La edad de la discreción, un relato existencial sobre volverse vieja

La edad de la discreción novela
4.2
(29)

La edad de la discreción es entre la ávida madurez del medio siglo de vida y la ancianidad propiamente dicha. Eso he pensado después de leer esta novela corta (86 páginas). Simone de Beauvoir toca en La edad de la discreción varios de los temas que caracterizaron su pensamiento y obra: la mujer en el seno de la familia, el amor de la pareja y el envejecimiento. El envejecimiento y el temor al declive vital son temáticas tan propicias para un abordaje existencialista… Simone de Beauvoir supo desarrollar con este relato esa perspectiva, un relato que ahonda en la minuciosidad de la vida de pareja que ve la vejez a la vuelta de la esquina. A la protagonista y narradora en primera persona la idea del «invierno de la vejez» le aterra.

Para escribir esta reseña literaria he leído la edición de 2015 de Edhasa, Barcelona. Traducción de Dolores Sierra y Neus Sánchez

De alguna forma es un relato costumbrista: una mujer narra en primera persona su situación familiar y profesional actual, lleva a cuestas el amor cansado de tantos años de matrimonio, es escritora y tiene un nuevo libro que resultará ser, según la crítica, un refrito de su trabajo cuando era más joven. La pareja vive en un apartamento de clase media, tienen un hijo, Phillippe, que ahora es un adulto. Ella observa que su marido, André, está más cansado y menos entusiasta, y ella misma se reconoce en una encrucijada. Todo el cuadro, enmarcado en un París de la posguerra en el que la opinión política cuenta mucho. El relato retrata bien el ambiente parisino de los años 60. La edad de la discreción fue publicada en 1968 y el importante libro sociológico de S. de B. “La vejez” sería publicado en 1970. La protagonista dice esto:

“En otros tiempos no me inquietaba por los ancianos; los tomaba por muertos cuyas piernas aún caminan; ahora los veo: hombres y mujeres, apenas un poco más viejos que yo”. (2015: 12)

Se nota que el texto está escrito por una Simone de Beauvoir observadora, etnógrafa de su propio tiempo y contexto. Muchos lectores habrán encontrado un reflejo de sus vidas y de sus parejas en estas páginas. El relato tiene forma de diario; es narrado por una mujer que expresa sus pensamientos y sentimientos conforme van pasando los días. Son como confesiones y se leen muy honestas, lo cual incrementa el efecto de verosimilitud.

El hijo, Phillippe, tiene un rol central en el relato, puesto que sus decisiones afectan a su madre y a la imagen que ella ha creado de él. Ella se había esforzado por moldear un hijo según sus preceptos, pero el hijo ha roto el molde. Ella se lamenta de que ha “perdido” a su hijo, ahora adulto y con otra mujer. Y cuando se entera que él ha optado por un trabajo en el Gobierno que no refleja exactamente la perspectiva política inculcada en casa, ella se derrumba, se siente traicionada, sale de sus cabales emocionales y rompe con su hijo, a quien tilda de traidor. Phillipe ha gritado a su madre que sus reproches eran “obstinaciones seniles”, ofendiéndola aún más. Pensando en su hijo, dice “¿Qué es un adulto? Un niño inflado de edad” (2015: 63).

Consumida por el rencor, también carga contra su esposo André, a quien critica por abandonarse a la vejez y dejar apagar sus intereses y pasiones. Él le responde que a su edad se pierde la “juventud”, la stamina, la savia, el fuego que permite crear y amar (2015: 56). En la vejez ya no se consigue nada intelectualmente, le había confesado, irritándola todavía más. Ella es un personaje que fácilmente cae en la rabieta, en el rencor que genera descubrir que su esposo e hijo diferen en ideas que ella considera fundamentales.

La idea del “invierno de la vejez” le aterra. Lo ve venir. Y sentirse incómoda con su hijo y esposo la hace sentirse vacía. Decepcionada. Ellos ya no la llenan como antes, le generan contradicción. Su nuevo libro y las críticas que recibe tampoco ayudan. Se reconoce con un humor colérico y teme que en la vejez esto degenere hacia la figura de la vieja agria. En general, en el relato se lee a una mujer que se lamenta y que pasa por un momento existencialmente negativo. “Estaba aniquilada” afirma. Ardida, traicionada, decepcionada, no consigue innovar y reconoce el efecto contrario que su posición tiene: “Atroz contradicción de la cólera nacida del amor y que mata el amor” (2015: 47) y “Es tan fastidioso detestar a alguien a quien se ama” (2015: 52). Ambas frases, relacionadas con la rabia que le viene en contra de su hijo y esposo. Pero la protagonista no es solo una mujer rabiosa incontrolada; el personaje que construye Simone de Beauvoir es más complejo, es una mujer que reflexiona y se encara consigo misma, que sufre al ver las contradicciones y que describe con lucidez los retos de esas vidas sobre las que pronto caerá el manto de la vejez. Tiene la angustia propia de quien se da cuenta que está vivo. La edad de la discreción es una obra que también hace parte de esa literatura existencialista que tiene en Sartre, tan cercano a Simone de Beauvoir, a su principal referente. También se lee el eco de Kierkegaard, seguramente un autor de cabecera de Simone de Beauvoir.

Finalmente, la protagonista viaja junto a su marido André al campo, a casa de su suegra, donde se contentan. Lejos de la ciudad y más cerca de la naturaleza, ella encuentra cierta paz al bajar la guardia que tenía contra la vejez de su matrimonio y el cambio ideológico de su hijo. Ocurre una catarsis que, aunque sea por un momento, suaviza la angustia de la existencia. Todo bellamente narrado por Simone de Beauvoir.

“Siempre habíamos mirado a lo lejos. ¿Será necesario aprender a vivir al día? Estábamos sentados uno al lado del otro bajo las estrellas… por un instante el tiempo se había detenido… No mirar demasiado lejos. A lo lejos estaban lo horrores de la muerte y de los adioses. Los postizos, las ciáticas, las invalideces, la esterilidad mental, la soledad en un mundo extraño que ya no comprendemos y que continuará su curso sin nosotros. ¿Lograré no alzar mi vista hacia esos horizontes? ¿O aprenderé a percibirlos sin espanto?” (2015: 94).

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Autor: Julián Bueno

Escribir reseñas y análisis de libros es una manera de volver a ellos a través de nuestros apuntes. En Lectura-abierta.com todo el mundo está invitado a publicar sus experiencias de lectura. Soy antropólogo y consultor digital, me interesan los contenidos en internet, la literatura, la filosofía y el arte.

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