Reseña de Fantasmas, de Paul Auster

Cubierta del libro Fantasmas - novela de Paul Auster
4.5
(17)

La novela “Fantasmas” (1986) hace parte de La Trilogía de New York de Paul Auster, junto con Ciudad de Cristal, y La Habitación Cerrada. En Fantasmas (Ghosts, título original) el personaje principal es un detective, de nombre Blue; su maestro, quien ya está retirado se llama Brown; la persona que lo contrata para el único caso que se desarrolla durante la historia, es White, y finalmente, aquel a quien debe investigar tiene por nombre Black. En esta historia no se hace explícito el simbolismo que estos nombres puedan tener, salvo el de Black y White, quienes durante la novela pueden ser opuestos o complementarios, no se profundiza en esto. En términos prácticos, estos nombres son simplemente unos rótulos para entender a quién se refiere el autor cuando narra la historia.

A blue le es asignado un caso, una instrucción muy sencilla, observar qué hace Black y reportarlo a White con una periodicidad establecida, eso es todo. Inicialmente no hay nada más, a Blue le dan un apartamento para que se hospede, justo frente a la ventana de Black al otro lado de la calle, y por supuesto su cheque. Los días y las semanas pasan, mientras Blue vigila a Black en todo lo que este hace desde su apartamento al otro lado de la calle. Blue encuentra que nada fuera de lugar ocurre, Black es un hombre sin vida social, que escribe diariamente, de forma rutinaria, y a quién no le sucede nada inusual, al parecer no planea asesinar a nadie, ni investigar nada, ni acostarse con alguien, nada le sucede a este sujeto, al menos en apariencia, piensa Blue. Así, están atados estos dos hombres, uno lo observa y hace reportes, y el otro no hace mayor cosa, excepto escribir. En esta rutina, Blue comienza a plantearse preguntas acerca de este caso tan sospechoso, en el que no hay haya cómo explicar que en la vida de alguien no haya ningún secreto ni algo medianamente interesante. Ante esta situación, Blue, en medio de este tedio, comienza a plantearse preguntas: como, qué escribe Black, a quién, para qué, quién necesita realmente la información que Blue recolecta, o si sabrá Black que está siendo observado, entre muchas otras. De todas las preguntas que Blue plantea, la que más inquietud le causa es, si será posible que Black y White estén confabulados en una especie de experimento social en el que ponen a prueba la ansiedad, paciencia e inteligencia de Blue, y probar si este personaje es lo suficientemente astuto como detective, para descubrir la verdad que se esconde detrás de su realidad actual.

Blue, con todo el tiempo a su disposición piensa de qué manera puede avanzar en el caso, y descubrir si sus sospechas son ciertas, así que inventa una serie de planes para descubrir quiénes son realmente Black o White, y entender qué papel realmente juega él en todo esto. Hace cosas como mentir en uno de sus reportes, a lo que White responde pidiéndole a Blue que no invente cosas y que se preocupe solo por hacer su trabajo tal cual le fue indicado. ¿Cómo supo White que Blue estaba mintiendo? Mil teorías surgen en la mente de Blue. También prueba suerte yendo a la oficina postal de Brooklyn, lugar al que ha enviado todos sus reportes, al casillero 1001. Su plan consiste en esperar a quien sea que recoja su reporte, y a partir de allí seguirlo. Esta idea se frustra cuando descubre que la persona encargada de hacer esto, es un sujeto precavido que viste una máscara, y que lastimosamente nota la presencia de Blue y escapa. Más adelante, Blue intenta acercarse a Black a través de varios disfraces, y logra entablar conversación con él, todas bastante irrelevantes, con excepción de una, una charla en la que Black le confiesa a Blue que él es un detective, que observa diariamente al mismo hombre, y que este hombre lleva una vida vacía en la que jamás le ocurre nada. Esta respuesta de Black hacia Blue, lo toma por sorpresa, es totalmente inesperada, y no le permite a Blue reaccionar con inteligencia. Black luego se marcha del lugar sin que Blue pueda decir más nada. Blue mantuvo la calma y su identidad secreta, actuar impulsivamente habría sido un error. Esta serie de eventos hace que Blue ate cabos y concluya que alguien está jugando con su mente, y que él está siendo el conejillo de indias de un extraño experimento, sin embargo, esto no lo sabrá realmente hasta que no lo pruebe por sí mismo.

Lo que ocurre después traza la línea final de la historia. Blue, ante la experiencia en la oficina postal, las charlas con Black, y la respuesta de White, sabe que no hay vuelta atrás y que las cosas deben ser llevadas al límite para por fin ser resueltas, así que un día decide dejar atrás los atajos y las estrategias y opta por enfrentar a Black. Lo primero que debe descubrir, es el manuscrito de Black, aquel en el que él tanto trabaja. Para llevar esto a cabo, Blue identifica el momento preciso para ingresar al apartamento de Black, y descubrir por fin qué hay en la mente de este hombre. Blue logra su cometido, roba el manuscrito, y cuando lo lleva a su apartamento para por fin leerlo, encuentra el circo al que ha sido expuesto. Los papeles que estaban sobre la mesa de Black, son los mismos reportes que Blue había estado escribiendo… acerca de Black. Esto desata la locura en Blue, ya no queda nada, solo falta una escena, el encuentro entre Black y Blue. Blue finalmente va al apartamento de Black, este le hace seguir, tiene puesta la máscara, la misma que Blue vio en la oficina postal. Ellos hablan allí, intercambian palabras, no hay respuestas, ya todo está sobre la mesa, salvo que Black tiene en sus manos una pistola. Blue le pide que termine de una vez con todo esto, pero Black no aprieta el gatillo, así que Blue toma a Black por el cuello y lo golpea hasta dejarlo inconsciente, o hasta matarlo, esto no queda claro. Así termina la historia, la noche acaba, Blue amanece en el apartamento de Black y se marcha.

Contracubierta de la novela Fantasmas de Paul Auster
Contracubierta de la Trilogía de Nueva York, con una mención acerca de la novela Fantasmas de Paul Auster

Black era un amante de los libros y los escritores, así se lo dejó saber a Blue en uno de sus encuentros, también decía que le gustaba escribir y que estaba escribiendo un libro, lo cual al final no se sabe si era verdad. Black quería ser observado, tal vez él había sido contratado como detective para cuidar a un hombre que no hacía nada, al igual que Blue, y quería que alguien más sufriera el mismo aburrimiento que él. Quizás, Black estaba orquestando un asesinato o su propia muerte. Blue mostró quién era realmente y hasta dónde podía llegar; se lo hizo saber a Black, a White, y a él mismo. Resolvió el caso, llegó a un final, no importa que este fuera feliz o triste, cumplió como detective.

Blue indagó el único asunto que tenía a su disposición, no le importó más que su mujer lo hubiera abandonado, o que Brown no lo hubiera ayudado, o que White no le diera más información sobre el caso. Blue descubrió que había sido engañado, que por un plato de comida, un techo, y un tarea, había entregado sus días a un sin sentido en el que él creía tener un trabajo y que eso lo hacía digno, pensaba que tenía el control; se burlaron de él por meses. Al final, Black nunca dijo quien era White, ni explicó al detalle el propósito de esa “trampa”, experimento o engaño en el que había entrado Blue, todo había sido una especie de “cámara escondida” en la que el observador era observado también. Cómo juzgar a alguien que te espía cuando tú también espías a otros.

Comentarios finales

Este libro es el más corto de los tres de esta trilogía, por supuesto todo ocurre en New York, al igual que en otros libros de Paul Auster, como en El Palacio de Luna, otro de sus clásicos. En este relato también aparece una serie de historias complementarias, que Auster incorpora siendo fiel a su estilo. Varias de estas historias aparecen gracias a Blue, como alguno de los casos que resolvió con Brown; la historia de su padre, que nació el mismo día en que fue inaugurado el puente de Brooklyn, la trágica historia de su diseñador John Roebling, que murió de gangrena antes de ver realizada su obra, y la de su hijo, Washington Roebling, quien supervisó la construcción de la obra pero que nunca puso un pie en ella, ya que había sufrido un terrible accidente en un incendio, lo cual le provocó una enfermedad que no le permitió volver a salir de casa. Hay otras historias, como la de un policía retirado que hizo todo lo posible por resolver el caso de un asesinato de un niño, y otras, algunas contadas por Black, en las que cuenta episodios de algunos escritores que vivieron en New York, como Walt Whitman. La prosa de Paul Auster es agradable, y aunque esta no es una novela con mucha acción, tiene ideas interesantes, ideas que apuntan a la soledad, a la depresión, y a la reacción de un personaje ante un conflicto.

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