Contra los puentes elevadizos, escrito entre 1965 y 1966, es un libro de poemas del uruguayo Mario Benedetti, un poemario de 20 textos escrito cuando la Guerra de Vietnam era la protagonista de las noticias mundiales. Por eso salen algunas bombas de Nalpam en algunos versos del libro. Esta entrada es un breve comentario sobre este libro.
La poesía de Benedetti se caracteriza por ser clara, directa, y finamente política. En el primer poema, que lleva el nombre de la publicación, los puentes elevadizos que no dejan entrar, que no dejan pasar, que cortan como separando un miembro del cuerpo, que excluyen, que discriminan; hay en ese poema una metáfora de la supresión de las libertades en aquel mundo de los años 60 del siglo XX. El poema dice así:
CONTRA LOS PUENTES LEVADIZOS
1
Nos han contado a todos
cómo eran los crepúsculos
de hace noventa o novecientos años
cómo al primer disparo los arrepentimientos
echaban a volar como palomas
cómo hubo siempre trenzas que colgaban
un poco sucias pero siempre hermosas
cómo los odios eran antiguos y elegantes
y en su barbaridad venturosa latían
cómo nadie moría de cáncer o de asco
sino de tisis breves o de espinas de rosa
otro tiempo otra vida otra muerte otra tierra
donde los pobres héroes iban siempre a caballo
y no se apeaban ni en la estatua propia
otro ocaso otro nunca otro siempre otro modo
de quitarle a la hembra su alcachofa de ropas
otro fuego otro asombro otro esclavo otro dueño
que tenía el derecho y además del derecho
la propensión a usar sus látigos sagrados
abajo estaba el mundo
abajo los de abajo
los borrachos de hambre
los locos de miseria
los ciegos de rencores
los lisiados de espanto
comprenderán ustedes que en esas condiciones
eran imprescindibles los puentos movedizos.
2
No sé si es el momento
de decirlo
en este punto muerto
en este año desgracia
por ejemplo
decírselo a esos mansos
que no pueden
resignarse a la muerte
y se inscriben a ciegas
caracoles de miedo
en la resurrección
qué garantía
por ejemplo
a esos ásperos
no exactamente ebrios
que alguna vez gritaron
y ahora no aceptan
la otra
la imprevista
reconvención del eco
o a los espectadores
casi profesionales
esos viciosos
de la lucidez
esos inconmovibles
que se instalan
en la primera fila
así no pierden
ni un solo efecto
ni el menor indicio
ni un solo espasmo
ni el menor cadáver
o a los sonrientes lúgubres
los exiliados de lo real
los duros
metidos para siempre en su campana
de pura sílice
egoísmo insecto
ésos los sin hermanos
sin latido
los con mirada acero de desprecio
los con fulgor y labios de cuchillo
en este punto muerto
en este año desgracia
no sé si es el momento
de decirlo
con los puentes a medio descender
o a medio levantar
que no es lo mismo.
3
Puedo permanecer en mi baluarte
en ésta o en aquella soledad sin derecho
disfrutando mis últimos
racimos de silencio
puedo asomarme al tiempo
a las nubes al río
perderme en el follaje que está lejos
pero me consta y sé
nunca lo olvido
que mi destino fértil voluntario
es convertirme en ojos boca manos
para otras manos bocas y miradas
que baje el puente y que se quede bajo
que entren amor y odio y voz y gritos
que venga la tristeza con sus brazos abiertos
y la ilusión con sus zapatos nuevos
que venga el frío germinal y honesto
y el verano de angustias calcinadas
que vengan los rencores con su niebla
y los adioses con su pan de lágrimas
que venga el muerto y sobre todo el vivo
y el viejo olor de la melancolía
que baje el puente y que se quede bajo
que entren la rabia y su ademán oscuro
que entren el mal y el bien
y lo que media
entre uno y otro
o sea
la verdad ese péndulo
que entre el incendio con o sin la lluvia
y las mujeres con o sin historia
que entre el trabajo y sobre todo el ocio
ese derecho al sueño
ese arco iris
que baje el puente y que se quede bajo
que entren los perros
los hijos de perra
las comadronas los sepultureros
los ángeles si hubiera
y si no hay
que entre la luna con su niño frío
que baje el puente y que se quede bajo
que entre el que sabe lo que no sabemos
y amasa pan
o hace revoluciones
y el que no puede hacerlas
y el que cierra los ojos
en fin
para que nadie se llame a confusiones
que entre mi prójimo ese insoportable
tan fuerte y frágil
ese necesario
ése con dudas sombra rostro sangre
y vida a término
ese bienvenido
que sólo quede afuera
el encargado
de levantar el puente
a esta altura
no ha de ser un secreto
para nadie
yo estoy contra los puentes levadizos.
Benedetti protesta contra los puentes elevadizos, y así lo seguirán haciendo los demás poetas a los que ha influenciado durante todos estos años.
Los demás poemas no son tan directos. En mis apuntes copié esta frase “… la insolente muerte, esa mansa dueña de la espera…”. En este libro ya se empieza a ver a este escultor de metáforas, a ese hábil constructor de significados que fue Benedetti. En el libro también escribe sobre la memoria, el coraje, el poeta, la muerte, la dualidad y la soledad. Temas clásicos y fundamentales. Por ejemplo el poema Hache y Jota usa las figuras de Jekyll y Hide para hablar sobre la conciliación de los contrarios adentro del ser humano.
Leyendo estos poemas pensé que estaba leyendo el pensamiento de Benedetti hecho forma, exteriorizado, en forma de palabras hiladas en un poema. ¿Para qué sirve esto? Parece ser que en otra época estos poema tuvieron otra función ¿si? O tal vez tuvieron otro tipo de recepción, otro tipo de lector, con un interés distinto.
Ciertamente un poemario no es un divertimento, ni es espectacular. Estas palabras complicadas a veces, estas frases tan claras a veces, en estos 20 poemas, no tienen la intención de divertir a nadie. Además de estar en contra de los puentes elevadizos, estos poemas también están en contra vía del entretenimiento, y de la industria del entretenimiento. Me pregunto hasta qué década del siglo XXI se seguirán vendiendo libros de Benedetti. Tal vez hoy en día ya sea algo residual. Tal vez ahora la poesía es una silenciosa arma de resistencia.
Algunos poemas en este libro toman el riesgo de andar sin comas, correr todo de seguido. Este libro empieza a caracterizar, no la voz, sino el pensamiento lingüístico de Benedetti.
Creo en la búsqueda permanente del hombre por su libertad y Benedetti la plasma mágicamente en sus poemas..