No he de volver a escribir de Lizardo Cruzado (Trujillo, 1975) es un ingenioso título que tiene un efecto inmediato en el lector, senta en él un precedente. ¿Cómo entender «no he de volver a escribir»? posiblemente quiere decir que no trendría que volver a escribir, que no debería regresar a esa actividad, pero tal vez lo hará otra vez, incluso a pesar suyo, tal vez. Tambien es un título muy acertado para alguien que había publicado su último y único libro dos décadas atrás. No he de volver a escribir es un libro que recurre a la memoria personal, a los recuerdos, a un tiempo pasado, a episodios y a una historia de vida que recurre a la infancia. Se leen este tipo de frases en el poemario: “cuando mis padres creyeron que era un genio”, “cuando recién llegué a Lima”, “mi madre tejió una chompa para mi hermano y para mi tejió otra”, “Mi padre era un hombre desde lejos”, “añoro aquella edad y aquel tiempo”, “la patada del tiempo, esa coz de mula”. No he de volver a escribir es un libro con una gran belleza poética; en el año 2021 el autor ganó el Premio nacional de poesía de Perú gracias a este trabajo.
Esta reseña está hecha a partir de la lectura de esta edición:
Cruzado, Lizardo. No he de volver a escribir. Pesopluma. Lima. 2019
116 poemas
168 páginas
Los textos en este libro son memorias poéticas, perspectivas que conservan la visión mágica y sabia de un infante (en la mayoría de los poemas), mezcladas con la reflexión inteligente de un escritor adulto con estilo propio. No obstante, las “reflexiones” en los poemas no son elaboradas filosofías, más bien, son observaciones sencillas, claras y comprensibles. No son poemas crípticos, son poemas más abiertos a la comprensión del público, son deslumbramientos, sorpresas, la cotidianidad que nos sorprende; por ejemplo, en el poema “Once de la noche”, en el cual el niño intenta escuchar el silencio:
«En las entrañas de la noche aguzo los oídos
E intento oír perfecto y puro
El silencio en torno a mi
Pero fracaso»
Pero estas memorias poéticas están escritas desde la adultez, desde la madurez de la vida, desde unas ventanas en las que, para un lado se ve el envejecimiento, y para el otro el pasado. Pero en este libro no hay poemas que miren hacia el futuro. El libro es generoso, entrega 116 poemas que se leen agradablemente.
La crítica peruana resalta que, por fin, Cruzado ha vuelto a publicar después de muchos años (su primer libro “Este es mi cuerpo” es de 1995), a lo cual él responde que su relación con la poesía no es la de un escritor a tiempo completo, sino más bien la de alguien a quien le viene la necesidad de escribir paralelamente a su profesión. L. Cruzado es médico psiquiatra, una ciencia que también guarda una intimidad con las palabras. Afirmaba en una entrevista para TVPerú Noticias que “siempre he querido que la poesía sea para mí, más que un contacto continuo, repetitivo, una situación fugaz con el deslumbramiento de aquello que ocurre de vez en cuando y, de hecho, de manera inesperada”. Algo a lo que él llama “poesía” le gotea inevitablemente. Los poemas emanan de su vida que, como todas las vidas, como toda la vida, erra en el tiempo.
Los poemas de L. Cruzado en este libro también son maneras de ver objetos y su lugar en la memoria, como en el poema “La chompa” pero, sobre todo, son maneras de ver el tiempo. Muchos títulos de los poemas así lo atestiguan: “Los viejos”, “El domingo”, “Los minutos”, “Amanecer”, “El invierno”, “La hora”, “Una de la mañana”, entre otros. Las partes en que está dividido el contenido también nos habla del tiempo: 1) Libro de los días, 2) Libro de las horas, 3) Libro de los años. Y los epígrafes que ha incluido conectan este trabajo con otros versos acerca del tiempo y de la edad que otros grandes escritores han tratado en sus propias obras:
No he de volver a escribir
Luis Hernández
Como lo hice
Cuando el corazón era joven
¡Días, días, días, días!
Juan Ramón Jiménez
Pero el día nunca llega
Varias eternidades en un día
Nicanor Parra
… todos somos unas máquinas del tiempo de vuelo de ave de corral
Adolfo Bioy Cáceres
Desde un punto de vista muy personal, leyendo el libro he aprendido, o confirmado, que es posible volver a esos recuerdos, a esos descubrimientos de los primeros años, cuando poco a poco nos dimos cuenta de que estábamos adquiriendo una conciencia y aprehendiamos el mundo intuitivamente. Por ejemplo en el poema “Los colores”, en el se cuenta qué asombra cuando se descubre que la luz pasa a través de un prisma, en una clase de colegio.
No solo encontramos poemas sobre el tiempo, sino que la obra está flotando sobre una mirada hacia el tiempo que ha pasado. La naturaleza, la tristeza, la muerte, el padre, son referencias presentes en este trabajo; por otro lado, brilla por su ausencia el tópico de los poemas de amor hacia otra persona.