Comentarios sobre la “Nueva antología rota” de León Felipe

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El libro que reseñamos aquí tiene el título de “Nueva antología rota”, una compilación de poemas del escritor español León Felipe, cuyo nombre original era Felipe Camino Galicia de la Rosa. La edición de la que vamos a hablar es del año 1975, publicada en la ciudad de México D.F. por la editorial Finisterre. León Felipe es comúnmente contextualizado en la Generación del 27 y comparte con muchos de los escritores, artistas e intelectuales de esa época el haber tenido que huir de la España franquista. Esto ya nos marca una de las cualidades en la obra poética de León Felipe: una sensibilidad política y social que hace frente a la opresión, que se encara al dictador, que denuncia la guerra y la fractura social de España, la fricción trascendental, a su pesar, de las dos Españas. Leer como ejemplo el poema “Al glorioso general Francisco Franco después que firmó el fusilamiento de Grimau”. Junto a León Felipe, otros escritores tuvieron similar destino en el exilio: Paulino Masip, Max Aub, Ramón J. Sender, Francisco Ayala, Rosa Chacel, Arturo Barea, Juan Rejano, Luis Cernuda, Pedro Garfias, José Moreno Villa, Juan José Domenchina, Enrique Diez-Canedo, Josep Carner, Rafael Alberti, Juan Larrea y Manuel Altolaguirre. No son pocos. León Felipe tradujo en 1941 “Canto a mí mismo” de Walt Whitman.

La Nueva antología rota tiene 11 capítulos o libros. El primero se llama “Versos y oraciones del caminante” (1920) y aquí ya se leen varios de los temas, imágenes y sentimientos que recorren la obra de León Felipe. Dice que el viento es que dicta el camino y los destinos, ejemplo:

“No andes errante…
y busca tu camino.
– Dejadme -.
Ya vendrá un viento fuerte
que me lleve a mi sitio.”

Se ha dicho de León Felipe que es el poeta del Viento y de la Luz, ya que estas dos figuras fueron recurrentes en su elaboración poética. El viento que se lleva todo, también se llevó a León Felipe a recorrer el continente americano. El viento, esa fuerza que interviene en el destino. Pensar y sentir la identidad después de la Guerra Civil es otro de los temas que en esta primera etapa es visible. El poema “Qué lástima” dice “Qué lástima que yo no tenga patria […] Qué voy a contar si soy un paria que apenas tiene una capa” (1975: 16). Este poema también es un canto a la sencillez, a las cosas sin importancia aparente desde donde se ven los misterios y aún todo lo que existe como si se tratara de un Aleph borgiano.

Nadie fue ayer - poema de León Felipe

León Felipe era alguien que tenía cosas que decir, se nota que las palabras florecían sin restricciones en su corazón lleno del polen de la poesía. También canta de alguna forma al nomadismo, al caminante (lo cual recuerda a El caminante de Hermann Hesse, quien también tuvo que exiliarse). Tal vez en ese errar el poeta se parece al viento, que no se queda quieto en ningún lugar. En el poema “Romero solo” habla del andar, de cierto “ser llevado por el viento” a recorrer el mundo, dice:

“Sensibles a todo viento
y bajo todos los cielos,
poetas, nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un solo huerto.
Que sean todos los pueblos
y todos los huertos nuestros.”

León Felipe, el poeta caminante. Me recuerda también al libro “Viaje a pie” de Fernando González. No le falta profundidad y expresiones sobre el errar trascendental del ser en el plano de la vida. En el poema “Ahora de pueblo en pueblo” se lee:

“Ahora de pueblo en pueblo
errando por la vida,
luego de mundo en mundo errando por el cielo
lo mismo que esa estrella fugitiva.
¿Después?… Después…
ya lo dirá esa estrella misma,
esa estrella romera
que es la mía,
esa estrella que corre por el cielo sin albergue
como yo por la vida.”

Otra faceta que se encuentra en la citada Antología es cierta confrontación, cierta dirección hacia lo religioso, como en el poema “Oración” y “Cristo”. En el poema “Sabemos” dice:

“Sabemos que no hay tierra
ni estrellas prometidas.
Lo sabemos, Señor, lo sabemos
y seguimos contigo trabajando”

En el libro “El payaso de las bofetadas”, escrito entre Habana y México hacia el año 1938, se encuentra una crítica al poder religioso y prosas con crítica social en el contexto de las guerras. Por ejemplo, en el poema “El payaso de las bofetadas” dice:

“Un día bendecirá el Papa la bomba atómica y se la pondrá en la mano al niño Jesús en lugar de la esfera y la Cruz… con esta leyenda debajo: “Ojo… ¡el que se mueva!… Viva Cristo Rey””.

Y también en el poema de 1938 “El payaso tiene la palabra”, en el contexto de la Guerra Civil Española, dice:

“Mercaderes…
Aquí
en este otro mercado,
en esta otra gran Bolsa
de signos y designios estelares,
por torrentes históricos de sangre,
¡Solo existe un negocio!
Solo una transacción
y una moneda… ¡La sangre!
[…]

“Creo que la Filosofía arranca del primer juicio. La Poesía, del primer lamento […] el filósofo cree en la razón, el poeta en la locura”
León Felipe en “El poeta y el filósofo”

El golpe de la guerra lo lleva a escribir elegías de España; hacia 1939 en el poema “Habla el prólogo” dice: “Oh, este llanto de España, que ya no es más que arruga y sequedad”. Y más adelante:

“¿Por qué habéis dicho todos
que en España hay dos bandos,
si aquí no hay más que polvo?

En España no hay bandos,
en esta tierra no hay bandos,
en esta tierra maldita no hay bandos.
No hay más que un hacha amarilla
que ha afilado el rencor.
Un hacha que cae siempre,
siempre,
siempre,
implacable y sin descanso
sobre cualquier humilde ligazón:
sobre dos plegarias que se funden,
sobre dos herramientas que se enlazan,
sobre dos manos que se estrechan.
La consigna es el corte,
el corte,
el corte,
el corte hasta llegar al polvo,
hasta llegar al átomo.
Aquí no hay bandos,
aquí no hay bandos,
ni rojos
ni blancos
ni egregios
ni plebeyos…
Aquí no hay más que átomos,
átomos que se muerden.
España,
en esta casa tuya no hay bandos.
Aquí no hay más que polvo,
polvo y un hacha antigua,
indestructible y destructora,
que se volvió y se vuelve
contra tu misma carne
cuando te cercan los raposos”
(1975: 71)

Corazón mío - poema de León Felipe

Sobre el poeta prometeico

En el poema “El poeta prometeico”, firmado en México 1942, Léon Felipe elabora una parábola sobre el poeta prometeico, el poeta que trae un fuego, o que se quema con su fuego, alguien que se rebela del status quo y siembra revolución. Escribe: “Y con una parábola quiero definir la poesía y explicar las tres clases de poetas que hay y ha habido en el mundo. Con la parábola del hijo pródigo”. Entonces narra y explica la conocida parábola concluyendo que el hijo que “da la vuelta al mundo”, el que salió por el ocaso y regresó a casa por el alba, es la parábola del espíritu:

“Y esta es la gran síntesis del gran proceso poético del Espíritu que marcha paralelo con el proceso dialéctico de la materia. Porque tres son las personas: El Padre, El Hijo, El Espíritu… La Tesis, la Antítesis y la Síntesis.
Y tres son los poetas según esta dialéctica espiritual: El doméstico, el pobre de espíritu que está aquí solo para glorificar al Padre, para descubrirle el lado tierno y misericordioso, para mostrar sus entrañas amorosas.
Ya en su casa de nuevo y para siempre este poeta compondrá con gran pompa retórica endechas y canciones para la liturgia ortodoxa. Será un escriba… y un buen ciudadano.
El otro, el segundo, es el Poeta Prometeico… el rebelde, el verdadero rebelde… El Verbo… El Hijo. Nació de la imaginación. Salió del mito y de las entrañas de los libros sagrados… Luego se hizo realidad histórica… los Griegos le llamaron Prometeo… más tarde Edipo… es el Cristo… y en España tomó el nombre y la figura grotesca de Don Quijote de la Mancha…
El tercero es la palabra ya en el Viento… la Luz en sus cuatro dimensiones llenado el Universo… la Poesía, ya del Hombre y de todos los Hombre en todas las latitudes del espacio y del tiempo… la Sabiduría amorosa y musical… la ley de las esferas y de la oruga en la sangre del hombre como el instinto y la gracia… La síntesis última… Pero éste no es nuestro mundo todavía. Hablemos hoy del Poeta Prometeico solamente.
El Poeta Prometeico es la anti-tesis siempre… El Hijo, el que se encara con el Padre que es la primera afirmación creadora, cruel e inmisericorde. Representa el amor contra el ceño adusto de Jehová en la Biblia… Y el amor en Prometeo contra la dictadura caprichosa de Júpiter entre los Griegos… Y el amor en Edipo contra las sombras pre-históricas y subconscientes… Y el amor apasionado y loco de España en Don Quijote contra la razón absolutista y fría de la Europa del Renacimiento”.
(1975: 93)

Es interesante la elaboración que hace León Felipe en este texto. Dota a la figura del poeta de un poder sensible y una responsabilidad, al darle cierto rol “redentor” o revolucionario. En el poema “Don Quijote es un poeta prometeico” se lee lo siguiente:

“La metáfora poética desemboca entonces en la gran metáfora social. Cuando el hombre doméstico, egoísta y tramposo, degrada el mundo y todo lo rebaja; cuando las cosas no son lo que deben ser, lo que pueden ser, el mecanismo metafórico del poeta es el primer signo revolucionario. Y antes denuncia nuestras miserias el poeta que el moralista” (1975: 99).

Poema "Biografía, poesía y destino" - León Felipe

El León Felipe social

León Felipe y su vena que es social, pero que en el fondo es mística; dice que hay que salvar al rico de la dictadura de su riqueza y al pobre de la tiranía de su pobreza, porque ni el rico ni el pobre importan, sino el Hombre, el Hombre que tal vez sea Cristo. “Hay que matar al rico y al pobre para que nazca El Hombre” se lee en un verso. En este punto hay una conexión con Hermann Hesse y Raimon Panikkar.

León Felipe es el poeta que dijo que los ojos son la fuente del llanto y de la luz. Esta dicotomía también está presente el libro “Del poeta maldito”, firmado en México, 1941, 1942 y 1943. Afirma uno de sus poemas: “El poeta prometeico viene a dar la luz. El poeta maldito, de la sombra. Es el mismo, se llama así cuando se acerca a los infiernos”.

Él mismo es un poeta prometeico y un poeta maldito, uno que maldice los horrores y dimite de la normalidad:

“Presentaré la dimisión. Aquí está mi renuncia.
Os entrego mi silla,
mis honores y… mis honorarios.
O mejor, degradadme vosotros,
honradme, degradándome vosotros,
quitadme los galones de un habitante de la Tierra,
rasgadme el uniforme de los seres humanos…
arrancadme la piel porque soy un traidor a vuestras leyes,
a vuestra política
y a vuestra religión”.
(1975: 138)

El rey de los lagartos

León Felipe es un poeta de las profundidades, donde habita el lamento original: “dejad que diga yo lo que visto con los ojos cerrados” (1975: 221). En el poema “El emperador de los lagartos” (México, entre 1941 y 1944) dice algo que recuerda la famosa frase del cantante Jim Morrison “I’m the lizard King, I can do anything” al final de la canción o poema “The celebration of the lizard – Not to touch the earth”. En palabras de León Felipe:

“Porque el sueño es un animal fronterizo como los lagartos…
El sueño es un lagarto.
[…]
El poema también es un lagarto,
y el poeta, el Gran Emperador de los lagartos”
(1975: 145)

Hay otro poema del mismo periodo titulado “Los Lagartos” en el cual la figura del lagarto es la equivalencia del inconsciente, de la verdad, del territorio sin máscaras ni engaños. El sueño, lo onírico y el poema son lagartos, entonces. Dice el poema:

“Cuando los grandes depositarios espirituales que llevaban en sus manos el alimento sagrado de la fe, lo vendieron o lo usaron para mover la carroza de la Política y del Poder… cuando el sacerdote y el sabio abandonaron al hombre y lo dejaron solo, yo… interrogué a los lagartos, busqué la verdad en los lagartos y me quedé colgado de los signos de interrogación, como de los ganchos de un hamaquero… moviéndome de norte a sur.
[…]
Si no está en la retorta ni en el vaso sagrado…
tendremos que buscarlo en el ritmo pendular
de la locura… del sueño… del borracho…
Éstos son los lagartos”
(1975: 142)

Ciertamente, la poesía de León Felipe hace una crítica al postureo social, a la sonrisa falsa de la pose. En el poema “Me compraré una risa” se leen ideas cercanas a una crítica de la sociedad del espectáculo, una crítica como la de Adorno y Horkheimer sobre la industria cultural:

“La risa mecánica del mundo,
la risa del magazine y la pantalla,
la risa del megáfono y del jazz,
la risa sincopada de los negros,
la risa asalariada,
la risa que se alquila y que se compra…
[…]
pregonando sonrisas para esconder la sombra y la miseria”
(1975: 155)

Leyendo este libro he apuntado en mis notas de lectura que el poeta, al aventurarse al poema, hace un salto al vacío, a la mística. El poema es el viaje a la naturaleza mística a través del tren de la palabra.

Contracubierta del libro Antología Rota - León Felipe

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