Literatura en Estados Unidos: siglo XIX

Los movimientos literarios que se dieron en los Estados Unidos durante el siglo XIX están altamente relacionados con la creación de una identidad nacional propia que pudiera estar lo más alejada del Imperio Británico. Habiendo pasado no más de 60 años desde que se firmara la Declaración de Independencia (1776) surge la Doctrina Monroe, la cual se regía por la máxima “América para los americanos” y la cual se nutre de la idea de Destino Manifiesto. Aunque la literatura del siglo XIX comienza en Estados Unidos con la obras de escritores como Washington Irving (La Leyenda de Sleepy Hollow – 1819) o James Fenimore Cooper (El Último Mohicano – 1826), el recorrido literario de este país se divide en dos periodos: El primero se inicia en 1830 y va hasta 1865 (Fin de la Guerra Civil); el segundo dura de 1865 a 1914, finalizando con el inicio de la Primera Guerra Mundial.

El Renacimiento Americano (1830 – 1865)

El primer periodo de movimiento cultural y literario, que comienza alrededor de 1830 y que durará hasta 1865, se denomina el Renacimiento Americano (Término acuñado por F. O. Matthiessen en su estudio: American Renaissance: Art and Expression in the Age of Emerson and Whitman – 1941). Representa el florecer de los primeros escritores americanos que tendrán gran influencia en las siguientes generaciones de escritores. El primer escritor del periodo en el que se reconoce la tradición romanticista europea ligada a la fascinación por lo macabro y lo fantástico es Edgar Allan Poe. Se considera que, aunque heredero de esta larga tradición, reelabora los principios aplicándolos tanto en poesía, como en el poema El Cuervo (1845), como en el cuento, Narraciones Extraordinarias (1845), colección por la que se le llega a considerar el precursor de la novela negra. Aunque Edgar Allan Poe coexistió con los poetas trascendentalistas, no se le puede considerar dentro del movimiento ya que se oponía explícitamente a ello. No estaba de acuerdo con los principios individualistas y mediocres ya que consideraba a las obras de estos poetas como imitaciones de otros poetas anteriores, por ejemplo, que Emerson era una pálida imitación de Thomas Carlyle. Así mismo, afirmó que Nathaniel Hawthorne era el mejor escritor de Estados Unidos, pero le instó a que se alejara de Concord. Otro autor importante de esta época fue Fredrick Douglas quien escribió A Narrative of the Life of Frederick Douglass, an American Slave (1845), describiendo su vida como esclavo en una plantación de Maryland, hasta su fuga en Massachussetts.

El periodo literario decimonónico está ligado también al trascendentalismo, una corriente filosófica y literaria que reacciona en contra del racionalismo ilustrado y que está fundamentada en los ideales de la democracia, el inconformismo, la libertad de pensamiento y el conocimiento de uno mismo; aquellos seguidores del trascendentalismo formaban parte de movimientos progresistas y buscaban profundas reformas sociales como el abolicionismo, los derechos de las mujeres, resistencias pasivas, educación accesible e igualdad para todas las clases sociales. Los trascendentalistas consideraban que había que trascender la razón para alcanzar la verdad, así, los intelectuales promovían la independencia intelectual y literaria del autor. 

Hay dos olas dentro del trascendentalismo: La primera la conforman autores como Ralph Waldo Emerson (líder del movimiento y fundador de Nature), H. D. Thoreau (primer proto anarquista con Civil Disobedience), Margaret Fuller (Woman in the Nineteenth Century – 1845), A. B. Alcott (Concord Days – 1872) (padre de Mary Louise Alcott, quien escribió Mujercitas en 1868), Nathaniel Hawtheorne (La Letra Escarlata – 1850). (Ver una muestra de poemas de R.W. Emerson).

La segunda ola está formada por Samuel Longfellow, Samuel Gray Ward, entre otros. También destacan por sus temáticas trascendentalistas grandes poetas como Walt Whitman (Hojas de Hierba de 1855 y Canciones de mi mismo de 1855) y Emily Dickinson (Poems).

La Era de la Reconstrucción y la Pesadilla Americana

El segundo periodo, que podemos llamar la «era de la reconstrucción» es el que abarca hasta 1914. El contexto histórico tiene especial importancia debido a las cicatrices que dejó la Guerra Civil en la identidad nacional estadounidense. En este conflicto se enfrentaron el sur y el norte del país a causa del sistema esclavista: el norte era partidario de abolir la esclavitud, sin embargo, el sur, que había basado su economía en las plantaciones de algodón y tabaco no podía mantenerlas sin los esclavos. Este enfrentamiento demolió el «mito de la unidad» en la tierra de las oportunidades sobre el que estaba fundamentada la identidad nacional del país. A partir de entonces, en la llamada Era de la Reconstrucción, gracias a la industrialización y a los movimientos migratorios, las ciudades crecieron sin mesura y paralelamente la producción literaria también creció, convirtiéndose en un producto de consumo más habitual.

Estados Unidos se convirtió en el perfecto caldo de cultivo para una nueva ola de temas en la literatura, sobre todo preocupados por la rápida industrialización, la situación de los trabajadores y además una gran interculturalidad (formación de ciudades/barrios afroamericanos). Esta “pérdida de inocencia”[1] que supuso la guerra hizo que el ideal del sueño americano resurgiera de nuevo, sin embargo, enraizó en el capitalismo, la consumición y un voraz materialismo reflejados en grandes corporaciones empresariales que llevaron a la corrupción y a la demagogia.

Esta también es la época en la que los estadounidenses comezaron a mirar sus orígenes en el Imperio Británico y a la cultura europea en general, ya que la riqueza cultural y artística resultó rápidamente muy atractiva para los nuevos artistas estadounidenses. La gente pudiente comenzó a viajar a Europa en los “Grand Tours” para culturizarse y así recoger nuevas ideas que llevar al otro lado del Atlántico, aunque también eran oportunidades para formar matrimonios de conveniencia con los grandes apellidos europeos. Este fenómeno se ve reflejado en la obra de Henry James (Daisy Miller en 1878 y Washintgon Square en 1880).

Se pueden dividir estas tendencias entonces en dos grupos: Literatura de ficción y de no ficción. Por un lado, en los movimientos literarios de no ficción se pueden encontrar sobre todo testimonios de autores nativos americanos como Sarah Winnemuca (Life Among the Paiutes – 1883) o de autores afroamericanos como W. E. B. DuBois (The Souls of Black Folk – 1903) , Booker T. Washington (Up from Slavery – 1901), que tratan de atraer la atención hacia la injusticia racial y social que se lleva produciendo en Estados Unidos, sobre todo en el sur, durante siglos. 

Por otro lado, en la ficción literaria se puede encontrar tres grandes movimientos que tuvieron gran repercusión en la visión de la época: Realismo, Naturalismo y Regionalismo.

Realismo:

Busca representar la realidad tal y como es, sin embellecimientos. Se insiste en la representación de personajes de la vida real tratando temas tabú como el divorcio, la sexualidad, el racismo… Se pueden encontrar un gran número de textos de tipo periodístico y artículos. Así, se fomentaba más fácilmente el espíritu americano y las personas sabían lo que pasaba en el país sin necesidad de viajar. Surgen autores como Mark Twain (Las Aventuras de Tom Sawyer – 1876), Kate Chopin (Bayou Folf – 1894), Henry James (Daisy Miller – 1878, Los Papeles de Aspern – 1888, Un vuelta de tuerca – 1898), influenciados por grandes autores europeos como Zola, Dostoievski, Tolstoi, Balzac y Flaubert.

Naturalismo

Esta corriente surge a partir del determinismo europeo de las teorías de Darwin. Es un modelo biológico y se fundamenta en la idea de que la sociedad en la que vivimos es un microcosmos donde los humanos luchan por la supervivencia. Por lo tanto, diversas corrientes filosóficas que surgen a partir del modelo darwinista consideran que el lugar de nacimiento, clase social, entre otros factores, determinan el curso de la vida, por lo que, si se nace pobre, se muere pobre. Este movimiento presentará el concepto de “la Pesadilla Americana” que es simplemente la experiencia vital de aquellas personas desfavorecidas, es la cruda realidad que acompaña al crecimiento de las ciudades, la corrupción y los bajos fondos. Los temas tratan la degeneración de las personas, prostitución, adulterio, drogas, destrucción del individuo por fuerzas económicas y sociales inevitables. Es un movimiento en el que Dios no tiene cabida como salvador. Entre los autores representativos de este movimiento se encuentran Stephen Crane (Maggie: una chica de la calle – 1893), Theodore Dreiser (Hermana Carrie – 1900) y Jack London (Martin Eden – 1909, Colmillo Blanco – 1906).

Regionalismo

Este movimiento constituye un impulso del estilo realista que busca reflejar y aceptar o asumir la realidad de que el mundo ha cambiado y los valores tradicionales que emanaban del puritanismo, unitarismo o el protestantismo, ya no tienen cabida en estado puro. Ayudó a crear una nueva identidad nacional, se recupera el folclore de regiones y crea un bagaje histórico para las generaciones de escritores que se están formando. Trata las características particulares de las distintas regiones de Estados Unidos. Los autores representativos son Kate Chopin y Mark Twain.

La Nueva Ficción

Finalmente, surge a finales del siglo diecinueve un movimiento de autoras llamado “Nueva Ficción”, el cual reflejaba las importantes transformaciones sociales que habían sido llevadas a cabo y que afectaban a las “nuevas mujeres” (término acuñado en 1890 por Sarah Grand). Estos cambios estaban relacionados con la percepción de la feminidad, los roles de género e involucraban dentro del terreno literario la representación de las mujeres como “ángeles domésticos” o en su defecto como “femme fatale”. Estas nuevas mujeres se agrupaban políticamente como sufragistas, buscando visibilidad en todas las esferas sociales, asuntos raciales, laborales… Las autoras representativas son Kate Chopin (El Despertar – 1899), Charlotte Perkins Gilman (El papel pintado de amarillo – 1892), Edith Wharton (La edad de la inocencia – 1920), quienes desarrollaron especialmente el formato de relato o historia corta y tuvieron gran impacto en el movimiento literario del “gótico femenino”. Es importante resaltar que Kate Chopin no sólo pertenece a la nueva ficción, sino que se considera como representativa del realismo y el regionalismo por su manera de describir los escenarios de los Bayous de Nueva Orleans y la sociedad de la época, y sobre todo la situación de asfixia en la que existían las mujeres.

Referencias recomendadas:

American Renaissance

Matthiesse F. O. American Renaissance: Art and Expression in the Age of Emerson and Whitman. Oxford University Press. 1968

H. D. Thoreau “Civil Disobedience

Emerson “The American Scholar”

Edgar Allan Poe “The Philosophy of Composition”


[1] Referido a la demolición del sueño americano que habían traído los primeros colonos, América como la tierra de las oportunidades. El sueño americano corrompido por la avaricia y el capitalismo. Aquellas personas sin oportunidades o marginales viven en la pesadilla americana.

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