Leer Noticia de un secuestro de Gabriel García Márquez es asistir a la intimidad del terror vivido por la gente secuestrada por Pablo Escobar y los llamados Extraditables en los años 1990 y 1991 en Colombia. García Márquez escribe una crónica periodística que narra la experiencia sufrida por Maruja Pachón de Villamizar, Beatriz Villamizar de Guerrero, Marina Montoya, Diana Turbay, Juan Vitta, Hero Buss, Azucena Liévano, Orlando Acevedo, Richard Becerra, Francisco Santos, sus familias y todo un país. El libro también muestra cómo Pablo Escobar y el narcotráfico en general puso contra las cuerdas a un Estado demasiado débil, corrupto y desestructurado. En los dos primeros meses del año 1991 hubo 1200 asesinatos en Medellín.
Estos comentarios y reseña están hechos a partir de la lectura de: García Márquez, Gabriel. Noticia de un secuestro. RBA. Barcelona. 1999
El libro se llama Noticia de un secuestro, porque es como una noticia larga y profunda sobre los hechos mencionados. En ese momento, los secuestrados eran para el Cartel de Medellín una moneda de cambio para presionar al Gobierno y derogar la extradición de los narcos a Estados Unidos. En 1987 el narco colombo-alemán Carlos Ledher había sido extraditado y había recibido cadena perpetua, lo cual había sentado un precedente que atemorizaba a los demás narcos colombianos. (El tiempo pasó y Carlos Ledher se benefició de varias reducciones de pena por su colaboración con la justicia, tanto así que el pasado junio de 2020 cumplió condena y salió en libertad).
El primero de esta ronda de secuestros comenzó en septiembre de 1990 con Marina Montoya, hermana de Germán Montoya, secretario general de Presidencia. Dos meses después, los Extraditables secuestraron a Maruja Pachón de Villamizar (periodista y esposa del político Luis Alberto Villamizar, y hermana de la viuda del asesinado Carlos Galán), y a Beatriz Villamizar de Guerrero (hermana de Luis Alberto Villamizar). Al secuestrarlas, los raptores asesinaron a su chofer. Los otros secuestrados fueron Diana Turbay (periodista e hija del expresidente Turbay Ayala), su equipo de periodistas y Francisco Santos (periodista, hijo del director del principal diario del país; en el futuro sería vicepresidente de Álvaro Uribe).
Frente a la poca profundidad de las noticias y los histriónicos titulares, un libro como este tiene el mérito de ser el producto de una investigación y de horas entrevistando a los que sobrevivieron el secuestro y demás personajes protagonistas de esa coyuntura. Es una crónica de terror porque deja ver el sufrimiento de la experiencia del secuestro, peor que la cárcel. El secuestrado sabe que en cualquier momento lo pueden asesinar y que su vida ha dejado de ser lo que era para convertirse en un instrumento de violencia, una cosa de guerra, una moneda de cambio con valor variable y que tiende a la baja.
Por ejemplo, García Márquez narra ese día fatídico de diciembre de 1990 en que los captores se llevaron a Marina Montoya del zulo en el que la tenían escondida junto a Maruja Pachón y Beatriz Villamizar. Una escena desgarradora en la que Marina sabe que se la llevan para asesinarla, pero aún así conserva algo de ilusión por la libertad. Marina fue asesinada y su cuerpo fue abandonado con una bolsa en la cabeza en un potrero de Bogotá. Ninguna novela de terror puede superar la espantadora crónica de ese momento.
Otros personajes de la vida pública y política eludieron con suerte el secuestro, como el periodista Yamit Amat y María Clara Betancur, hija del expresidente Betancur. Entre 1983 y 1991, 26 periodistas fueron asesinados en Colombia, mostrando hasta qué punto “hablar de más” se había convertido en un gran peligro. El asesinato de Diana Turbay, en condiciones muy opacas en medio de una arremetida de la policía, cubrió de luto a un país que vería cómo este tipo de tragedia se repetiría y se recrudecería en los años venideros. Nydia Quintero, la madre de Diana Turbay, había luchado con todas sus fuerzas por la liberación de los secuestrados… en un discurso después del asesinato de su hija dijo “Esta es la historia de una muerte anunciada”. El equipo periodístico de Diana Turbay fue liberado entre noviembre y diciembre de 1990.
La muerte de Diana hizo que el Gobierno publicara, tardíamente, el Decreto 2047 llamado “Sometimiento a la justicia”, una estrategia que el presidente Gaviria, Rafael Pardo y Jaime Giraldo Ángel siguieron para asegurar a Pablo Escobar que la extradición sería derogada. No obstante, éste tuvo que ser reformado dos veces para cumplir los requisitos del mafioso. Alberto Villamizar trabajó con dedicación para interceder ante Pablo Escobar, pero éste solo abrió la puerta cuando el sacerdote más conocido de Colombia, el padre García Herreros, aceptó participar como mediador. Finalmente, se acordó que Pablo Escobar y sus secuaces más cercanos estuvieran retenidos en una cárcel acondicionada sobre un centro de menores en la finca La Catedral del municipio de Envigado. En mayo de 1991 Maruja Pachón y Francisco Santos fueron liberados.
En junio de 1991 Escobar ingresó a la cárcel La Catedral, desde la cual seguiría operando y de la cual se fugaría. Moriría en diciembre de 1993 durante una redada policial.
¿Por qué y para qué sirve Noticia de un secuestro?
¿Para qué sirve este libro? y ¿por qué este libro? son dos preguntas inevitables que se presentan al leerlo. Dicho rápidamente, para conocer con detalle y para no olvidar. Detrás de cada noticia hay una historia con cierto grado de complejidad, la cual, muy a menudo, pasa desapercibida. El periodismo contemporáneo poco ahonda en ello, ofreciendo a los ciudadanos noticias breves y comúnmente sesgadas. En este caso, García Márquez buscó compartir los pormenores de una historia múltiple de secuestros.
Los sucesos narrados en Noticia de un secuestro fueron seguidos día a día en los telediarios de Colombia. Desafortunadamente, estos sucesos tomaron la forma de una “serie de televisión”, una serie de horror. En Colombia, mucha gente vivió este drama solo por televisión, lo cual nos hace preguntar si se tiene una memoria de esto. Tal vez en Colombia la gente tiende a olvidar estas tragedias como una forma de protegerse contra el dolor.
Debido a la forma del periodismo masivo contemporáneo, basado en picos de emoción, titulares y poco contenido, la profundidad de este capítulo de la historia colombiana ha pasado desapercibido para mucha gente. Este drama se ha reencauchado primero como una serie de Netflix, dejando pendiente una reflexión y debate sobre las últimas cuatro décadas de horror.
Como dice Asimov acerca de Estados Unidos, en Colombia también ha reinado un culto a la ignorancia, un culto a no saber, en este caso, sobre la historia. El libro Noticia de un secuestro debería ser parte de una asignatura en la educación colombiana, debería ser recomendado por el ministerio de educación para que jóvenes y adultos no olviden, para que edifiquen una cultura política, para que recuerden que no solo los protagonistas de esta crónica han sido secuestrados, sino que han sido miles de colombianos los que han sido privados de la libertad y de la vida debido al tóxico negocio del narcotráfico.