Cultura y simulacro: análisis y citas textuales

Foto del libro Cultura y Simulacro de Jean Baudrillard
4.8
(16)

Leer el libro Cultura y Simulacro de Jean Baudrillard es un reto y una invitación para pensar el rol de las masas en la actualidad. La exposición de Baudrillard no se caracteriza por una claridad excepcional (y tal vez la traducción al español que he leído no ayuda especialmente). Inversamente, sus ideas conforman una de las reflexiones sociológicas y filosóficas más interesantes sobre algo que podríamos llamar la “edad de las masas” (mass age). El libro está compuesto por los ensayos La precesión de los simulacros, que es el primer capítulo del libro Simulacros y Simulación (1981), El efecto Beaubourg (1977), A la sombra de las mayorías silenciosas (1982) y El fin de lo social. En Precesión de los simulacros la editorial Kairós se ha olvidado poner el epígrafe incluido en el original en francés: “Le simulacre n’est jamais ce qui cache la vérité – c’est la vérité qui cache qu’il n’y en a pas. Le simulacre est vrai.” L’Ecclésiate.

Para escribir este análisis, reseña y comentarios he leído la edición:
Baudrillard, Jean. Cultura y Simulacro. 2016 (duodécima edición). Barcelona.

Vale la pena hacer una breve crítica constructiva a esta edición: primero, cuenta con un número mayor de errores orto-tipográficos que el comúnmente visto en los libros de ensayo (percepción subjetiva). Segundo, la manera en que están ordenados los ensayos no favorece mucho la comprensión de las ideas de Baudrillard. ¿Ayudaría si estuvieran ordenados por fecha de publicación? Tercero, se nota que han querido ahorrar en la calidad de la impresión. Cuarto, la traducción del francés podría ser mejor (lo digo sin la autoridad de un traductor); con respeto a los traductores Antoni Vicens y Pedro Rovira, parece que ha costado mucho entender a Baudrillard.

Si tuviera que resumir, “densificar”, para usar una de sus palabras, en un párrafo el planteamiento de base en Cultura y Simulacro intentaría esto:

Lo social, que en la modernidad fue ganando más y más importancia (un proceso que va de la Revolución francesa a las revoluciones de 1820, 1848 y 1917), ha llegado a un punto de saturación tal, que ha dado pie a la conformación de las masas. Unas masas que son resultado del exceso de modernidad, del exceso de control, del exceso de consumo (“Queréis  que se consuma – pues bien, consumamos siempre y más, y cualquier cosa; con todos los fines absurdos e inútiles” (2016: 151)), del exceso de medios de comunicación y espectáculo; estas masas revierten la energía expansiva de lo social hacia una energía implosiva que devora todo. De la modernidad a la posmodernidad, hay un desplazamiento de la inconformidad al hiperconformismo (y la hipercomodidad), lo cual hace de las masas, un fenómeno de mayorías silenciosas. Son un “yacimiento opaco” y denso, un agujero negro que absorbe y consume todo lo que le dan. Las masas no demandan más sentido, solo quieren espectáculo. A las masas no las atrapa lo real, sino los signos de lo real. No se mueven por los problemas del mundo, sino por las noticias del mundo en el telediario, noticias hechas siguiendo un modelo, un guión, que las hace más verosímiles, más seguras, más influyentes que los mismos hechos a los que se refieren. Las masas son frías frente a la cultura, pero devoran la cultura congelada (disecada) en los museos. Jean Baudrillard vio en Marshall McLuhan a un visionario, estando de acuerdo con la idea de que el mensaje ha terminado por decaer en favor del medio (ver análisis del libro El medio es el masaje). Afirma que en las mayorías silenciosas hay una desafección del sentido, “neutralizando el mensaje en provecho del medio, neutralizando la verdad en provecho del simulacro” (2016: 142). Pero al contrario de lo que muchos dirían, no se trata de manipulación o alienación de las masas. Los mass-media sí alimentan las masas, pero no como una relación de poder; para Baudrillard la masa y los media están al mismo nivel, son un único proceso. A la sombra de las mayorías silenciosas se proyecta un mundo hiperreal, en el que lo social y la cultura se extinguen.

Complementando una idea arriba mencionada: la fuerza de lo social venció de alguna forma gracias a la adquisición de derechos civiles en la población (educación gratuita, jubilación, voto de las mujeres, entre otros), pero lo social pasó de una fase de despliegue de energías, a una fase de reversión de lo social, como efecto de su propia saturación. Hay un contexto de aumento demográfico que Baudrillard no menciona, pero que juega un papel importante en la transformación de lo social en lo masivo, en la conformación de las mayorías silenciosas, en el siglo XX.

Esa masa que nos quiere hacer creer que es lo social, es, al contrario, el lugar de implosión de lo social.

Jean Baudrillard, Cultura y Simulacro

Dicho el resumen, cabe destacar que lo social, por lo tanto, se extingue en esa implosión consumista de las masas, de las mayorías silenciosas. Y en consecuencia, lo político, que se debía para representar lo social, se queda sin referente. Según Baudrillard, la fuerza implosiva de las masas también engulle lo político.

Me ha parecido que, a partir de esa imagen de las masas frías y silenciosas, y su “fuerza implosiva”, se pueden entender claramente los demás planteamientos y por qué Baudrillard habla de una suplantación de lo real por los signos de lo real, y por qué asistimos a una “disuasión de todo proceso real por su doble operativo” (2016: 11). Veamos un conjunto de ideas acerca de la masa y/o las mayorías silenciosas.

foto de Barcelona con la sagrada familia
La ciudad, la concentración urbana, la densificación en el espacio de la ciudad es una expresión, comenta Jean Baudrillard, de la implosión de lo social (detalle de la ciudad de Barcelona con la iglesia de la Sagrada Familia).

¿Qué son las masas según Jean Beaudrillard?

A continuación, recojo una serie de ideas y citas textuales en las que Baudrillard explica por qué la masa es ese punto en el que lo social implosiona y es devorado en un proceso de simulación ininterrumpida:

  • Las masas no son buenas conductoras de lo político ni de lo social.
  • Las masas absorben la energía de lo social y de lo político y la neutralizan sin retorno.
  • Las masas no irradian, sino que absorben.
  • Las masas son el poder de la inercia, el poder de lo neutro.
  • “La masa, reunión en el vacío de partículas individuales, de desechos de lo social y de impulsos mediáticos” (2016: 110).
  • Las masas son un fenómeno implosivo: “agujero negro en el que lo social se precipita” (2016: 111).
  • “La masa es un ser sin atributo, sin predicado, sin referencia” (2016: 112). No se refiere a la masa de trabajadores o la masa de campesinos. La masa ahora es anónima.
  • Imposibilidad de la masa de estar alienada. Masa sin habla… “En cuanto a la imposibilidad de hacer circular algún sentido en ella, el mejor ejemplo es el de Dios. Las masas retuvieron apenas su imagen, y jamás su idea” (2016: 113).
  • “Las masas se resisten escandalosamente a ese imperativo de la comunicación racional. Se les da sentido, quieren espectáculo… Se les da mensajes, no quieren más que signos.” (2016: 117).
  • “Las masas reaccionan hacia una única dimensión irracional: lo espectacular” (2016: 118).
  • La indiferencia de las masas es su única y verdadera práctica.
  • Las masas hacen jaque mate a la economía. Las masas exceden toda lógica de la necesidad.

Es a partir de este fenómeno o proceso de saturación de lo social, desde el cual se puede ver claramente el planteamiento de Baudrillard acerca de la posmodernidad como exceso o saturación de los procesos de la modernidad. La posmodernidad como exceso de modernidad. Esta saturación de lo social ha llevado a que lo social sucumba en el agujero negro de las masas. Y es sobre las masas donde podemos ver que asistimos a un simulacro de lo real.

Simulacro e hiperrealidad

El término “simulacro” es quizá el que más mención tenga en medios de difusión cuando se habla de Baudrillard, posiblemente por ser el más sencillo de entender y de ver en el día a día. Estamos en un mundo en el que lo real, es suplantado por representaciones de lo real, como pueden ser noticias, películas, documentales, fotografías, perfiles en las redes sociales, stories en redes sociales con x cantidad de filtros, que llegan a ser más impactantes que lo real. Baudrillard les llama “hiperreales”. La simulación, dice, cuestiona “la diferencia de lo ‘verdadero’ y lo ‘falso’, de lo ‘real’ y lo ‘imaginario’” (2016: 12); entonces, la simulación no es real ni imaginaria, es hiperreal.

Las masas, las mayorías silenciosas, “se resisten escandalosamente a este imperativo de la comunicación racional. Se les da sentido, quieren espectáculo… se les dan mensajes, no quieren más que signos” (2016: 117). Baudrillard recoge los planteamientos de Guy Debord en su libro La sociedad del espectáculo. Las masas son (somos) idólatras, adoran las imágenes, los signos, lo que ven en la tele, viven de la fotografía, creen en el documental. “Las imágenes, asesinas de lo real”, afirma Jean Baudrillard.

La simulación es entonces, precisamente, una “suplantación de lo real, por los signos de lo real, es decir, una operación de disuasión de todo proceso real por su doble operativo… que ofrece todos los signos de lo real y, en cortocircuito, todas sus peripecias” (2016: 11). El signo para Baudrillard toma el lugar de lo real ¿Qué pasa cuando el simulacro, lo hiperreal, está presente masivamente? La realidad se pierde, es difícil ver, literalmente, no es posible distinguir entre lo real y el simulacro. (El libro en su versión francesa original puede consultarse en: Similacres et simulation). La afamada película The Matrix, retoma muchos de los planteamientos de Jean Baudrillard, pero el filósofo comentaba que en la película la distinción entre la realidad virtual y la realidad real es muy clara, muy fuerte, y en eso se basa la película, mientras que en «nuestro mundo» la distinción entre lo real y el simulacro no es perceptible.

libro Simulacro y Simulación en la película Matrix
Fotograma de la película The Matrix. Neo guarda adentro del libro Simulacro y Simulación una dosis de mescalina que debe dar a los que tocan a su puerta

Disneyland, Lascaux, Beaubourg y otros ejemplos

La réplica de la cueva de Lascaux es un ejemplo de simulacro. La cueva original, la “real”, se mantiene inaccesible al público; para las masas se ha creado otra cueva, un simulacro espectacular, un espectáculo de signos. Afirma Baudrillard que la simulación no es real ni imaginaria, es hiperreal.

Disneyland por su lado, una representación de la sociedad soñada, es un mundo imaginario, un simulacro de todo un país: “Disneyland existe para ocultar que es el país, todo Estados Unidos, un Disneyland (al modo como las prisiones existen para ocultar que es todo lo social, en su banal omnipotencia, lo que es carcelario)” (2016: 30). Disneyland, el parque temático por excelencia, es también la expresión de un modelo que se replica por doquier, en el modelo turístico de las ciudades, en los conjuntos residenciales, en estructuras de convivencia social. La simulación es un cortocircuito de la realidad y su reduplicación a través de los signos (2016: 57). Este modelo (y otros) se anticiparía a los hechos, de forma que modelo y hecho se confunden. La simulación se caracteriza por la precesión, por la anticipación, del modelo sobre el hecho (2016: 40).

El Centro Pompidou o Beaubourg, hipermercado de la cultura, también es un ejemplo. Aquí la cultura ha sido disecada y atomizada en un edificio, comprimida y compartimentada. No es más que un simulacro y una morgue de la cultura, a la cual las masas asisten en clave espectáculo. Baudrillard hace recordar el refrán “al pueblo pan y circo” (panem et circenses; ver Juvenal, Sátiras X, 77–81).

Beaubourg es como Disneyland y como las centrales nucleares, un modelo de seguridad absoluta que se generaliza en todo el campo social (2016: 84). Tal modelo, es principalmente un modelo de disuasión: “el mismo modelo de infalibilidad programática, de seguridad y de disuasión máximas, es el que rige hoy el campo de lo social” (2016: 69). ¿Disuación de qué? disuasión de todo azar, de todo accidente, afirma Baudrillard. Este modelo se anticipa a la presentación del hecho, es esa la precesión del simulacro.

También los reality shows son un ejemplo de hiperrealidad. Baudrillard cita la serie de la familia Loud en Estados Unidos en los años 70: “Los Loud… una familia que ha aceptado abandonarse a la TV y morir” (2016: 60). Afirma Baudrillard que la serie de los Loud, primer reality show de USA, muestra el quiebre y separación de la familia, y es un sacrificio ofrecido como espectáculo a millones de americanos. El drama litúrgico de una sociedad de masas.

Esta televisión de los dramas reales permite e invitan a consumir, desde el lado del espectador/voyeur, una transparencia excesiva, una estética de lo hiperreal, una realidad con lupa, microscópica: “gozo de la simulación microscópica que hace circular lo real hacia lo hiperreal” (2016: 59). Será que la realidad en épocas previas, la realidad antes del cine y de la fotografía, ya no cumple su función…

Para Baudrillard, la Guerra de Argelia, la Guerra de Vietnam y la Guerra del golfo también fueron un tipo de simulacro, un tipo de Guerra televisada, hiperreal, desbordando los hechos. Las crisis (del petróleo, por ejemplo) también son leídas por Baudrillard como “peripecias artificiales, trucajes históricos, catástrofes y crisis destinadas a mantener bajo hipnosis un cerco histórico” (2016: 76). Una lectura de la crisis desatada por la Covid-19 en clave Baudrillard sería interesante. Esa lectura intentaría aplicar los conceptos de: disuasión, simulacro, mayorías silenciosas, el fin de lo social.

Las redes sociales, vaya hiperrealidad. Un ejemplo claro y enorme que acentúa más la violencia implosiva en la cual es obvio identificar los fenómenos de saturación, densificación, red espesa, simulación, control hipertrófico, retracción y superregulación. Es claro ver que las redes sociales consumen lo social, y que ese simulacro tiene un modelo de negocio basado en la captación de la atención de los individuos lo máximo posible. Recientemente Jaron Lainer, autor del libro «Por qué debes abandonar las redes sociales ahora mismo» lo ha expresado así: el cambio sutil pero gradual de la percepción y el comportamiento humano es lo que se vende como producto en las redes sociales.

Documentales de Netflix, ficcionalidad y simulacro
Los documentales, aquí a la carta en Netflix, son un ejemplo de cómo su consumo es una manera de acerarse a la explicación de la realidad. Bajo su status de veracidad, el documental se convierte en testigo de la realidad, del cual la gente «consume» realidad. El documental se convierte en una realidad más real que la realidad, una hiperrealidad.

Corolario

Para Baudrillard serían las masas, los mass-media y el terrorismo los tres ejes de implosión que conduce al sistema a una catástrofe. Por una parte, Baudrillard es un tanto apocalíptico, por otra, muy realista. En Cultura y simulacro, se reunen un grupo de ensayos que postulan que estamos ante el fin de lo social. Por lo menos, lo social tal y como se ha conocido hasta ahora. Es posible que el siglo XXI lo social se extinga, redefiniéndose de otra forma.

Muchos otros filósofos posmodernos y contemporáneos coinciden en explicar que si en la modernidad había un esfuerzo por solidificar certidumbres, ahora estamos ante un esfuerzo por gestionar incertidumbres. El cambio climático y las pandemias caracterizan este contexto. Baudrillard habla del reino de lo hiperreal, habla del fin de lo social, de la muerte de la cultura. Si viviera hoy, la crisis del Covid 19 la interpretaría como un hiperreal, como un simulacro disuasorio; se trata, afirma, de «relanzar el ciclo a través del espejo de la crisis».

Valora este contenido

¿Cómo te ha parecido este contenido?

¡Haz clic en las estrellas para puntuar!

Promedio de puntuación 4.8 / 5. Recuento de votos: 16

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este contenido.

Autor: Julián Bueno

Escribir reseñas y análisis de libros es una manera de volver a ellos a través de nuestros apuntes. En Lectura-abierta.com todo el mundo está invitado a publicar sus experiencias de lectura. Soy antropólogo y consultor digital, me interesan los contenidos en internet, la literatura, la filosofía y el arte.

Un comentario en “Cultura y simulacro: análisis y citas textuales”

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.