Leer El proceso de Kafka me ha obligado a observar con otros ojos la cantidad de procesos que tenemos en el sistema social. Muchos procesos se retuercen en burocracia y pasos, algunos claramente innecesarios, algunos claramente discriminatorios. Nos explicamos con procesos y hacemos procesos de todo. Procesos industriales, administrativos, mentales, educativos, históricos, judiciales… Parece que el ser humano está sujeto a lo «procesual», por lo menos en la modernidad. Este libro comparte esa idea, pero tiene algunas cuestiones adicionales, por ejemplo, el proceso de Josef K. es infinito, no acaba nunca, y esa misma situación es absurda, surreal, casi una pesadilla, ciertamente insoportable.
“La más indiscutible virtud de Kafka es la invención de situaciones intolerables”
Jorge Luis Borges
El proceso es una novela póstuma, publicada después de la muerte de Kafka, en 1925. Su amigo y editor Max Brod llevó a cabo este proyecto aunque la novela estaba incompleta. Afortunadamente, había un capítulo de cierre. Aunque en los textos de Kafka no hay una elaboración extensa de la psicología de los personajes, no hay monólogos extensos ni largas reflexiones, el escritor checo había llamado a Dostoievski un «pariente de sangre», expresando con esto la afinidad literaria que sentía y la influencia que recibió de novelas como Crimen y Castigo y Los Hermanos Karamazov. {Para hacer esta reseña he leído la traducción de Sergio Lleras Restrepo de Panamericana Editorial}
Esta novela es una crítica al poder y a la burocracia en una época en el que dos imperios, el alemán y el austrohúngaro, llegaban a su fin. Kafka era abogado y había visto de cerca la Primera Guerra Mundial. En este interesante relato Josef K. (el protagonista) tiene un proceso penal. Un día, amanece y se encuentra con que es acusado de algo que él no sabe. Luego de pedir el desayuno, como cada día, y no tener respuesta, resulta que tres hombres lo abordan en su casa y le dicen que está detenido, pero no pueden decirle por qué. De hecho no lo detienen, solo se lo notifican. Y le citan para que acuda al juzgado un día y a una hora que no interrumpa con su trabajo. Durante toda la narración se sabe que nada se sabe sobre su proceso, de hecho el proceso es secreto para los acusados. Josef K. acude al citatorio y encara al juez de instrucción y a los asistentes diciéndoles con vehemencia lo absurdo que resultaba su caso y lo mediocre del proceso.
Dos ideas – mejor dicho, dos obsesiones – rigen la obra de Kafka. La subordinación es la primera de las dos; el infinito, la segunda.
Jorge Luis Borges
Hanna Arendt veía en El proceso, un reflejo de la substitución del gobierno por la administración, una substitución de los fines sociales por los procesos burocráticos. La detención e inculpación de Josef K es una pesadilla admisnistrativa y acusatoria, y una pérdida de derechos que incluso resulta leve con lo que se viviría en Europa unos años después. Arendt ve en El proceso de Kafka la crítica que ella misma elaboraba sobre el sistema: una obediencia ciega a un sistema burocratizado y todopoderoso que nos resta valor en tanto personas. Una subordinación total al aparato administrativo. Kafka vivió un contexto social en el que el Imperio Austrohúngaro funcionaba como una gran máquina administrativa en la que importaba más los papeles y permisos que tenían los ciudadanos que lo que realmente eran (un poco como hoy ¿no?).
El Proceso es una lenta pesadilla y parece un ente
Al igual que en otros relatos de Kafka, por ejemplo Ante la Ley, La Metamorfosis o La Condena, la narración en El proceso empieza con una situación absurda y una consecuencia opresiva. Hay un poder que no da explicaciones y que despierta incluso risas en el lector. Hay un humor negro en estas páginas que dispara una reflexión filosófica. La «infinita postergación» está presente en este relato, al igual que en otros como El castillo.
El Proceso es una lenta pesadilla burocrática que no avanza muy diligentemente… Josef K está ad portas de un juicio muy nebuloso del cual ni siquiera él conoce los pormenores, del que nunca puede liberarse y que al final acaba con su vida. Es brillante lo metafórico y contemporáneo que resulta este relato respecto a las situaciones que vemos en la vida cotidiana. Los procesos de selección de personal, los procesos de residencia en un país o de solicitud de asilo o nacionalidad, incluso los procesos de aplicación a una beca o a un concurso, también son nebulosos, avanzan despacio y de alguna forma generan esa sensación incómoda de desconocimiento. No queda más que someterse a los procesos y confiar (aunque siempre se desconfíe) en que el proceso nos llevará a algún lugar.
El Proceso parece un ente, una fuerza que maneja a la gente, sus sentidos, sus humores, la esperanza, la percepción de la vida y las emociones. Y de alguna forma todos están atrapados en El Proceso y tienen algo que ver con él. Es una especie de mano invisible y todo de alguna forma están a su servicio. De hecho, Kafka muestra cómo los funcionarios está «ocupados» con y por el proceso, tanto que estos personajes están desprovistos de cualquier profundidad psicológica, son solo obedientes, funcionan para el proceso.
El tribunal
El tribunal que lleva su proceso es una imponderable organización. Como en otros escritos de Kafka, aquí también hay una contestación hacia el poder. Pero el personaje no logra ser libre, y también se mantiene relativamente calmo, relativamente dominado. No hay un enfrentamiento. El proceso en contra de Josef K se inicia pero no pasa nada. Sin embargo, sicológicamente, Josef K sufre un proceso: hacia la saturación, el tedio y la impotencia que produce ese «sinsentido» del proceso.
Leer este libro también es un proceso
Leer este libro también es un proceso muy especial. Debido a que «nada pasa», el lector puede verse tentado a desistir de su propósito. Es común escuchar «no pude leerlo, nada pasa», o «es un ladrillo, no entendí nada». Personalmente, me encanta que sea una lectura exigente. Jorge Luis Borges había comentado que en las obras de Kafka «El argumento y el ambiente son lo esencial; no las evoluciones de la fábula ni la penetración psicológica. De ahí la primacía de sus cuentos sobre sus novelas».
¿Cuál es el antónimo de la palabra proceso?
¿Quietud tal vez? En principio, «proceso» significa algo que se desarrolla y que «se mueve». Pero en esta novela el proceso es precisamente algo estático. El proceso no se desarrolla. El caso sobre K. no avanza. A partir de esta contradicción se puede ver cómo la narración construye un gran dilema, un mundo con leyes que no se entienden o que contradicen el sentido común.