Soledad y desesperanza en el cuento «La lluvia» de Arturo Uslar Pietri

Cuento La Lluvia - Arturo Uslar Pietri
4.5
(28)

Arturo Uslar Pietri (1906 – 2001) historiador, periodista, filósofo, político y escritor venezolano fue conocido por su famosa frase «Sembrar el petróleo». Dejó un abundante legado literario de novelas, cuentos, artículos periodísticos y ensayos. Obtuvo varios reconocimientos nacionales e internacionales, entre ellos el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1990) por la novela La visita en el tiempo. Incursionó en el realismo mágico hispanoamericano con toques regionales proyectados a la universalidad. Compartió sus ideas literarias con Miguel Ángel Asturias y Alejo Carpentier.

Barrabás y otros relatos (1930) y La lluvia (1935) forman parte de su destacado repertorio cuentista. En este último cuento predominan las características del realismo mágico hispanoamericano en los problemas sociales para acercarnos al ser. La lluvia es el título también de una colección de doce cuentos publicada en el 2004.

Uslar Pietri, Arturo. La lluvia (1935)
Biblioteca Virtual Universal
En linea: https://www.biblioteca.org
Editorial del Cardo

Argumento

En el cuento La lluvia se describe el mundo de realidad y ficción de unos campesinos en un conuco de maizal, solitario y achicharrado por la sequía. Una pareja de ancianos, sin hijos, abrazados por el aislamiento, la pobreza, la carencia afectiva y la añoranza por la llegada de la lluvia: «- Si no llueve Jesuso, ¿qué va a pasar?». La aparición de un niño, como por arte de magia, parece aliviar la carga de la convivencia marital. La soledad y la desesperanza eclipsaron por un breve tiempo; sin embargo, la desaparición repentina del niño fracturó la realidad y opacó la alegría que pudo haber traído las primeras gotas de lluvia. «Ya no sabía si regresaba. Miraba como entre lágrimas al través de los claros flecos del agua la imagen oscura de Usebia, quieta entre la luz del umbral.» En el cuento se va construyendo el carácter humano de los personajes mediante la introducción de diálogos, el uso de giros y símbolos estilísticos que se pueden interpretar de los desequilibrios ambientales de sequía y lluvia que proyectan un ambiente efímero y elegíaco de realidad y fantasía.

Personajes

El primer párrafo nos introduce a los dos personajes principales del cuento: el viejo zambo Jesuso y su esposa Eusebia «respiración corta y silbosa». El ambiente interno del rancho: chinchorro, castre, platos de peltre, rendijas de las tablas que cubren el rancho nos asoman la condición de pobreza y los diálogos descubren la interiorización de los personajes. Personajes sombríos, llenos de recuerdos y deseos no cumplidos: «… el sabor de la vida amarga y durable concentraba en el recuerdo de su hombre, cargándolo con las culpas que no podía aceptar».

Más adelante tenemos a Cacique, un niño encontrado entre los árboles de maíz que por breve tiempo iluminó la vida de la pareja: realidad o espejismo: «Era fino, elástico, las extremidades largas y perfectas, por entre el dril pardo, la piel dorada y sucia, (…)». El mundo de magia o fantasía alrededor de Cacique, pese a su actuación vacilante y a las frases entrecortadas, logra tejer en la pareja el desapego al ambiente y con esto llega la alegría y el gozo a sus corazones: «A medida que el día se hacía grande y profundo, la luz situaba la imagen del muchacho dentro del cuadro familiar y pequeño del rancho (…), el cuerpo se amolda bastante exacto al butaque de cuero (…)». Todo encajaba para él. Cacique era esperado en el rancho. Pero al final del día, su presencia desvanecía y con ella la sombra, la soledad y la desesperanza aligeraban el paso para regresar: «Ya irreconocible, como las demás formas, el rostro del niño se deshacía en la tiniebla gruesa, ya no le miraba aspecto humano, a ratos no le recordaba la fisionomía, (…)».

La naturaleza es un personaje importante en la trama: «La tierra estaba seca como una piel áspera, seca hasta el extremo de las raíces, ya como huesos; se sentía flotar sobre ella una fiebre de sed, un jadeo, que torturaba (…)». La descripción humanizada del ambiente externo connota con la condición física e interior de la pareja, con la vida de soledad y desesperanza en la cual viven.

El lector percibe la influencia del ambiente circundante sobre la conducta de los personajes. La evocación reiterativa de imágenes de colores, táctiles y sonidos dentro y fuera del rancho permite que se perciban sensaciones de diversas índoles. La combinación de las imágenes da valor estético y respaldan la intención del autor de ofrecer un ambiente mágico y de misterio.

El narrador y el tiempo

El narrador va mostrando un modelo narrativo en tercera persona. Se hace explícita la técnica del diálogo en Jesuso, Eusebia y las frases cortas de Cacique. Los giros coloquiales nos muestran la situación afectiva y emocional de la pareja que consiguen acercarnos a sus sentimientos: «- ¿Qué pasa Eusebia? ¿Qué escándalo es ese? – ¿Ves, vieja loca tu aguacero? Ganas de trabajar la paciencia (…)».

El tiempo va guiando los eventos en secuencia lineal: «El viejo se incorpora, corrió a la puerta, la abrió violentamente (…)». De la misma manera, el tiempo nos ofrece la sensación de hastío, pesadumbre y la monotonía en la cual vive la pareja. Los dos personajes tienen conciencia de cómo pasa el tiempo y eso los abruma: «Miró la sombra que se agitaba fatigosa sobre el catre (…) Con la primera luz de la mañana Jesuso salió al conuco (…)».

La lluvia y la sequía

La condición ambiental de lluvia o sequía plantea una dependencia para la subsistencia humana; aunque en el relato, ellas representan un conflicto externo que contribuyen a dibujar el escenario donde se conjugan a un discurso simbólico de fecundidad, infertilidad, vejez, soledad y angustia humana. «En los cerros y en los valles pelados, llenos de grietas como bocas, los hombres se consumían torpes, obsesionados por el fantasma pulido del agua, escudriñando anuncios (…) «. Ya hemos visto en muchos relatos los problemas que trae la ausencia de lluvia en los sectores del campesinado latinoamericano, tal es el caso, en el cuento Nos han dado la tierra (1953) de Juan Rulfo, donde la aridez y desolación se hacen presentes. En cada caso, tanto la sequía como la lluvia evocan emociones y juegan con una mezcla de sensaciones para aludir los estados afectivos en los personajes.

Soledad y desesperanza

Una de las interpretaciones manifestadas en el cuento es la soledad que delata un matrimonio en agonía: «-Duerme como un palo. Para nada sirve. Si vive como si estuviera muerto …». Se perfilan carencias de intimidad interpersonal afectivas entre la pareja: una convivencia de hastío y soledad. Se revela el sufrimiento y se busca al culpable de las desdichas. No obstante, la soledad y la desesperanza menguaron en la pareja ante la aparición del niño: «Una vaga dulzura le suavizó lentamente la expresión (…) Hubiera querido comenzar a hablar disparatadamente (…) o huir de la soledad (…) ya no se sentía ella, (…) El gozo mutuo y callado los unía y hermoseaba (…)». Ya la sequía y la lluvia no importaban. Aquí el agua es el reflejo de la realidad marital, son ellos mismos, su ausencia o presencia no es el problema en la convivencia. Por un corto tiempo, reinó en sus vidas el amor de madre y padre para soslayar la desdicha que los circundaba y les producía angustia y desazón en la relación de pareja. Lo cotidiano, el cuadro de soledad y desesperanza sufrieron una transformación extraordinaria, esculpidas en un escenario mágico. Todo ya no era gris y amarillento y el efecto martirizador de la naturaleza no se notaba.

Realidad y fantasía

Arturo Uslar Pietri supo manejar las figuras y elementos literarios para referenciar los problemas del entorno del campesinado venezolano, apartado del criollismo, pero fundidos en verdades sociales de existencia marital que afectan la convivencia con toques de fantasía o magia: «Este año ni una gota de agua y el pasado fue el invernazo que se pasó de aguado, llovió más de la cuenta, creció el río, acabó con las vegas, se llevó el puente … si llueve, porque llueve … Sino llueve, porque no llueve (…)».

Los componentes visuales imprimen la sensación de soledad y desesperanza en la trama de la relación de pareja: «Las nubes oscuras como sombra de árbol se habían ido, … El día era ardiente (…) Todo lo que dominaba el paisaje, desde la colina, era una sola variedad de amarillo sediento (…)».

Los sonidos crean un escenario de miedo: «el ruido del viento en el maizal compacto y menudo como de lluvia la patinadura del aire sobre las hojas secas del maíz se oía en el hondo, como bajo piedra, el latido de la sangre girando ansiosamente (…)». Los recursos estilísticos van revelando la condición e identidad humana de los personajes en un escenario mágico ante la incertidumbre de la realidad.

Desde aquí se genera la reflexión del autor en mostrar que, a pesar de los problemas cotidianos, el hombre en su condición humana con sus valores, sentimientos y conciencia puede despojarse de su soledad y desesperanza ante la vida. Acercarse a su ser. Adaptarse y sustituir los vacíos con nuevas emociones que les permitan afrontar la vida con color, alegría y sentimientos humanizados en búsqueda de lo deseado. Replantearse y reflexionar sobre los motivos de la existencia. El relato es, además, desde otro ángulo, una denuncia social ecológica difícil de dejar de lado, construida en un contexto de soledad y desesperanza tanto individual como social.

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Autor: Deysi Manzanillo

Profesora en biología, lengua y literatura, con especialización en la enseñanza de la lengua. Nativa y residente de Venezuela. Amante de la lectura.

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