El Zahir de Borges: análisis, fijación y revelación

El Zahir - Jorge Luis Borges
4.1
(85)

El Zahir es, al igual que otros relatos en El Aleph de Jorge Luis Borges, uno de los cuentos más sorprendentes y ricos que he leído, es decir, enriquecidos con referencias filosóficas, místicas y literarias. Sorprendente, porque me ha generado una interrogación constante, muchas preguntas que, pese a no encontrar respuesta inmediata, me han emocionado e inspirado para seguir leyendo y explorando. El cuento, dedicado a María Julia Wally Zenner, tiene referencias al poema éddico Fáfnismál de Islandia, al Libro de Reyes de Firdusi y a Attar de Nishapur, y todo convive coherentemente en el mismo relato.

{Para hacer este comentario, un tipo de reseña y breve análisis literario de El Zahir, he leído la edición de Seix Barral, 1983, Barcelona}

El Zahir es un objeto que encierra un poder terrible, el de no permitir que quien lo vea lo olvide. Verlo lleva a la locura. Pero quizá, detrás del Zahir, detrás de esa fijación, esté Dios; así nos lo dice el texto, y con esa afirmación termina. Entre más leo a Borges, más me cuesta decirle “cuentos” a sus obras. Tal vez habría que llamarlos de otra forma, son cuentos, pero son algo más. He escuchado de la profesora Luce López-Baralt, quien habló con Borges sobre el Zahir y todo el Aleph, que ya desde joven Jorge Luis Borges dictaba conferencias sobre Sufismo en Buenos Aires. A lo largo y ancho del mundo los años de estudio de la obra de Borges han subrayado que la reflexión del escritor argentino sobre lo místico tiene muy cerca de sí al sufismo y su sentido místico de la existencia. Posiblemente por la apertura religiosa que el sufismo ofrece y la vasta literatura mística que le acompaña, alguien tan profundo pero aconfesional como Borges pudo sentirse cómodo cerca de esta corriente de pensamiento y sentimiento.

El narrador, un Borges literario o ficticio, escribe un 13-11 (un trece de noviembre) que el Zahir le había llegado un 07-06 (un siete de junio). Un Zahir, que nunca es la misma cosa pero que tiene siempre el mismo efecto, esta vez era una moneda de 20 céntimos de 1929 marcada con los signos N T 2 en el anverso. ¿Qué quiere decir esto? ¿Tal vez un guiño al florín irreversible de Leopold Bloom, el personaje del Ulises de Joyce que hace dos muescas a un florín en el borde para ver si la moneda vuelve a él?

Después de introducir lo anterior, el relato empieza a describir a Teodelina Villar, quién murió un 06-06 (seis de Junio) y de quien el Borges del relato había estado enamorado. Dice que Teodelina cometió el solecismo o anacoluto de morir en pleno Barrio sur. El solecismo, es decir, el “error gramatical o sintáctico en la construcción de una frase”.

Es decir, ¿a qué se refiere el solecismo relacionado con la muerte de Teodelina?… Tal vez a lo que dice después, que en la noche de su velorio el rostro de la muerta recobraba mágicamente lo que había sido, su soberbia, su juventud. Dice: “Rígida entre las flores la dejé, perfeccionando su desdén por la muerte”.

Sin duda una expresión muy poética, pero ¿quiere decir algo más? Tal vez el hecho de regresar a lo que había sido significa que una vez muerta volvía a la fuente, a un estado más allá de la juventud y la vejez. También la profesora Luce López-Baralt (conoce algunos libros de Luce López-Baralt) concluye que Teodelina Villar es una suerte de imagen del Zahir, un algo mágico. Afirmaba el narrador acerca de Teodelina: “Buscaba lo absoluto, como Flaubert, pero lo absoluto en lo momentáneo. Su vida era ejemplar y, sin embargo, la roía sin tregua una desesperación interior”.

Reflexión sobre el dinero en el Zahir

El personaje Borges recibe el Zahir, una moneda de 20 céntimos, después de dejar a Teodelina. Después de mirarlo dice “No hay moneda que no sea símbolo de las monedas que sin fin resplandecen en la historia y la fábula”. Desde aquí, genera una reflexión acerca del dinero, tal vez de los tesoros, que roza, que fricciona, con una sugerencia marcada en el texto, el hecho de llegar al tesoro más preciado posible en vida: ver, aunque sea vislumbrar, a Dios.

Una moneda es símbolo de todas las monedas. Siempre, a través del ojal del dinero, pasan un número determinado de circunstancias que sirven de hilo para esa aguja que entreteje de forma particular las relaciones humanas, sus epopeyas, sus miedos, triunfos y fracasos. Por eso cita el óbolo de Caronte, los 30 denarios de Judas, el florín irreversible de Leopold Bloom, entre otros… También narra que soñó haber sido un tesoro custodiado por un grifo, haciendo cierta equivalencia entre él y la moneda.

Aún hay más ideas sobre el dinero, una en relación con su valor de cambio, un valor que siempre se “ejecuta” en el futuro: “…nada hay menos material que el dinero, ya que cualquier moneda… es, en rigor, un repertorio de futuros posibles. El dinero es abstracto, repetí, el dinero es tiempo futuro.”. Y en la siguiente página dice “una moneda simboliza nuestro libre albedrío”. Ciertamente, la historia ha visto cómo las sociedades han negado económicamente este “albedrío” a la gente que no tiene monedas. Solo aquellos que caminan otra senda no tienen su albedrío circunscrito por este valor.

moneda de 20 centavos argentino de 1929
Moneda de 20 centavos argentinos de 1929

Borges se deshace de la moneda ¿logra olvidarla?

Paga una caña con el Zahir en un boliche cualquiera para deshacerse del objeto, para alejarse de su poderosa imantación. A continuación, comenta que había estado “creando” un relato sobre un asceta, que en realidad es la serpiente Fafnir, que cuida un tesoro, el de los Nibelungos, con el fin de alejarse de la idea fija de haber visto y tenido el Zahir. De lo anterior he entendido que ha mezclado dos referencias: El anillo de los Nibelungos y el Fáfnismál.

Intenta otras maneras para alejarse, pero no puede y por eso consulta a un psiquiatra. En vano. Es entonces que descubre un libro que detalla las características e historia del mal que le aqueja. El libro es el Urkunden zur Geschichte der Zahirsage, el cual es ficcional, no existe sino en ese relato. En él encuentra que el Zahir es antiguo y que su efecto inolvidable ha sido descrito por diversos personajes en la historia.

Según aquel texto, el Zahir significa “notorio”, “visible”, “en tal sentido, es uno de los 99 nombres de Dios”. El primero en dar cuenta del objeto mágico habría sido el derviche Lutf Alí Azur.

Como Muhammad Al-Yemení dijera en el nombrado libro, no hay criatura en el orbe que no propenda al Zaheer. Y como supuestamente lo escribiera Attar: “El Zahir es la sombra de la Rosa y la rasgadura del Velo”. El Borges del relato sabe que es ineludible la fijación en el Zahir y que al mismo tiempo, una revelación simple pero absoluta le aguarda. También le habría sucedido lo mismo a la hermana menor de Teodelina, de quien dice que está internada y que sigue “dele temando con la moneda”. No se sabe si dele temando es un error tipográfico o si quiere decir algo como “dele que dele con el tema de”. Esto deja ver que, ciertamente, poco a poco todos verán El Zahir. Es un destino común.

A fuerza de tanto pensarlo tal vez lo desgaste, dice con cierto alivio. Así como los sufíes giróvagos, giran y giran, repiten y repiten los 99 nombres de Dios hasta que esto no quiere decir nada y así se pierden en Dios, así la fijación en El Zahir tal vez lo lleve a ese otro lado de la moneda, donde está un tesoro al que todos volveremos.

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Autor: Julián Bueno

Escribir reseñas y análisis de libros es una manera de volver a ellos a través de nuestros apuntes. En Lectura-abierta.com todo el mundo está invitado a publicar sus experiencias de lectura. Soy antropólogo y consultor digital, me interesan los contenidos en internet, la literatura, la filosofía y el arte.

7 opiniones en “El Zahir de Borges: análisis, fijación y revelación”

  1. Qué raro que no haya hecho usted mención alguna a un tema que a Borges lo obsesionó desde la adolescencia, y que fue motivo de muchos de sus textos y muchos, también, de sus traumas: el sexo. Eso que no se olvida una vez que se lo ve/conoce, es el sexo. En tal sentido, El Zahir es un cuento que funciona en espejo con La secta del Fénix.

  2. Hola
    Segun mi interpretacion, cuando dice que Teodelina ‘’cometio el solecismo de morir en pleno barrio sur’’ se refiere a que dada sus caracteristicas, de quien por ejemplo buscaba la perfección absoluta de cada uno de sus actos, o también que sean ortodoxos, no era el lugar donde le correspondía morir, usando la palabra solecismo como suponiendo que sus actos fuesen una narrativa.
    Saludos

  3. Un análisis extraño del zazhir. ¿No ves que se trata de una reflexión sobre el valor de oro y el valor de dinero en el mercado? La fecha no es casual; en 1922 la moneda valía en sí misma, tenía un valor de oro. Cuando el relato se escribe este lo pierde. De hecho lo que hace para olvidarla es usar la literatura. Es decir, el liberal Borges pone por encima lo literario a lo económico.

  4. Me parece excelente esta interpretación del cuento de Borges.
    Todos nos encontramos con El Zahir en algún momento de nuestras vidas.
    Muchas gracias desde Uruguay

  5. Creo que todos los humanos buscamos o hemos buscado, más o menos conscientemente, lo absoluto, la esencia de Todo, lo que nos une con los insectos, los planetas y una brizna de pasto. El personaje del cuento cree haber hallado eso y el castigo impuesto es la obsesión, el no poder olvidar y ver en cada objeto, pensamiento, suceso, idea, el Infinito, es decir, la misma imagen empleada en «El Aleph»
    Al margen del cuento mismo, hay una frase que no comprendo, pensé que se trataba de un error tipográfico, pero examinando diversas ediciones veo que tal cosa persiste, Agradecería que alguien me indicara qué significa. Copio el segmento correspondiente, con mayúsculas lo indicado.
    «Pobre Julita, se había puesto rarísima y la internaron en el Bosh. Cómo las pondrá a las enfermeras que le dan de comer en la boca. SIGUE DÉLETEMANDO CON LA MONEDA, IDÉNTICA AL CHAUFFEUR DE MORENA SACKMANN»

  6. Excelente. Leí un comentario de Estela Canto sobre este cuento que quizas reuna a todos los comentarios de arriba. Iniciando por el vinculado a la mujer muerta, igual que Beatriz Viterbo en el Aleph, persona del que el escritor también estaba enamorado y se desvinculaba del compromiso corporal para solamente recordarla y, porque no, idealizarla. Siguiendo por la pretendida universalidad del escritor que se propone reunir en un libro todos los documentos vinculados al Zahir, esa aspiración que vincularlo todo y resumirlo en una sola cosa. Aunque también creo que hay mucho de la obsesión por el dinero y el falso aseguramiento del futuro a través del mismo, seguridad que no tuvo la hermana de la difunta que internaron y le dan de comer en la boca. Pero hay algo más, hay también un juego con el tiempo, eso que dos cosas no se pueden dar en el mismo tiempo, eso que nos pone a pensar sobre nuestro plano, el de los sueños, el del insondable Dios y en todo lo que Borges nos dio. Abrazo

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