La conquista de la memoria: Tres días del 33 de Ramón Pérez Montero

Reseña de la novela 3 días del 33
4.5
(15)

Ramón Pérez Montero, autor de Tarde sin orillas (1998) ―finalista del Premio Internacional de Novela Luis Berenguer― y Eras la noche (2020) ―seleccionada en la convocatoria New Spanish Books para su traducción y publicación en Estados Unidos― entre otros títulos, ha publicado en diciembre del año pasado Tres días del 33 (2022). Se trata de una extensa novela, casi 700 páginas, escrita con una rabiosa sensibilidad y melancolía desde la que intenta contar su propia verdad sobre los sucesos de Casas Viejas.

Estos eventos ya habían sido narrados por, entre otros, Ramón J. Sender en Viaje a la aldea del crimen o Teresa Gracia en Casas viejas, por mencionar algunos ejemplos literarios. Más allá de la extensión, la diferencia que propone Pérez Montero reside un su estructura poliédrica mediante la cual, dando voz a más de 300 personajes, trata de permitirles contar la historia desde sus perspectivas. De esta manera, el lector encuentra en la novela una lucha de verdades: vencedores y vencidos. Sin resultar maniqueísta, resulta evidente que el narrador encuentra mayor comodidad y compresión en los olvidados.

Seisdedos y la Libertaria

Entre los sumos personajes, dos de ellos parecen tomar la voz narrativa con mayor frecuencia. Estos son abuelo y nieta, Seisdedos y la Libertaria, Francisco Cruz Gutiérrez y María Silva Cruz. El primero de ellos abre la novela con un discurso en el que se contrapone la visión anarquista de la armonía natural (Fourier, Kropotkin), en la cual «El monte nos respetaba y nosotros respetábamos al monte» (Pérez Montero, 2022: 13),  frente a la explotación de los terratenientes, como el marqués de Negrón.

Por su parte, los parlamentos de la Libertaria son enunciados desde su voz todavía infantil pero no por ello inocente ni libre de elementos trágicos: 

Yo jugaba con la muñeca de trapo que me había hecho mi madre con retazos de ropa vieja. Acuesto a la muñeca en una cama de farfollas de maíz. Muchas veces me coge la noche jugando con mi muñeca y entonces mi madre me llama a voces, no vaya a ser que me haya perdido. Muchas veces yo también me acuesto con mi muñeca y me quedo dormida a su vera. Mi abuela se ha muerto en el campo unos años antes. Por eso mi abuelo se vino a vivir a su choza Casarín. Un día le pregunté a mi abuelo por el motivo de la muerte de la abuela. Entonces vi que mi abuelo, sin llegar a contestar nada, cerró los ojos para contener las lágrimas que le querían salir. Le pregunté entonces si es que estaba llorando. «Los pobres no podemos desperdiciar nada, Mariquilla, ni siquiera las lágrimas», me dijo, llamándome de esta manera que él me llamaba (Pérez Montero, 2022: 102).

El anarquismo de Casas Viejas

La obra está repleta de descripciones de escenas de la vida anarquista: encuentros en el sindicato, lecturas, congregaciones de obreros… Una de ellas consigue captar el perfil físico y psicológico de los personajes en plena tensión el 10 de enero, cuando todavía se decidía si darse a la revolución:

Se escucha crecer el murmullo hueco de los estómagos vacíos, distorsionado con imprecaciones de rabia en los labios. Las madres cargan sobre sus cuadriles a niños descalzos que se desayunan los mocos. El cielo está gris. El sol no quiere pintar de colores la protesta agria de un gentío que en su mayoría no ha pegado ojo durante toda la noche. Ojos amargos que solo ven en blanco y negro. Los hombres, con sus fajas negras alrededor de sus cinturas, abren sus bocas desdentadas, cierran sus puños y los elevan al cielo junto con la ira de sus voces (Pérez Montero, 2022: 66-67).

Los allí reunidos son bien conscientes de que los burgueses son «los únicos culpables de los crímenes» (Pérez Montero, 2022: 69); pero, que sin embargo, existen muchos obreros que «muchos brindis al sol y luego, a la hora de la verdá, to el mundo esconde la cabeza como hacen los caracoles en cuanto barruntan una mijilla de peligro» (Pérez Montero, 2022: 96), o que bien actúan «como si la cosa no fuera enteramente con él» (Pérez Montero, 2022: 257).

Vencedores y vencidos

Dijo Walter Benjamin en su V tesis sobre la historia que «la imagen verdadera del pasado es una imagen que amenaza con desaparecer con todo presente que no se reconozca aludido en ella» (Benjamin, 2008: 39). Una de las otras muchas voces que se encuentran en la novela declara:

Pos míe usté que no encuentro yo la palabra pa decirle to el daño que le queó desde aquel entonces a la gente por mor de lo que aquí pasó. ¿Trauma, dice usté? Pos desconozco esa palabra, pero si quiere decir que aquí mataron sin razón a un puñao de inocentes y que esa hería nunca podrá cerrarse en la memoria de la gente de aquí, pues esa palabra que usté nombra debe ser la apropiá para decir lo que yo estoy queriendo decir (Pérez Montero, 2022: 654).

En este conflicto de verdades quiere imponerse el tecnicismo sobre la barbarie, el lenguaje presuntamente desideologizado posmoderno ―recuérdese el aviso de Althusser:  «la ideología no dice nunca “soy ideológica”» (2003: 148)― sobre el ideologizado de lucha de clases. Sale, sin embargo, la voz del narrador en defensa de la memoria y quienes la dilucidan:

El mundo los requiere como contrapeso de aquellos otros que a fuerza de estar convencidos de la autenticidad de lo que dicen, o en base a la manipulación para que terminen soplando a su favor los vientos de la historia, no paran de esparcir la semilla del desconcierto (Pérez Montero, 2022: 35-36).

Conclusión

Para aquellos que las casi 700 páginas pudiesen atemorizarles, tal vez les anime darse a la lectura el hecho de que, siendo muchos los personajes que en la novela toman voz, no es necesario recordar todos y cada uno de los eventos y nombres. Las secuencias se van sucediendo muchas veces de manera no necesariamente conectadas, de manera que importa más el coro general de voces antes que un discurso individual concreto.

Pese a que, antes de abrir el libro, se conozca su represivo desenlace, lejos de verse como un punto negativo, ha de tomarse como una posibilidad de conocer la historia con una mayor profundidad. La mezcla de realidades y ficciones que aquí se logra es, como cualquier análisis, una interpretación subjetiva de unos eventos objetivos que, en este caso, con sus alteraciones, puede servir a quien desconozca los detalles de la historia acaecida para conocerla con gran rigor, pues la investigación realizada por Pérez Montero para novelar estos hechos es sumamente impresionante. Entre las páginas, la voz narrativa reflexionará sobre la tarea del escritor y el historiador en su papel y compromiso con y para la Historia. Se podrá encontrar en ella una suerte de bibliografía temporal de los diferentes investigadores que se han acercado al tema, pudiendo el lector entonces separar lo real de lo ficticio; y lo que es más importante: lo que ocurrió y los que nos han hecho creer que ocurrió. Es la historia de un pueblo reprimido que, sin más opción, se dio a la conquista del pan. Leamos y conquistemos, aunque sea, la memoria.

Bibliografía

Althusser, L. (2003). Ideología y aparatos ideológicos del Estado en Slavoj Žižek (Ed.) Ideología. Un mapa de la cuestión. Fondo de cultura económica de Argentina, Buenos Aires (pp.115-155).

Benjamin, W. (2008). Tesis sobre la historia y otros fragmentos, Universidad Autónoma de Ciudad de México, Ciudad de México.

Pérez Montero, R. (2022). Tres días del 33, Libros de la Herida, Sevilla.

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Autor: Mario del Ama Navidad

Mario del Ama Navidad es estudiante de Estudios Hispánicos en la Universidad Autónoma de Madrid. Muestra interés en Miguel Hernández, la literatura fascista, la literatura anarquista, la reescritura áurea y el marxismo crítico.

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