Reseña de Malasuerte en Tijuana, Hilario Peña

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Es muy curioso cómo llega un lector a tal o cual libro: unas veces es por recomendación, otras por el impacto mediático, unas más resulta ser un encuentro fortuito o, sencillamente, porque el título o la portada nos atrapan. Hace un par de meses le realicé una entrevista al escritor y periodista Vicente Francisco Torres (México 1953) en torno a su labor periodística y de investigador, cuando de pronto salió el nombre de un escritor nacido en Mazatlán: Hilario Peña (1979). Ese nombre se me quedó grabado y busqué algo sobre él, no encontré (lamentablemente) más que las novelas de Malsuerte en Tijuana (Mondadori 2009) y Juan Tres Dieciséis (2014), de la primera es de la que les quiero hablar.

Reseña del libro Malasuerte en Tijuana

El lector, desde el título, podrá advertir de qué va la novela: norteños, drogas, cervezas, camionetones, secuestros y prostitutas. Y es verdad, pero ¿qué es Malasuerte?, es Tomás Peralta y se presenta de la siguiente manera: “Malasuerte era yo. Así nos decían a mi mamá y a mí por pelirrojos. Los Malasuerte” y más adelante abunda: “Nos tenían por sucios, siendo que nos bañábamos a diario y con agua helada, y nos creían del mal augurio, sólo por ser pelirrojos”. Él nació en un pueblo de Sinaloa, hombre trabajador, con conocimientos de mecánica y debe huir a causa de una mujer de nombre Sandy, de la que no debió haberse enamorado nunca, y quien será clave en el entramado que nos presenta Peña en esta su tercera novela —antes publicó El infierno puede esperar y Los días de Rubí Chacón—.

La huida lo lleva ni más ni menos que a Tijuana, el lugar donde piensa que puede llenarse los bolsillos para volver por Sandy y construirles una casa a sus papás. A partir de aquí las peripecias que debe librar nuestro héroe serán lamentables, pero al mismo tiempo tendrán un toque de humorismo que caracteriza la narrativa de Hilario Peña. Por ejemplo, en su camino al destino esperado, conoce a un señor que se llama Leonardo, juntos deciden cubrirse las espaladas y logran una relación bastante estrecha; sin embargo, al bajarse del tren en el que viajan, sucios y apestosos, en busca de prosperidad y abundancia monetaria, ocurre que en la desesperación, Tomás asalta una tienda, se lleva el dinero y le pide a don Leo que prepare unas sopas Maruchan de Camarón con Chile Piquín y agarre un six de Tecates. Es decir, dentro de este mundo grotesco que hay en la marginalidad, Peña logra sacar la ironía para hacernos reír a medida que empatizamos con Malasuerte y sus aventuras. El desarrollo de la novela va construyendo a un personaje que pareciera estar a la deriva, pero no es así, las personas que conoce lo van moldeando hasta insertarlo en la “sociedad” y puede entrarle a la investigación en una suerte de detective en la frontera. La madriza que le da el Yuca, la desesperación que le causa la música de Trova, los errores que comete como investigador en ciernes, la persecución del Duende, son los ingredientes para que acudamos a leer Malasuerte en Tijuana. De ninguna manera es una apología del crimen, tampoco es un remanso de paz, y mucho menos la soledad del norte por el calor abrasador, aunque en un momento de la novela se dice que en Mexicali “El horizonte terroso temblaba a través del vapor de aquellas calles vacías, sin árboles donde resguardarse del sol, ni transeúntes, ni perros, ni niños, ni vida”. Es el universo de un fugitivo que deberá ir buscando una vida más cómoda para conseguir dinero en el “jale” que sea. No es una víctima —mucho menos se asume como eso—, Tomás Peralta es un hombre trabajador que sabe sacarle jugo a su complexión y a las oportunidades que se le presentan aunque corra peligro en muchas de ellas. Esto lo evidencia cuando dice que “el verdadero héroe se encuentra peleando solo y en el anonimato, sin miedo al fracaso y con la suerte en su contra, sin depender de nadie y viviendo bajo sus propios términos”.

La recomendación de Vicente Francisco no fue errada, sabe mucho de novela de enigma y también sabe que entre las páginas de Hilario Peña se cocina un escritor con mucho futuro en las letras mexicanas. Pronto volveré a escribir sobre este autor, por el momento estoy terminando felizmente este hallazgo imaginando todas las andanzas que un héroe de ficción debe librar para que yo, como lector, imagine y me emocione junto a él. Gracias Tomás, espero volverte a leer pronto.

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