Reseña de “La forma de las ruinas” y comentarios

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Juan Gabriel Vásquez ha tenido que escribir una nota aclaratoria al final de su novela “La forma de las ruinas” para recalcar que el libro es eso, una novela y no un libro de historia. ¿Es novela histórica? Críticos como Hoover Delgado y Carlos Tous González entienden “La forma de las ruinas” como una novela histórica que aporta información para la comprensión de la memoria colectiva. Esta novela se remite a sucesos y temas tan sensibles y arduos de la historia de Colombia que una parte del público lector ha debido tomarse esta ficción como “la historia verdadera no contada de”. Si no ¿por qué Vásquez ha tenido que escribir esa aclaración tan inusual y redundante al final de la novela? Casi parece una manera de decirle a esos monstruos ocultos que devoran el alma social y política de Colombia que el autor ha publicado esta novela sin la intención de inculpar a nadie (a ningún hegemón).

La forma de las ruinas
Juan Gabriel Vásquez
Alfaguara
Barcelona, 2016
547 páginas

Nota del autor de La forma de las ruinas

Esos sucesos sensibles y arduos de la historia de Colombia que trata la novela son el asesinato de Rafael Uribe Uribe (1914) y el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán (1948), dos líderes políticos con interés social, centrales para entender la lucha de poder en dicho país. En la novela también se nombra el asesinato de otro líder de corte social: John F. Kennedy (1963). Su oscuro homicidio es visto por los personajes centrales de La forma de las ruinas como un magnicidio con muchos paralelos con los sucedidos en Colombia. Hablar de JFK ayuda a destacar que estos sucesos tienen tantas sombras que no es difícil dudar de la versión oficial de los hechos. Juan Gabriel Vásquez ha dicho que la novela trata el tema de la “conspiración” y la “conspiranoia” como fenómenos que acompañan la memoria de estos sucesos. En esa línea, en la novela se recuerdan las palabras de Gabriel García Márquez sobre el 9 de abril de 1948 cuando dice que hubo un gentleman vestido de traje que incitaba a las muchedumbres: “Un hombre alto y muy dueño de sí, con un traje gris impecable como para una boda, las incitaba con gritos bien calculados.” (lo dice Gabo en “Vivir para contarla”). No es claro quiénes fueron los autores intelectuales de los asesinatos de Uribe Uribe y de Gaitán (ni en el de JFK), pero hay una serie de cabos sueltos que incitan a formar todo tipo de teorías. La forma de las ruinas no trata los demás magnicidios que ocurrieron posteriormente a 1948, pero los hace recordar a todos, especialmente el de Luis Carlos Galán (1989), un político que rescataba muchas de las ideas de Gaitán.

En la novela está muy presente el asesinato como rasgo identitario de Colombia, como maldición, como resultado de un complot, como efecto de unos poderes ocultos que niegan la justicia social y que perpetúan viejos poderes conservadores. En la novela Vásquez también reflexiona sobre la violencia de los años 80 y 90 del siglo XX, incluso sobre hechos en Europa como las bombas del 2004 en varias estaciones de tren en Madrid. La narración denuncia que el país Colombia está enfermo de odio, pero, inevitable y claramente, es el mundo, la humanidad, el que lo padece. (Percibir esto hace pensar en otras novelas históricas como “La caída de los gigantes”).

Recorte de periódico sobre el asesinato de JFK
Recorte de periódico sobre el asesinato de JFK
Foto del cuerpo de Gaitán en el libro La forma de las ruinas
Foto del cuerpo de Gaitán en el libro La forma de las ruinas

Al explorar la posibilidad de un poder oculto detrás de los autores materiales de dichos asesinatos, la novela toma cierta postura política, cierto partido. Los que acabaron con las vidas de Uribe Uribe y de Gaitán eran solo marionetas que obedecían órdenes de grandes intereses contrarios a los ideales sociales y económicos de estos dos políticos mártires. ¿Quiénes dieron la orden? ¿Quiénes fueron los autores intelectuales?

En la novela, la anterior reflexión es desarrollada con una gran maestría dramática al introducir en la narración el libro de 1917 “Quiénes son?”, escrito por Marco Tulio Anzola Samper, un joven abogado que intentó desenmascarar a los jefes de Leovigildo Galarza y Jesús Carvajal, los artesanos que acabaron con la vida de Rafael Uribe Uribe. Ese libro es un documento histórico real y en la novela el personaje Carlos Carballo tiene un ejemplar que confía a Vásquez para que conozca el presunto complot de aquel entonces. Marco Tulio Anzola Samper, tal y como lo cuenta la novela, inculpó al clero, a poderosos políticos, a oligarcas y a la policía, pero se encontró con un gran muro… tuvo que irse a Nueva York y la novela rescata una prueba documental de su entrada en Estados Unidos. Nunca se supo qué pasó con Anzola después de esto, si fue a otra ciudad o cuándo murió.

Documento sobre Anzola al entrar en Nueva York en La forma de las ruinas
El autor ha buscado el documento real que constata la entrada de Marco Tulio Anzola en EEUU en 1919
Foto del libro Quiénes son en la novela La forma de las ruinas
Foto del libro «Quiénes son?» de Marco Tulio Anzola, en la novela La forma de las ruinas

Una novela con dosis de autobiografía

Juan Gabriel Vásquez ha confesado que en la novela ha incluido partes de su vida personal. El Vásquez de la novela, aunque enmarcado en la ficción, es él mismo Vásquez que la escribe, según lo que él mismo ha compartido en entrevistas. La historia sobre el nacimiento de sus hijas que incluye en el relato es en efecto un reflejo claro de su vida personal, como también ha dicho. Y su parentesco con el Gobernador de Boyacá durante el Bogotazo, un político conservador llamado José María Villarreal y protagonista de la represión contra el pueblo enardecido, también es real.

Uno de los aspectos más interesantes de esta novela es que narra la génesis de ese proyecto de escritura. Además de tratar los asesinatos históricos señalados más arriba y los huecos que había dejado la versión oficial de los hechos, la novela también es una crónica de cómo esta obra llegó a ser escrita, de dónde viene, qué motivos y razones hicieron necesario que Juan Gabriel Vásquez la escribiera. Esta genealogía es ficcional, pero hace ver que él se encontró con esta historia, explica cómo las circunstancias lo obligaron a escribir este libro, logrando que en esta narración la historia, la vida personal y la creación literaria se entremezclen.

Foto de vértebra de Gaitán en el libro La forma de las ruinas
Foto de vértebra de Gaitán en el libro La forma de las ruinas
Calota craneal de Rafael Uribe Uribe, foto publicada en la novela La forma de las ruinas
Calota craneal de Rafael Uribe Uribe

El personaje de Carlos Carballo

Carlos Carballo es el personaje central en esta novela: es quien duda fuertemente de la historia oficial de los asesinatos de Rafael Uribe Uribe y de Jorge Eliecer Gaitán. Ha investigado durante años los cabos sueltos del asesinato de Gaitán con su mentor, un forense llamado Luis Ángel Benavides, quien había sido encargado de exhumar el cuerpo del político y buscar evidencias de un segundo pistolero. Subsisten vacíos tan evidentes en la versión oficial de estos crímenes, y en el de JFK, que Carlos Carballo no ha podido ignorarlos, su destino lo ha llevado a entender en estos paralelos un método. La novela trae a colación el filme de Zapruder, un vídeo aficionado que sin quererlo registró el momento en que JFK recibió el tiro fatal, pero que deja al descubierto que el presidente ya estaba herido (el vídeo está en YouTube). Todos estos detalles, y muchos más, son descritos por el autor, expresando así el trabajo de documentación que llevó a cabo para manufacturar esta novela.

Carballo tiene en sus manos información interesante y celosamente guardada para cuestionar y retar a esa historia oficial. La novela está narrada muy hábilmente para explicar a lo largo de sus más de 500 páginas cómo Vásquez acepta recibir esa información para convertirla en un libro. Inicialmente, Carballo había propuesto escribir el libro a R.H. Moreno Durán, y él había aceptado, pero su enfermedad no le permitió llevar a cabo el proyecto. Más tarde y a pesar de su negativa, Vásquez termina aceptando, comulgando con la misión de escribir un libro sobre este tema.  

En uno de los puntos más emotivos de la novela, Carlos Carballo tiene que compartir con Vásquez quién era su padre, César Carballo. De origen humilde, Carballo padre fue un seguidor y un adalid popular de Jorge Eliecer Gaitán, un hombre que al igual que muchos otros había acrecentado su conciencia política por aquel entonces. César Carballo, también al igual que muchos otros, murió baleado por las fuerzas de seguridad ese 9 de abril de 1948 y su cuerpo nunca fue encontrado. La familia Carballo guardó su memoria de una generación a otra, pero nunca hubo una tumba para rendir un homenaje o llevar una flor. Después de haber narrado extensamente la misión de Marco Tulio Anzola a inicios de siglo XX, el libro cuenta cómo vivió el padre de Carballo esos años previos al Bogotazo y revela su trágico punto álgido. Carlos Carballo nació y creció con esta realidad. “Yo no sé si usted habla con los muertos, pero yo sí” le dice a Vásquez. Carlos Carballo encarna a muchos colombianos que heredaron esta memoria y cuyos padres y abuelos murieron ese día con Gaitán. Revelar este desenlace dota de mucha fuerza a esta novela, una ficción que refleja, y desvela, es decir, quita el velo, otra arista de la realidad y de la historia. Vargas Llosa dijo que «la literatura es una mentira que encierra grandes verdades y nos permite vivir»; esta novela cumple con ello cabalmente. Al final de la novela hay un párrafo que merece la pena citar:

“Recordé sus palabras sobre las verdades que no ocurren en lugares visibles, las verdades que no ocurren en el mundo de lo que pueden contar un periodista o un historiador, esas verdades pequeñas o frágiles que se hunden en el olvido porque los encargados de contar la historia no llegan nunca a verlas ni a enterarse de su modesta existencia. Y pensé que el deseo de Carballo no era sólo salvar del olvido una verdad que nunca había nacido en el mundo de las cosas históricas, sino también darle a su padre una existencia que no había tenido nunca hasta ahora. No tendría una tumba, tal vez, ni sus huesos tendrían una lápida con su nombre y su memoria […] No, Carballo no quería que yo escribiera un Quiénes son? Para el crimen de Gaitán; quería que yo hiciera un mausoleo de palabras para que en él habitara su padre, y quería también que las dos últimas horas de su padre quedaran documentadas tal como él las entendía, porque así su padre no sólo tendría un lugar en el mundo, sino que habría jugado un papel en la historia” (2016: 539).

Las fotografías en la novela La forma de las ruinas

La forma de las ruinas es una novela que, por su enfoque documental, utiliza diversas fotografías para añadir realismo. Son fotografías tratadas principalmente como evidencias de lo que cuenta el relato: un recorte de periódico, la fotografía de Galán muerto junto con sus allegados, el tiquete de entrada a Estados Unidos de Anzola o una radiografía toráxica. El esfuerzo documentalista del autor conecta con esta acción editorial. Tal vez la novela funcionaría perfectamente bien sin las imágenes, pero incluirlas genera un efecto en el lector, una constatación, una prueba.

Que las novelas añadan imágenes es más común de lo que uno creería. Incluso algunas como “La perra” de Pilar Quintana añaden varias ilustraciones. Las llamadas novelas juveniles como la saga de Harry Potter añaden comúnmente ilustraciones, incidiendo en una acción de representación visual. Por otra parte, hay otras novelas que solo añaden una fotografía, por ejemplo, la novela “Dos vidas” de Emanuele Trevi (en este caso, esa sola fotografía no actúa como una evidencia documental, sino como un “disparador” emocional, tiene una conexión inteligente e intensa con la novela). Una novela como Corazón tan blanco también añade un par de fotografías.

¿Por qué se llama “La forma de las ruinas”? La clave está en el prefacio, un cita del “Julio César” de Shakespeare que dice esto: “Eres las ruinas del hombre más noble”. Se refiere al monólogo de Marco Antonio en el Acto III, Escena I, tras el asesinato de César, cuando dice: “¡Oh, perdóname, pedazo de tierra sangrante, que soy manso y gentil con estos carniceros! Eres las ruinas del hombre más noble que jamás haya vivido en la marea de los tiempos.”. La forma de las ruinas se llama así porque en ella se profundiza en esos restos, orgánicos, simbólicos e ideológicos, esas ruinas, que se conservan de los ilustres Rafael Uribe Uribe y Jorge Eliecer Gaitán. En definitiva, estamos hablando de una lectura recomendada; esta novela no tardó en ocupar un lugar destacado en la Literatura colombiana y universal contemporánea.

Artículos académicos sobre la obra de Juan Gabriel Vásquez

(PDF) La forma de las ruinas de Juan Gabriel Vásquez: la lucha imaginaria por el legado

(PDF) La caída de la historia oficial en Colombia: El ruido de las cosas al caer, Juan Gabriel Vásquez

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