva época de discriminación, despoblamiento, pobreza, miedo y baja fecundidad, acentuada en el sur.
La población en el norte creyó que era un problema de los «otros», de los subdesarrollados. Pero las revueltas en el sur, fuertemente golpeado por el consumo de la sustancia que causó la caída de la natalidad femenina, aumentaron y cargaron contra los extranjeros. El daño estructural que tenía la sociedad fue alterando la «calma» de los centros de la civilización como París, donde las calles se inundaron de miedo (nada muy distinto de lo que hoy, en la vida real, está pasando).
El narrador en la novela es un científico entregado al estudio de los coleópteros, a los cuales prefiere, de lejos, frente a la barbaridad humana. Su esposa es una periodista que investigaba las tradiciones de la discriminación de la natalidad antes de que la crisis explotara. Tienen una hija que se llama Béatrice.
La novela es narrada como el testimonio de alguien que vio y sintió el cambio, a peor, de la sociedad global, en la que los miedos comunes, terminaron por devorar a la población.
Tal vez la discriminación, la explotación, y luego la venganza, sean fantasmas humanos, que nos persiguen, y que la única cosa buena que tienen es inspirar buenas novelas.
Destaco la siguiente cita de la página 143: ¿Crees en los fantasmas? … Pues haces mal. No estoy hablando de esos cadáveres con garras que deambulan de noche por los cementerios. Hablo de las ideas fantasmas, con tantas garras e igualmente sanguinolientas; te las encontrarás en todas las edades de tu vida y no podrás matarlas porque están ya muertas
Corolario:
La natalidad discriminatoria puede que sea un fenómeno sociocultural más común de lo que muchos piensen. Para dejar abiertas las preguntas, adjunto un enlace y mapa en el que se ve en cuáles países hay más hombres que mujeres. Mundialmente, el número de mujeres es superior, no obstante podemos ver que en algunos países el nacimiento de varones es más alto: