Leyendo “A lomo de mula” de Alfredo Molano

Resumen de A lomo de mula - Alfredo Molano
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Alfredo Molano recorrió a lomo de mula las veredas y corregimientos campesinos de Colombia, habló directamente con la gente, recorrió a paso lento los caminos, las fincas de café y fríjol, y conoció las historias y las razones del conflicto armado campesino. Pese a su esfuerzo y al de otros por dar a conocer por qué la gente del campo se alzó en armas, muchos colombianos todavía ignoran con qué historias está hecho su país y por qué es obligatorio conocerlas. Molano transmite en este libro aquello que vio la gente de los departamentos del Cauca, Huila y Tolima durante las décadas de 1940, 1950 y 1960: la lucha por el territorio, el nacimiento de las guerrillas, el drama y el enfrentamiento entre campesinos, indígenas, latifundistas, conservadores, liberales, comunistas, policía, ejército y gobiernos de Colombia, . El libro se titula “A lomo de mula. Viajes al corazón de las FARC”.

Hijos de una historia marcada por el enfrentamiento, la rivalidad y diversos conflictos de identidad, los campesinos colombianos vieron nacer diversos grupos guerrilleros y, especialmente, la gestación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Guerrilla de gestación campesina, ya que en su raíz yacía una cuestión por el campo, la vivienda y el cultivo de los alimentos, es decir, por la tenencia y explotación de la tierra. En este resumen o comentario extendido del libro resalto algunas de las ideas que más me han interesado.

MOLANO, Alfredo. (2015) A lomo de mula. Viajes al corazón de las Farc. Aguilar. El Espectador. Bogotá. 2021.
129 páginas. 10 capítulos.

El legado de Quintín Lame

En el libro, Alfredo Molano acierta con esta pregunta: ¿Por qué el sur del Tolima, el Huila y el norte del Cauca? Territorio ancestral de Paeces y Pijaos. El pueblo Nasa, sobreviviente de la conquista española, ha luchado desde siempre por esa tierra. Allí, el antecedente más importante del nacimiento de las guerrillas es la figura de Manuel Quintín Lame. Después de haber sido soldado en la Guerra de los Mil Días Quintín Lame comienza su lucha en 1910 en contra de la liquidación de los resguardos indígenas hecha por el General Reyes (presidente de Colombia entre 1904 y 1909). Fue representante de los cabildos de Pitagó, Jambaló, Puracé, Toribío, Cajibío y otros más, luchó por la recuperación de los territorios indígenas y por su educación. De perfil heterodoxo, hizo del lema “la educación del indio” un mensaje que traspasa décadas y que ha quedado impreso en su libro «Los pensamientos del indio que se educó en las selvas colombianas«. En 1916 ocurre una matanza en el pueblo de Inzá, por lo cual huye hacia Natagaima y Chaparral. Allí continúa su lucha y en 1938 consigue la titulación de los resguardos de Ortega y Chaparral, aunque esto solo duraría 1 año, ya que las autoridades, presionadas por los grandes hacendados, no lo reconocieron y además gravaron a los indígenas con impuestos. El territorio que va de Popayán hasta Chaparral ha sido un lugar histórico en reivindicaciones. El Movimiento Armado Quitín Lame se inspiró en él y existió de 1948 a 1991.

Colonización campesina de la Cordillera Central

Muchos colonos campesinos del Cauca, Tolima y Huila eran descendientes de indígenas paeces y pijaos, así que la reclamación por el uso de la tierra tiene una misma raíz. Aunque los indígenas luchaban por su territorio desde la Conquista, fue con la colonización campesina de la Cordillera Central, desde mediados de siglo XIX, que el problema por el uso de la tierra se cronificó. Sucedió algo similar en las regiones de Tequendama y Sumapaz. En Colombia había grandes baldíos, grandes haciendas y gente que fundaba nuevos asentamientos: un escenario donde el interés económico de los latifundistas y la fundación de nuevos corregimientos y fincas campesinas generó mucha fricción.

La expansión de la economía cafetera hizo que las grandes haciendas titularan grandes extensiones de tierra en complicidad con los gobiernos conservadores, llevando a campesinos e indígenas a los límites de las tierras cultivables. De 60 mil sacos de café de exportación en la primera mitad del siglo XIX, la producción cafetera aumentó a 600 mil sacos a inicios del siglo XX. La fricción ideológica, racial y moral entre partidarios de los liberales y de los conservadores no estaba lejos de esta base económica, y llevó a diversos casos de violencia, desplazamientos y asesinatos en el campo colombiano. Se sabe que en ese contexto de enfrentamiento socioeconómico, un Estado frágil, conservador y defensor de las élites, catapultó las oleadas de violencia. (Leer la reseña de “Café y Conflicto en Colombia” de Charles Bergquist).

La violencia entre liberales y conservadores

El asesinato de Jorge Eliecer Gaitán es uno de los hechos más visibles de la violencia en Colombia. Defensor de causas sociales y líder del partido liberal, su asesinato es un detonante del choque entre conservadores y liberales y el interés económico por el control y explotación de grandes territorios, en buena medida, para aprovechar el boom cafetero. Como lo analiza Daniel Pécaut en su libro “Orden y violencia: Colombia 1930-1953”, las luchas agrarias y por los derechos sobre la tierra, como la de Quintín Lame, sirvieron de antecedente a la violencia del periodo 1949-1953; en esa coyuntura los campesinos crearon “autodefensas” que sirvieron de base para la creación de las guerrillas en la década de 1960. La violencia contra los campesinos fue usada como herramienta de intimidación para el control del territorio.

Los chulavitas, el grupo paramilitar conservador, ejecutó repetidos operativos contra colonos liberales. “Como sucedió en todo el país la gente se defendía, durmiendo en el monte, una estrategia de simple sobrevivencia complementada con la organización de avanzadas de “avanzadas” que vigilaban las veredas y daban aviso cuando los chulativas entraban en ellas. Se trataba de una modalidad de defensa propia de donde salieron los primeros grupos guerrilleros” (2021: 19).

Se calcula que en el año 1958 en el Tolima hubo 35.000 muertes violentas y 93.000 fincas campesinas abandonadas. Como respuesta a esta opresión, se organizaron 33 comandos armados en toda la región. “El origen de la violencia en Colombia fue el partido conservador”, recuerda Molano en una entrevista en la que hablaba sobre el libro “La violencia en Colombia” de Orlando Fals Borda, Germán Guzmán Campos y Eduardo Umaña Luna, publicado en 1962.

El Batallón Colombia del Ejército Nacional, que había luchado en la Guerra de Corea, fue protagonista en las represalias contra los nacientes grupos guerrilleros en los años 50 del siglo XX. El 9 de junio de 1954 fueron responsable de la masacre de estudiantes de Bogotá, en la que murieron 11 estudiantes que protestaban por la muerte del estudiante Uriel Gutiérrez Restrepo el día anterior, 8 de junio de 1954, cuando protestaban por el asesinato de otro estudiante asesinado por la policía, Gonzalo Bravo Pérez, el 7 de junio de 1929.

El Davis, un refugio humano

Hacia 1944 Isauro Yosa organizó el comando de Cobeima, liderando una marcha de campesinos desplazados. En la hoya del río Combrín, en la hacienda ganadera El Davis, fundaron el Comando El Davis con más o menos 400 familias armadas para defenderse. Llegó a ser un poblado con más de dos mil personas que recibió columnas de marcha desde Coyaima, Irco, y Chaparral. Se trataba de un refugio humano con una organización social de bienes colectivos y trabajos compartidos (2021: 23). A decir de Jaime Guaraca, entrevistado por Molano, El Davis fue la fundación de un pueblo, fue como inventar de nuevo la sociedad.

Pero El Davis se dividió en dos grupos: los limpios o liberales y los comunes o comunistas. Los primeros, de la mano de Don Gerardo Loaiza, y los segundos, con Isauro Yosa, llamado “Mayor Lister” y Alfonso Castañeda. En otras zonas del país también se organizaban grupos campesinos con una orientación guerrillera. En 1951 las guerrillas del llano tenían alrededor de 3.000 hombres, las del sur del Tolima 6.000 y entre las de Antioquia y las de Cundinamarca otros 12.000.

En 1952, en Viotá, Boyacá, tiene lugar la Conferencia Boyacá, donde los comunistas adoptaron el programa de la “Conferencia del Movimiento Popular de Liberación Nacional”, que proponía el principio “la tierra es para quien la trabaje”. Todo implicaba la necesidad de una reforma agraria.

En ese entonces, bajo la sombra de la posguerra y el discurso anticomunista alentado por EEUU, el golpe de estado del General Rojas Pinilla llegó a Colombia para responder a la amenaza que las guerrillas suponían para el fragilísimo status quo. El Gobierno colombiano respondió violentamente ante las autodefensas campesinas y propuso la paz en las regiones; muchas columnas guerrilleras se desmovilizaron, pero no el Bloque Sur y El Davis. En 1953, Pedro Antonio Marín o Manuel Marulanda Vélez y Charro Negro crean un comando móvil clandestino llamado “Los Treinta”. Rondaban las tierras de Riochiquito y Marquetalia. Mientras tanto, el Mayor Lister y Richard rondaban desde la Gaitana hasta Villarrica. Para profundizar en la naturaleza del conflicto en este periodo es interesante leer el artículo “Polarización política y violencia durante la violencia; 1946-1963”.

Localización del municipio de Villarrica
Localización del municipio de Planadas

El nacimiento de las FARC

La violencia conservadora no cesó con la supuesta paz de Rojas Pinilla, y uno de los blancos del operativo conservador fue el eje Cunday, Villarrica, Berlín. Una muestra de ello es el bombardeo en 1955 con Nalpam sobre Villarrica. Colombia construía su propio discurso anticomunista y declaró que en aquella zona operaba un centro de comunismo soviético.

El asedio sobre Villarrica generó desplazamiento de población hacia el alto Sumapaz y hacia las vertientes de río Guayabero, el Pato y el Ariari. En los años 60 el por entonces senador Álvaro Gómez llamó a esas zonas junto con Marquetalia, vereda campesina de Planadas, y Riochiquito, “Repúblicas Independientes”. Regiones con un alta “dosis” de autogestión comunal que enseñaría a la gente a tener sus propias reglas y posteriormente, favorecería la convivencia con las FARC a través de otras leyes paralelas a las del Estado.

Charro Negro (Jacobo Prías Alape), Manuel Marulanda Vélez y Ciro Trujillo Castaño fueron hacia la cordillera central, hacia la zona rural de Riochiquito (un pueblo fundado por campesinos y guerrilleros), Gaitana y Marquetalia. El 11 de enero de 1960 el líder comunista Charro Negro, que junto a Tirofijo había sido beneficiado por la la amnistía de Rojas Pinilla, fue asesinado por un antiguo guerrillero liberal reconvertido al paramilitarismo conservador: Jesús María Oviedo alias Mariachi. Charro Negro era cuñado y amigo de Tirofijo, quien tras su muerte se echó al monte. El asesinato de Charro Negro es considerado el inicio del conflicto armado interno de Colombia (el de la segunda mitad del siglo XX).

En 1964 y bajo la presidencia de Guillermo León Valencia tendría lugar la llamada Operación Soberanía por parte del Ejército Nacional. El gobierno trató de recuperar a la fuerza la zona llamada “Marquetalia” (municipio de Planadas, Tolima, un territorio en el que, a decir verdad, apenas un pequeño grupo guerrillero se había asentado junto a familias y vecinos. Una amplia región comprendida por Balsillas, Aipe, Palermo, Órganos, Chapinero, San Luis, La Julia, Aipecito, en Huila, y el Carmen, Natagaima, El Patá, Monte Frío, Praga, Casadecinc, Santa Rita, Sur de Atá y Gaitania, en Tolima. fue la que en realidad constituyó la denominada “República Independiente de Marquetalia”.

Durante la Segunda Conferencia del Bloque Sur los grupos guerrilleros que habían luchado en el sur del Tolima, en Marquetalia, Riochiquito (Cauca) y El Pato (Caquetá) se conformaron como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC. A la cabeza del movimiento estaban Manuel Marulanda Vélez y Jacobo Arenas, el líder ideológico. También hubo bombardeos sobre El Pato, en la altiplanicie de Balsillas, entre las cuencas de los ríos Magdalena y Caquetá, municipio de San Vicente del Caguán. Esta zona fue de mucha importancia para las FARC y actualmente el campesinado de esta región está organizado en asociaciones de autogestión. El Pato es conocido por las Zonas de reserva campesina (ZRC), una conquista de los campesinos, donde no se permite la presencia de latifundistas y terratenientes. La presencia guerrillera desde 1965 en estas y otras regiones de Colombia se explicó por el descontento de la gente, por el olvido del Estado y una seguidilla de represiones.

Después de leer libros como éste y saber un poco más sobre la Guerra de los Mil días, Quintín Lame o Charro Negro, parece que sombra de la violencia llegó a los pueblos campesinos e indígenas infectando y dañando la tierra y el corazón de las personas. Pero más allá de una mirada romántica, libros como este dejan ver que los campesinos de Colombia han pagado caro la “frágil adolescencia” de un Estado clientelista y una población que no ha terminado de reconocer su identidad y enterarse de su propia historia. El campo en Colombia tiene todo el potencial para generar bienestar, soberanía alimentaria y convertirse en una sociedad rural tecnológica y ecológica.

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Autor: Julián Bueno

Escribir reseñas y análisis de libros es una manera de volver a ellos a través de nuestros apuntes. En Lectura-abierta.com todo el mundo está invitado a publicar sus experiencias de lectura. Soy antropólogo y consultor digital, me interesan los contenidos en internet, la literatura, la filosofía y el arte.

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